Las elecciones se acercan y hay quien ya habla de guerra en Camerún

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Crisis anglófona en Camerún

Lo que empezó como la manifestación de un descontento –el de las regiones angloparlantes en Camerún– se está convirtiendo en un violento conflicto que amenaza con derivar en algo peor. La posibilidad de una guerra civil toma forma mientras se acercan las elecciones presidenciales convocadas el 7 de octubre.

El International Crisis Group cifra las víctimas mortales en más de 120 civiles y 43 soldados. 160.000 personas dejaron sus hogares en busca de protección y más de 20.000 buscaron refugio en Nigeria, según la ONU.

Las tensiones con el Estado en zonas anglófonas vienen de lejos. Quizá desde la división colonial entre franceses y británicos, a principios del siglo XX. Pero los movimientos identitarios tomaron protagonismo en 2016 por la preeminencia de lo francés en los sistemas educativo y judicial. La represión, que incluyó detenciones de líderes y cortes en internet durante meses con la excusa de evitar disturbios, no hizo más que avivar el descontento de una población que se siente maltratada.

El 1 de octubre, la zona anglófona autoproclamó su independencia. Las muertes de manifestantes y la desatención del Gobierno a las reivindicaciones secesionistas sirvieron de justificación para la creación de unas «Fuerzas de Defensa Ambazonianas» que pusieron en su punto de mira al Estado. Aquello retroalimentó la retórica por la que el Gobierno habla sin matices de «terroristas» y declara la guerra a ciertas localidades.

Los enfrentamientos son habituales. Distintas ONG han criticado el fuerte despliegue del Ejército y su desproporción en el uso de la violencia. El embajador de Estados Unidos dijo tras reunirse con el presidente Paul Biya que el Ejército cometía «asesinatos selectivos», practicaba detenciones ilegales, y provocaba «incendios en aldeas» en las regiones angloparlantes del país. También los grupos separatistas son acusados de quemar más de 40 escuelas, de secuestrar a funcionarios francófonos y de violar los derechos humanos. Sus autodenominadas fuerzas de defensa pretenden que la parte del país anglófona sea ingobernable para que no pueda aprovecharse de ella el Estado. «La población está entre dos fuegos», sentencia Amnistía Internacional.

Imagen de portada: Un hotel destruido en Bamenda, supuestamente por separatistas (Getty)

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