El camino de los valientes

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Editorial del número de MARZO de la revista MUNDO NEGRO



Como misioneros que amamos África, queremos contar sus bondades y bellezas a través de MUNDO NEGRO, y así lo hacemos, pero también el rigor periodístico nos lleva a informar sobre diversos tipos de conflictos. En 2020, África ha sido el único continente en el que ha aumentado la violencia sociopolítica. Se han registrado 17.200 eventos violentos que han provocado alrededor de 9.000 muertos, según los datos facilitados por el Instituto para Estudios de Seguridad de la Unión Europea (p. 8 del número de marzo de la revista). No nos gusta, pero es así.

Diez años después de las revueltas árabes que sacudieron el norte de África (pp. 20-25), subsisten buena parte de los problemas que provocaron la movilización de la sociedad civil: pobreza, desigualdad, corrupción, falta de libertades, represión… «El elefante dio a luz a un ratón» y la lucha continúa. No es mejor la situación en Somalia (pp. 6-7), un país aquejado de una crisis sociopolítica endémica y de la violencia sin tregua del grupo terrorista Al-Shabab. Entre dudas y esperanzas, sigue su curso la revolución sudanesa (pp. 9 y 32-35) y el espíritu de «Libertad, paz y justicia» que la alumbró. El mismo espíritu que, con toda seguridad, motivó hace cuatro siglos a un puñado de personas negras esclavizadas a fundar la ciudad libre de San Basilio de Palenque, en la actual Colombia (pp. 42-47), o el que impulsó al Batallón Lincoln, del que formaron parte un centenar de afrodescendientes americanos, a luchar en la guerra civil española (pp. 36-41). Habían sufrido tanto en sus carnes la exclusión racista que, paradójicamente, se sintieron libres empuñando un arma.

El anhelo de libertad es inherente al ser humano, pero con frecuencia este se equivoca en los caminos para hacerla posible, identifica a los culpables en el exterior de sí mismo y descarga su ira contra ellos, proyectando para excluir, dividir y crear resistencias. Por eso se perpetúan los conflictos y siguen vivos el racismo y la xenofobia a pesar de tantos siglos de luchas justas para derrotarlos. La confrontación excluyente no podrá resolver definitivamente ningún conflicto. Solo los métodos inclusivos tienen alguna probabilidad de éxito, de ahí la importancia del diálogo, el consenso y la escucha mutua.

Pero hay un método de inclusión sublime, el camino de los valientes: el amor. Escribe el papa Francisco en la encíclica Fratelli Tutti: «Estamos llamados a amar a todos, sin excepción, pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que hace es aceptable. Al contrario, amarlo bien es buscar de distintas maneras que deje de oprimir, es quitarle ese poder que no sabe utilizar y que lo desfigura como ser humano». Gandhi buscaba la independencia de la India, no solo porque fuera bueno para los indios, sino también porque era bueno para los ingleses, al liberarlos del injusto poder colonial que ejercían.

Los cristianos caminamos este mes de marzo dentro del tiempo litúrgico de la Cuaresma, que nos llevará hasta la alegre fiesta de la Pascua. Cuaresma es tiempo de conversión, tiempo de optar irrenunciablemente por el amor, ese movimiento central de la vida que nos permite considerar al otro como a uno mismo. El amor unifica y cura. El amor es la única revolución, siempre en acto, capaz de acabar con todos los conflictos, porque solo los que se saben iguales pueden estar en paz.



Imagen: Mohandas Mahatma Gandhi, líder indio. Fotografía: Satori/123RF


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