«He elegido luchar para ser la voz de las mujeres silenciadas»

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Caddy Adzuba, periodista y activista congoleña

Desde su adolescencia, la periodista y activista congoleña Caddy Adzuba está comprometida con la defensa de los derechos humanos y la construcción de la paz en República Democrática de Congo (RDC). Esto le ha granjeado un gran reconocimiento internacional y la obtención de numerosos premios, entre ellos, el Premio Príncipe de Asturias en 2014. Este año, Manos Unidas le ha otorgado el Premio Internacional Manos Unidas 60 Aniversario por su compromiso con las mujeres en las zonas afectadas por el conflicto armado. En la sede de Manos Unidas, ha participado en una mesa redonda en la que fue también invitado el P. Aurelio Sanjuan, que vivió más de cuarenta años en RDC.

En una mesa redonda que fue organizada en la sede de Manos Unidas, Caddy Adzuba ha dado su testimonio sobre las atrocidades que viven las mujeres congoleñas, desde hace más de veinte años, en las zonas afectadas por el conflicto armado. Para contar la realidad de su país, Caddy se ha apoyado en los contenidos del artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que proclama la dignidad de todo ser humano sin discriminación de raza, color, sexo, lengua, religión, etc. A raíz de lo que está ocurriendo en el mundo, Caddy lamenta que el ser humano se haya vuelto más violento que el animal en la selva, refiriéndose a las guerras, la violencia, el racismo, la falta de aceptación del otro, etc. Para ello, ha invitado a la reflexión sobre qué se ha hecho con los derechos humanos.

Respeto a su país, Caddy ha afirmado que se experimenta la falta de respeto a la vida humana. La RDC se ha convertido en un campo de fútbol, donde los actores nacionales e internacionales buscan minerales, especialmente el coltán, creando guerras, violando, robando, matando al pueblo. Las mujeres son las que más sufren las consecuencias de la guerra.

Fotografía: Lwanga Kakule

Caddy se ha negado a denominar lo que sufren las mujeres de su país como «violencia sexual» porque, según cuenta, en RDC, esto se ha superado: «Cuando se habla de violación, desde vuestros diccionarios, quiere decir que un hombre fuerza a una mujer a tener relaciones sexuales. En mi país, lo que les hacen a las mujeres es tan atroz que se ha superado esta definición. Por la amplitud de la situación, lo llamaríamos “genocidio sobre las mujeres”; es un “feminicidio”». Las mujeres periodistas congoleñas fueron a la Corte Penal Internacional para pedir que estos actos sean reconocidos como tal y su petición fue atendida: «Logramos que la Corte Penal Internacional reconociera como crimen contra la humanidad la violación contra las mujeres en tiempo de conflicto».

Frente a la realidad que viven las mujeres en su país, la periodista congoleña cree que es necesario levantar la voz para denunciar. De allí, su compromiso: «He elegido luchar para ser la voz de estas mujeres silenciadas», declara. Como lo han perdido todo, estas mujeres precisan de la reconstrucción de sus vidas a nivel físico, psicológico, etc. Piensa que es fundamental la implicación de las mismas mujeres, su educación, su independencia económica, el acceso a la sanidad, la distribución equitativa de las riquezas del país y una paz duradera.

El temor de la activista congoleña es que, con los coches eléctricos para reducir la contaminación, el pueblo congoleño pague el tributo: «Ahora nos encaminamos hacia los coches que consumen electricidad. Para fabricarlos, se necesitará el coltán congoleño. Otra vez, será la sangre de los congoleños la que circulará en las baterías de los coches eléctricos».

Consciente de que lo que pasa en Congo no es solo un asunto de los congoleños sino de la humanidad, Caddy ha invitado a la implicación de la sociedad civil española y de todas las organizaciones:«Invito a la toma de conciencia de la sociedad civil española, a las organizaciones que trabajan por la defensa de los derechos humanos, sobre todo de la mujer, a unirse y a tener las manos unidas para apoyar los esfuerzos de las organizaciones locales, de manera que se cree un grupo de lobbying que haga incidencia a nivel internacional contra los actores políticos internacionales y las grandes empresas involucradas en la guerra en RDC, para que haya paz y que así la mujer recobre su dignidad».

Por su parte, el P. Aurelio Sanjuan, Misionero de África, ha hablado de su experiencia misionera en el país africano; llegó a él en 1966. Ha declarado que los cuarenta años que ha vivido en Congo han sido de conflictos y guerras. Vivió en carne propia las atrocidades de la guerra, especialmente en las ciudades de Kisangani y Bukavu, que fueron en varias ocasiones escenarios de guerras en las que se perdieron muchas vidas humanas. Según él, la guerra de Congo persiste porque está subvencionada por las grandes potencias como EEUU, que buscan sus intereses. Además, lamenta la mala gestión de los recursos naturales: «La causa de la pobreza de Congo es su riqueza y lo que le falta es una buena gestión de la misma».

Sanjuan corrobora el testimonio de Caddy sobre las atrocidades de la guerra en RDC, pero destaca que su experiencia en Congo ha sido muy positiva y que le ha marcado la generosidad y la alegría de la gente a pesar de las dificultades que experimentan en su día a día: «Los congoleños son gente pacífica. Los que hacen todos estos males al pueblo congoleño son los militares que han perdido la cabeza.  El congoleño, a no ser que esté borracho o drogado, le tiene miedo a la sangre».

El P. Aurelio destaca que Manos Unidas ha colaborado en muchos proyectos de desarrollo en las misiones donde él ha vivido, tanto en Congo como en Ruanda y Burundi. Según doña Icíar Peña, Coordinadora de Comunicación de Manos Unidas, que ha moderado la mesa redonda, los últimos cinco años, la ONG ha destinado siete millones de euros a los proyectos en RDC.

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