El baloncesto femenino senegalés, en los Juegos Olímpicos 2016

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Las Leonas de Senegal listas para Río

 

Con más tesón que relumbrón mediático, las jugadoras de baloncesto del equipo nacional senegalés se preparan para los Jugos Olímpicos de Río de Janeiro, que comenzarán el 5 de agosto, si el Zika lo permite. Con poco bagaje internacional, en África son conocidas como las Leonas de Senegal. Por algo será.

 

Texto y fotos María Rodríguez

 

Las chicas son las que nos traen trofeos”, comenta un ciudadano senegalés cuando se le pregunta por el equipo femenino de baloncesto. “Los chicos…”, el hombre se queda pensando, no sabe si es mejor dejarlo ahí o terminar la frase. “Los chicos, nada”, acaba por decir y, a continuación, se echa a reír.

No es mentira. El equipo femenino de baloncesto de este país africano ha llevado ya a casa 11 medallas de oro del Campeonato de África, una competición organizada por la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) y que tiene lugar en el continente cada dos años desde 1966. El equipo masculino ha ganado una. La última victoria de las Leonas, como se las conoce, fue el año pasado en Yaundé, la capital de Camerún, y esto les otorgó la clasificación directa para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Una decena de pelotas de baloncesto ruedan en la cancha del estadio Marius Ndiaye, de Dakar. Son las cinco de la tarde y comienza el entrenamiento que durante dos horas hará rebotar en las paredes de este lugar el sonido de los zapatos deportivos rozando contra el suelo, el de las pelotas al botar, la voz de las chicas bromeando, animando a las compañeras o dando palmas ante una buena jugada, y la del entrenador, que tras estar atento a los pasos de cada muchacha irrumpe imponente en la cancha para dar los consejos como mejor sabe.

 

Equipo femenino de baloncesto de Senegal

Ndeye Sene entrenando / Fotografía: María Rodríguez

 

El Marius Ndiaye, que coge el nombre de un respetado árbitro senegalés, no es muy grande, solo unas 5.000 almas caben en las gradas para ver los partidos. Estas están pintadas de color crema, color teja claro, azul cielo y verde agua apagado. La publicidad que invade el recinto tan solo pertenece a Orange, la compañía telefónica, que entre sus mensajes propone “divertirme a cada instante”.

Sentado en un banco, el entrenador, Moustapha Gaye, observa detenidamente a las chicas en el más absoluto silencio. “Observo lo que hacen, lo que está bien y lo que hay que mejorar”, cuenta intentando evitar dejar de mirar a las muchachas. Gaye ha preseleccionado a 20 jugadoras. Empezaron a entrenar el 12 de junio y a partir del 3 de julio viajan a Japón, Italia, Serbia y, otra vez, Italia. En esos torneos internacionales Gaye deberá decidirse por las 12 chicas que finalmente representarán a Senegal en el torneo de baloncesto femenino en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

 

El juego y la actitud

“Para mí es importante que las chicas jueguen bien, tengan una actitud mental positiva y que se complementen con el resto del equipo”, explica Gaye. Esos serán los parámetros en los que se base el entrenador para cerrar el equipo definitivo. Gaye ha preseleccionado a tres jugadoras del equipo local, al que entrena, el Ville de Dakar, pero también a 17 senegalesas que actualmente juegan en Estados Unidos, Francia, España y Alemania. Las ha elegido con cuidado, revisando vídeos y viendo los partidos en vivo y en directo. “Juegan muy bien y van a mejorar el equipo”, dice.

Pero, a pesar de que haya seleccionado a senegalesas que juegan en otros equipos en el extranjero, este entrenador está orgulloso de su equipo local. “Son muy competitivas, tienen una actitud muy positiva y sienten amor hacia la camiseta nacional”, dice. Sin embargo, también es muy consciente de que la experiencia internacional del equipo es baja y que “hay equipos más fuertes”, señala, destacando, sin orden de importancia, a Alemania, Francia, España y Estados Unidos. No obstante, apunta, “no hay miedo a jugar contra ningún equipo”.

Fatou Dieng tiene su residencia habitual en Francia, pero ya suma siete años como base del Ville de Dakar y ha sido preseleccionada para participar en los Juegos Olímpicos. “Cada vez que el entrenador me llama porque considera que me necesita yo estoy ahí”, cuenta Fatou Dieng. Tiene 32 años y lleva 12 en este deporte. Empezó muy pequeña, imitando a su hermana mayor que jugaba al baloncesto. El motivo: no quería separarse de ella. Finalmente, su hermana se casó y dejó de jugar, pero ella continuó. Su constancia, profesionalidad y pasión por este deporte le han hecho formar parte de tres equipos en España: en Santa Eulalia, en Ibiza (2005-2007); en Ferrol (2007-2009) y, por último, en Cáceres (2014-2015).

 

Equipo femenino de baloncesto de Senegal

Fatou Dieng (derecha) y Ndeye Sene (izquierda) en un entrenamiento en el Marius Ndiaye.

 

“Poder participar en los Juegos Olímpicos es algo que estoy soñando desde pequeña, algo que todos los deportistas quieren hacer”, explica Fatou Dieng en perfecto español. “Yo creo que representar a tu país, a la población y a las miles de jugadoras que también quieren hacerlo es lo más”, cuenta.

A Ndeye Sene no le gusta hablar demasiado. Responde a las preguntas muy escuetamente y se disculpa: “Hay deportistas a las que les gusta que las entrevisten, a mí no me gusta, ni siquiera que lo hagan los periodistas senegaleses”. Pero las pocas palabras de Ndeye y verla jugar ofrecen algunas pinceladas sobre su persona y permiten presentarla. Jugadora del Ville de Dakar, ha ganado el Campeonato de África dos veces y ha sido reina del baloncesto en Senegal dos veces también, en 2008 y 2010. Tiene 27 años y fue formada en este deporte en Saint-Louis, una ciudad del norte de Senegal. Ahora “es la primera vez que estoy preseleccionada para ir a unos juegos olímpicos y eso me satisface”, cuenta. “Me entreno y me esfuerzo para ganarme mi plaza”.

Ndeye Sene es una chica a la que sus compañeras definen como “bruta”. Es muy enérgica e intenta darlo todo en cada entrenamiento. Decenas de gotas de sudor le brotan en la cara pocos minutos después de comenzar a ejercitarse en la cancha del Marius Ndiaye. También es una deportista ambiciosa, “no voy a ir a los Juegos Olímpicos para perder, sino para pelear y ganar”, dice.

Sin embargo, además de deportista, Ndeye también es madre. Casada y con un niño pequeño tuvo que dejar de jugar durante el embarazo, entre 2013 y 2014. Sin embargo, la maternidad no le impidió participar, y ganar, en el Campeonato de África de baloncesto femenino celebrado en 2015.

“Ndeye es… muy fuerte”, cuenta su compañera Fatou Dieng. “Cuando yo me quede embarazada no creo que vuelva. Hay que tener en cuenta la edad que tengo, podría volver a segunda o tercera división pero no a primera, que es en la que estoy ahora”.

Fatou Dieng tiene muy presente la maternidad. “Es algo que nos diferencia de los chicos, ellos pueden jugar de continuo, pero nosotras si queremos tener hijos tenemos que parar y eso afecta directamente a nuestra carrera como deportistas”. A pesar de ello, Dieng se ha marcado unas metas: quiere ir a los Juegos Olímpicos de Río, estar un año jugando al más alto nivel y participar en el próximo Campeonato de África, en 2017.

 

Equipo femenino de baloncesto de Senegal

El entrenador Moustapha Gaye da instrucciones a las jugadoras / Fotografía: María Rodríguez

 

Diary Diouf, es la más joven de las tres preseleccionadas del equipo local. Tiene 26 años y se dedica al baloncesto desde 2006. “Me gustaba el baloncesto. Vi que tenía la altura necesaria (1,90 metros) y comencé a formarme”, cuenta la joven. Diary está enamorada del baloncesto: “Me gusta el estilo físico de las jugadoras de baloncesto, el uniforme, el calzado y que no sea un hobby sino una profesión”. Esta jugadora es la segunda vez que está entre las preseleccionadas y sabe lo que quiere: “Voy a trabajar para estar entre las 12”.

Con el tiro de 3 puntos como especialidad, Diary Diouf ha ganado muchísimos torneos, ha sido elegida la reina del baloncesto en Senegal en 2014 y 2015, así como la mejor jugadora del año. Diary Diouf tiene un ídolo, Stephen Curry, jugador estadounidense de baloncesto, y un sueño: jugar en un equipo europeo. “He ganado todo en Senegal, me gustaría seguir creciendo profesionalmente y trabajar en Europa”.

Aunque el continente africano tiene otros equipos femeninos de baloncesto fuertes –Angola, Nigeria, Camerún, Mozambique y Malí–, Diouf critica que en África no se paga bastante ni se cuida lo suficiente el deporte. Aun así, responde que “sí, jugar en otro equipo africano también sería bueno pero, si puede ser, prefiero Europa”.

“Somos conscientes de que los equipos de otros países son más fuertes que nosotros y que nos falta experiencia profesional”, explica el entrenador, quien tiene los pies bien pegados a la cancha. “Senegal aún no tiene nivel mundial pero  participando en torneos internacionales va a tenerlo”, asegura.

El esfuerzo de este equipo no cae en saco roto. “Estamos dando más resultado que los chicos y eso está haciendo que se nos respete. Estamos demostrando que valemos, traemos medallas y copas y se nos está teniendo más en consideración”, afirma Fatou Dieng. En este sentido, cuando las chicas ganaron el Campeonato de África en agosto de 2015, el presidente de Senegal, Macky Sall, prometió un palacio de deportes “digno de su nombre” con 15.000 plazas. El pasado 9 de mayo, Sall puso la primera piedra del futuro recinto que se ubicará en Diamniadio, a las afueras de Dakar. El Marius Ndiaye es el único estadio de baloncesto en el país, y no es válido para celebrar torneos internacionales, según la FIBA.

Esta será la segunda participación del equipo senegalés de baloncesto femenino en unos juegos olímpicos. La primera tuvo lugar en 2000 y quedaron en duodécimo lugar. Fatou Dieng lo ve como una oportunidad: “Es un orgullo y hay que currárselo. Esperamos que esta vez vaya mejor que la anterior”.

 


Los Juegos Olímpicos de la esperanza

Redacción MN

 

Refugiados en las olimpiadas

El judoka (refugiado) Popole Misenga, de República Democrática de Congo, en la Universidad Estascio de Sa, en Rio de Janeiro, Brasil / Fotografía: ACNUR – Kim Badawi

 

La Agencia de la ONU para el Refugiado (ACNUR) y el Comité Olímpico Internacional (COI) han seleccionado a un total de diez atletas refugiados para representar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (Brasil) a los millones de personas que se encuentran desplazadas por la guerra y por los conflictos sociales alrededor del mundo. Un total de cinco corredores de Sudán del Sur, dos nadadores de Siria, dos judocas de República Democrática de Congo (uno de ellos, Popole Misenga, en la imagen) y un maratoniano de Etiopía marcharán bajo la bandera olímpica en la ceremonia de apertura del próximo 5 de agosto en el mítico estadio de Maracaná.

Los atletas han pasado una criba en base a dos criterios: el reconocimiento de ACNUR y sus credenciales deportivas. El ejemplo es el de los cinco corredores sursudaneses que se encontraban en el campo de refugiados de Kakuma, en Kenia, y que participaron en un concurso de selección organizado por el Comité Olímpico keniano.

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