Entre las paredes de la dictadura

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Por Elena Sánchez Novoa

 

[Fotografía superior: Victoire Ingabire consulta al equipo legal, antes de que el juicio sea suspendido en la Corte Suprema de Kigali / Graham Holliday]

 

El 16 de marzo el derecho internacional tiene una cita en la Corte Africana: su misión será velar por que Victoire Ingabire tenga un juicio justo. Desde la cárcel, Ingabire ha escrito Entre las cuatro paredes de la 1930, autobiografía en la que narra sus vivencias desde 2010 hasta 2013.

A veces, los que están llamados a ser hijos de la historia sacuden los pilares de la tiranía y se atreven a cuestionar la incontestabilidad de lo establecido. Son espíritus nobles que entregan su vida a una causa; no buscan fama ni gloria, sino más bien al contrario, ya que saltan a la arena pública renunciando a la comodidad del anonimato. Se convierten en líderes muy a su pesar, cargando sobre sus hombros la losa de una responsabilidad que sienten ineludible.

Después de 16 años de exilio, Victoire Ingabire, presidenta de las Fuerzas Democráticas Unificadas (FDU Ikingi), regresó a Ruanda en 2010 con la intención de inscribir a su partido y participar en unas elecciones democráticas. Su propósito era cambiar el sistema político de su país, que considera dictatorial. “Vengo para lograr la paz y es la paz la que guiará mi acción política para erradicar la injusticia y para romper todas las cadenas que nos aprisionan” aseguró a su llegada. Ingabire pretendía movilizar a una sociedad silenciada en la que el miedo se ha convertido en un elemento cotidiano: “Despertad, renunciad al miedo y liberémonos pacíficamente”. Para Victoire, Ruanda solo puede reconstruirse a través de la reconciliación y de la unión de todos; la acción pacífica es la única salida para una tierra en la que no hay persona que no haya conocido el sufrimiento.

La anhelada reconciliación de Ruanda ha de pasar necesariamente por el reconocimiento de todos los crímenes cometidos en el país, sin ningún tabú, por “la necesidad de que todos los ruandeses vean de frente la verdad”. En el Memorial del Genocidio de Kigali, en Gisozi, Ingabire denunció que solo sean reconocidas las víctimas del genocidio tutsi y pidió honrar la memoria de los hutus asesinados en Ruanda y en el este de la República Democrática del Congo: “Debemos mostrar empatía con los sufrimientos de todos.” Su ideología fue acusada de divisionismo, de hacer apología del genocidio y de minimizar la masacre.

 

Presentación del libro ‘Entre las cuatro paredes de la 1930’, de Victoire Ingabire / Fotografía: Elena Sánchez Novoa

 

Después de un proceso plagado de irregularidades y carente de las mínimas garantías, como denunciaron en su momento diversas organizaciones como Amnistía Internacional, en octubre de 2010 la presidenta de las FDU Ikingi entró en prisión. A pesar de las presiones para que se declarase culpable, Ingabire, desde el primer momento, ha negado todos los cargos que se le imputan: “Yo lucho por la democracia y la reconciliación y no estoy dispuesta a arrodillarme por crímenes que no he cometido”. En un primer momento fue condenada a 8 años y, después de presentar un recurso, se amplió su pena a 15 años.

Desde la cárcel, Ingabire ha escrito Entre las cuatro paredes de la 1930, autobiografía en la que narra sus vivencias desde 2010 hasta 2013. El libro fue presentado en Madrid, en la Residencia de los Jesuitas, y contó con las intervenciones de Paloma García Varela, miembro de la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE) y de Ramón Arozarena Sanzberro, excooperante en Ruanda y campos de refugiados de Goma (RDC).

Al finalizar el proceso en Ruanda, Victoire se dirigió a la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, para recurrir la decisión del Gobierno ruandés. Paloma García recuerda los cuatro principios fundamentales que vertebran el recurso de Victoire: igualdad ante la ley, presunción de inocencia, independencia de los tribunales y libertad de opinión y expresión.

Recientemente se ha conocido la nueva fecha en la que tendrá lugar el juicio público: el próximo 16 de marzo. Desde octubre de 2014 hasta ahora se ha ido obstaculizando, de manera reiterada, el proceso en la Corte Africana. El año pasado, pocos días antes de la fecha inicial del proceso, Ruanda abandonó la Corte Africana, retirando el protocolo que permitía a cualquier ciudadano ruandés acudir a esta institución en busca de justicia.

En la presentación, Paloma García cuenta qué se ha hecho desde España a nivel jurídico. En primer lugar, se hizo llegar a todos los jueces de la Corte Africana un manifiesto de juristas, en el que se argumentaba por qué la retirada de ese protocolo no podía tener ningún efecto en el caso de Victoire. También se trató de presentar un amicus curiae, un informe de expertos juristas externos que fundamentara según el derecho internacional y los derechos humanos por qué, en este caso,  Victoire Ingabire debería ser absuelta, pero la Corte Africana no lo admitió.

 

Presentación del libro ‘Entre las cuatro paredes de la 1930’, de Victoire Ingabire / Fotografía: Elena Sánchez Novoa

 

La representante de la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE) hace hincapié en la importancia que tiene la presión internacional y la necesidad de visibilizar el caso de Victoire, de enorme peso político, ante la inminente celebración del juicio. Para que el proceso se desarrolle con las mayores garantías, es fundamental que sea observado y que los jueces sientan la presión de instituciones internacionales. Paloma García detalla qué acciones se están llevando a cabo en estos momentos. Su organización se ha puesto en contacto con el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y con observadores europeos para solicitar su asistencia al juicio de Ingabire. Al nivel de la sociedad civil también están en marcha iniciativas con un conjunto de colegios de abogados de Europa y África, europarlamentarios y diversas ONGs.

Ramón Arozarena asegura que “la única salida a la situación que atraviesa el país es el respeto a los derechos humanos, la democracia y la reconciliación.” De los últimos párrafos del libro de Victoire se desprende optimismo. Ingabire exhorta a sus compañeros a entrenar su paciencia y a mostrar una voluntad y determinación inquebrantables que materialicen el advenimiento de una nueva etapa. Victoire es consciente de los obstáculos y el largo recorrido que queda por delante, sin embargo, asegura: “Nada detendrá el viento del cambio, la marcha hacia la democracia está está en camino.”

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