Cuando el sueño supera la realidad

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La obra de teatro Gibraltar se representó en el marco del TIFE 2020 del Instituto Francés.

La sensibilidad de un relato migratorio muchas veces escuchado, pero que en Gibraltar parte de la mirada africana de las compañías Ouaka Trame y Marbayassa. Una obra escrita y montada en 12 días, con la urgencia creativa de que viera la luz.

«Me voy, me voy a Europa para tener éxito en aquello en lo que fracasé. ¿Por qué has vuelto? Yo no volveré». Es la idea central sobre la que gira esta obra de teatro que se representó el pasado mes de febrero, primero en el Festival Oui! de Barcelona y después en el marco del TIFE 2020 de Madrid, gracias a la labor cultural del Instituto Francés.

Jules Soguira Gouba y Bachir Tassembebo conocieron en Uagadugú a Salif, un chico que, como muchos jóvenes africanos, estaba convencido de que el dicho «en Francia, la lluvia no pudre la harina» era real. Impresionados por su relato de vida, el intento de llegar a Europa y el deseo de regresar nada más pisar el supuesto El Dorado, le contaron el encuentro a Guy Giroud, autor y director de la obra, y se dejaron llevar por una frenética inspiración que dio como resultado la mezcla de teatro y danza que componen Gibraltar.

Alrededor de una mesa, los tres explican a MUNDO NEGRO cómo les llegó la historia de Salif, porque no se trataba solo de hablar de un relato de éxito o fracaso migratorio, sino de sus efectos. «La migración es un problema cotidiano en África, y un poco en todas partes en el mundo. La gente sale de sus casas por razones diferentes, es un tema de actualidad que afecta a la juventud de Burkina Faso y empobrece el país cuando se van. Hay que hablar del tema», explica Bachir Tassembebo, a lo que Giroud añade: «Teníamos la oportunidad de mostrar el problema desde ambos lados, el africano y el europeo. La llegada de los migrantes y su partida, los dos lados del Mediterráneo. Ellos me transmitieron una historia tan bella, tan emotiva, que solo podía ser un éxito. Además, el problema de los migrantes hoy desfigura el rostro de la humanidad, la conciencia universal está de luto, es un escándalo, una ignominia».

Defienden que el espectáculo no apela a la pena sino a las dificultades de la partida. Por eso utiliza el humor local para abordar las situaciones de mayor tensión, haciendo difícil no generar una complicidad que lleva a la sonrisa a pesar de la dureza del tema. «En un momento de la obra, uno de ellos dice: “Todos los dolores se parecen, todos los dolores se respetan”, y añade: “O deberían respetarse”».

Diálogo con el espectador

En la obra no hay concesiones y la música y el baile marcan el ritmo. Los gestos y expresiones ayudan a comprender la transcendencia del momento, como cuando el protagonista se encarama a la valla que le separa de Europa, o atraviesa el extenuante desierto en el que mueren sus compañeros de viaje.

«No queremos dar lecciones ni juzgar. Es un simple cuestionamiento. Hacemos preguntas porque se trata de la historia de un hombre que no siempre es evidente. Para evitar caer en juicios o decidir ciertas cosas que no controlamos completamente, preferimos hacer preguntas durante el espectáculo y dejar que sea el público el que dé las respuestas, que saque o no sus propias conclusiones», añade Gouba, al que Giroud interrumpe para aclarar que «no son preguntas literales, sino que el público hace o no su camino, su trabajo como espectador. Reflexionarán o no sobre si la sociedad europea sigue siendo sensible a estos temas», aunque termina declarándose más pesimista que sus compañeros africanos. 

Soguira Gouba toma de nuevo la palabra: «Cuando tenemos mucha información sobre un tema acaba por dejar de interesarnos, y debemos comprender que en Europa la gente no tiene siempre información real sobre África. Ese es el trabajo de campo y la investigación que hemos hecho, con el fin de lograr que un tema que está siempre ahí resulte interesante». 

Los actores protagonistas de Gibraltar junto al director de la compañía y autor de la obra, Guy Giroud. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo




Gibraltar es «un pequeño y verdadero momento de humanidad», sin pretender dar respuestas categóricas. De hecho, el elenco de Ouaka Trame y Marbayassa se desmarca de la labor de los activistas que hacen un trabajo necesario en esta materia desde lo práctico, pero muy alejado de la misión que ellos tienen como artistas. Han asistido a festivales en los que les decían que siguieran trabajando sobre temas sociales porque son la «caja de resonancia» de la problemática que ellos intentan resolver.

Sobre el ansia por partir, Soguira Gouba explica que «hay un proverbio que dice “la hierba es tierna en el jardín del vecino”. Eso contribuye a las ganas de irse. Como no lo conozco pienso que es bonito, y para ir allí es necesario un visado, muchos papeles… Si se aumenta la altura de la barrera es porque el lugar al otro lado debe ser increíble». Pero no es posible regresar con las manos vacías, por eso, como señala Tassembebo, adquieren «una doble deuda: de honor y económica». Y añade: «Nosotros trabajamos en Francia y vivimos en Burkina Faso. Por ser artistas se facilita todo el proceso porque saben que trabajamos con gente de Europa, que tenemos papeles, que le contamos al cónsul el proyecto. Tenemos ese privilegio de ir y volver, porque tenemos contratos por adelantado. Así trabajamos desde hace 10 años».

Viajes de ida y vuelta

Desde su puesto ambulante de productos de primera necesidad, -Moussa intenta frenar las ansias de emigrar de Salif. Él hizo el viaje y se siente afortunado de haber podido regresar con vida. La dureza del periplo no merece la pena, igual que las dificultades a las que se enfrentan al llegar. Con tono tranquilo le pide que valore el cariño de su familia y que piense bien lo que quiere hacer con su vida. Enfrente, Salif le mira incrédulo, sin acabar de entender por qué al lograr pisar territorio europeo decidió regresar.  

El doble talento, actuación y baile, de los actores burkineses que ponen en escena Gibraltar ha permitido salvar parte del relato de forma sorprendente. «Hay cosas que son más fáciles de mostrar que de decir. Partía de recortes de periódicos que recogían la situación de los campamentos. En lugar de contar que alguien sube, se cae, baja… Al hacerlo bailando sale bien. La danza muestra muy bien el miedo, el hecho de mirar alrededor, de tener que sobrevivir… Y luego está la cuestión técnica para integrarlo y que quede armonioso. El baile para los espectadores es una respiración agradable en medio del relato», explica Giroud.

Acostumbrados a las adaptaciones de los clásicos, les preguntamos si la experiencia de Gibraltar, donde abordan un tema social, ha sido complejo. Los tres coinciden en la respuesta: «No hay diferencias. Cuando interpretas una pieza de Molière, habla de temas sociales, de la libertad de la mujer, los matrimonios forzosos, la igualdad, los conflictos de clases. Intentamos producir espectáculos populares e inteligentes, no arrasar al el espectador, sino permitirle que crezca con la obra», analiza Giroud. Y Tassembebo comparte que en una escuela –la compañía actúa en escuelas francesas durante el año, porque defienden que es el público más variado que tendrán nunca– un estudiante le preguntó si Voltaire era negro. «Le dije que Voltaire somos todos».

El sueño de Salif es entregar un paquete en un lugar de Europa, pero a lo largo de la obra percibes que es «un emigrante inmóvil», y que Gibraltar es el símbolo de la persona que cree haber partido sin haberse movido del sitio.  


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