El escándalo de la comida a la basura

Por Gerardo González Calvo El dato de la comida que se desperdicia actualmente en el mundo es estremecedor y escandaloso, hasta el punto de que una revista como National Geographic, nada sospechosa de sentimentalismo, le ha dedicado un amplísimo reportaje en su número de marzo de este año. El título es una llamada de atención: “La comida no se tira”. Y advierte en los dos primeros sumarios: “Alrededor de un tercio de los alimentos que produce el planeta se echa a perder”. “Esa cantidad bastaría para alimentar a 2.000 millones de personas”. El dato que recoge la revista está tomado a la baja de un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura): “con los 1.300 millones de toneladas de alimentos que se desperdician al año en el mundo, que es la tercera parte de la producción mundial, se podría dar de comer a más de 2.600 millones de personas”.

en |

gerardo_gonzalez    Por Gerardo González Calvo

 

El dato de la comida que se desperdicia actualmente en el mundo es estremecedor y escandaloso, hasta el punto de que una revista como National Geographic, nada sospechosa de sentimentalismo, le ha dedicado un amplísimo reportaje en su número de marzo de este año. El título es una llamada de atención: “La comida no se tira”. Y advierte en los dos primeros sumarios: “Alrededor de un tercio de los alimentos que produce el planeta se echa a perder”. “Esa cantidad bastaría para alimentar a 2.000 millones de personas”. El dato que recoge la revista está tomado a la baja de un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura): “con los 1.300 millones de toneladas de alimentos que se desperdician al año en el mundo, que es la tercera parte de la producción mundial, se podría dar de comer a más de 2.600 millones de personas”.

He aquí algunos datos concretos y complementarios:

-en Estados Unidos comerciantes y consumidores tiran cada año 60 millones de toneladas de alimentos;

-en Europa se desperdician 89 millones de toneladas de comida;

-en España, según José Antonio Busto, presidente de la Federación Española de Bancos de Alimentos, se tiran 8 millones de toneladas de alimentos, una cifra 80 veces superior a la comida que reparte esta federación;

-el 46 por ciento de las frutas y verduras que se producen en el planeta no llega a la mesa de los consumidores.

Frente a estos datos, otra cifra vergonzante: más de 850 millones de personas pasan hambre en el mundo. Porque el hambre no es solo una cifra, por muy irritante que sea; tiene unos rostros muy concretos, el de seres humanos, cuyo primer derecho nada más nacer es poder alimentarse.

Otra consideración: el hambre no es una casualidad, ni se debe a catástrofes naturales impredecibles, sino una consecuencia de los comportamientos injustos e irracionales de los seres humanos. No hay hambre en el mundo porque exista lo que se ha dado en llamar explosión demográfica: está más que demostrado que la tierra produce suficientes alimentos como para satisfacer las necesidades alimentarias de una población mucho mayor que la actual, que ronda los 7.400 millones de personas. Son la injusticia, la opulencia y el derroche lo que provoca el hambre en el mundo.

Lo desconcertante es que el hambre no se debe a la escasez de alimentos, ni tampoco es un fenómeno ignorado e imprevisible. Josué de Castro, presidente del Consejo Ejecutivo de la FAO en los años cincuenta, ya alertó del problema en su obra Geopolítica del hambre, publicado en 1951. Pablo VI publicó en marzo de 1967 la encíclica Populorum Progressio, que fue un aldabonazo para establecer a escala planetaria el desarrollo solidario de la humanidad. Personalidades como el obispo brasileño Hélder Câmara y el seglar francés Raoul Follereau lucharon para acabar con el hambre en el mundo. En España la organización de Manos Unidas creó en 1960 la Campaña contra el Hambre, uno de cuyos objetivos era concienciar a los españoles sobre la pandemia del hambre, sus causas y consecuencias.

A pesar de tantos llamamientos a la cordura para frenar la mayor catástrofe que padece la humanidad desde hace demasiado tiempo -porque el hambre es un arma de destrucción masiva, como señaló Josué de Castro-, las cifras que nos ofrece la revista National Geographic demuestran que el modelo económico vigente en los países industrializados se basa en un despilfarro colosal. Como subraya la revista, “desperdiciar comida también pasa factura al medio ambiente. Producir un alimento que nadie comerá significa tirar a la basura el agua, los abonos, las semillas, el combustible y el suelo necesarios para producirlo”.

Es muy aleccionador el mandato que dio el mismo Jesús a sus discípulos, después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces: “Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda”. Esta es la cuestión; que nada se pierda o desperdicie, porque los alimentos son el bien más preciado de la tierra y son muchos los hambrientos que los necesitan. Quizá la ONU no tuvo en cuenta esta advertencia del Maestro, hace ya más de dos mil años, pero en septiembre de 2015 se comprometió a reducir a la mitad, es decir, a 650 millones de toneladas, el desperdicio de alimentos antes de 2030. Sigue siendo una cantidad exagerada, pero, si se consigue, se va por el buen camino.

Colabora con Mundo Negro

Estamos comprometidos con la información sobre África

Si te gusta lo que hacemos, suscríbete a nuestra revista o colabora con nuestro proyecto