La broma, un arma contra el conflicto

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Por María Rodríguez / Uagadugú (Burkina Faso)

La parenté a plaisanterie en Burkina Faso
Habitual en la mayoría de los países del occidente africano, aunque con una especial presencia en Burkina Faso, la parenté a plaisanterie es una forma de relación entre personas y comunidades que afianza los vínculos entre grupos e individuos, pero que también se ha convertido en un efectivo método para la resolución de conflictos. Frecuente en la vida cotidiana, o en momentos relevantes como bodas o funerales, la plaisanterie también ha servido para afianzar relaciones entre diferentes países.

En un pueblo del norte de Burkina Faso, mientras cargan una pequeña furgoneta para llevar a los viajeros y sus pertenencias a la capital, Uagadugú, un hombre comienza a gritar a otro. Todos los presentes le miran curiosos, quieren saber qué le ha hecho enfadarse así. De repente, el hombre comienza a hablar con el que le estaba molestando y, poco después, empiezan a reírse, se dan la mano… El disgusto ha desaparecido por completo. Los enseres terminan de cargarse, todo el mundo ocupa su sitio y la pequeña furgoneta se pone en marcha sin problema alguno.

Entre los bambaras de Malí se conoce como senenkunya; en Burkina Faso, los mossis hablan de rakiré; en Costa de Marfil de toukpé; o gamu entre los wolof de Senegal y, por poner un punto final a esta larga lista de apelativos, entre los bantúes se llama utani. Se trata de una práctica social muy utilizada en África occidental –especialmente extendida en Burkina Faso– conocida por los francófonos como parenté a plaisanterie, que se podría traducir como una relación o un parentesco ‘en broma’. Consiste en un pacto entre familiares o etnias que permite dirigirse al otro a través de la crítica, la burla e, incluso, el insulto pero que, paradójicamente, permite que no se genere un conflicto entre ambos. José Morales, provincial de los Misioneros de África (PP. Blancos) en España hasta el pasado mes de junio, y misionero en Malí entre 1969 y 2011, define también en esos términos la senenkunya: “Es la relación tradicional de bromas y de servicio que existe en Malí entre diferentes familias ancestrales o entre diferentes etnias, que han sellado un pacto de ayuda mutua desde tiempos inmemoriales”.

Volviendo a la escena inicial, el hombre que estaba enfadado descubrió que el otro pertenecía a una de sus etnias aliadas en la broma. Como este tipo de parentesco impide que existan conflictos entre ellos, el hombre dejó la furia a un lado, intercambiaron insultos, se rieron, se dieron la mano e hicieron las paces.

Burkina Faso es un país que se siente orgulloso de conocer, después de casi 60 años de independencia, la estabilidad social y la ausencia de conflictos étnicos a gran escala como ocurre en otros países subsaharianos. El mérito se torna mayor cuando se tiene en cuenta la enorme diversidad cultural de este país, con 61 comunidades diferentes. Prácticamente todos están unidos entre sí por los lazos de este parentesco, lo que hace que no sea extraño escuchar a menudo a los burkineses en las calles bromeando y riéndose al decirse cosas como “La próxima vez os ponéis detrás, si estáis delante de los gulmances”; “Pues tú eres un alcohólico”, a lo que el otro responde “Y tú mi esclavo”; o bien esta interacción: “¡Ladrones, farsantes!”. Y, como respuesta, “¡Vosotros también!”. Y carcajadas.

En realidad, no hay ningún ladrón. Son dos miembros de etnias diferentes que, unidas través de la parenté a plaisanterie, se intercambian frases relacionadas con los aspectos de los que la tradición permite mofarse.

 

Un origen nada claro

El modo y el cuándo se creó este tipo de vínculo es difícil de conocer con exactitud. En muchas ocasiones se señala que fue establecido por los ancestros, mientras que otras veces se basan en mitos y leyendas. En cualquier caso, la ausencia de fuentes escritas en una cultura tradicionalmente oral, así como el subjetivismo de cada narrador, suelen hacer que varíen. Muchos de estos parentescos tienen origen en el modo de vida de las comunidades. Así, por ejemplo, se dice que los ­peúles y los yargas –dos etnias que viajan constantemente, unos por ser pastores nómadas y otros comerciantes– terminaron creando entre ellas la solidaridad del parentesco. Existen, también, hechos o momentos históricos en el origen de esta práctica entre ciertos grupos. Momentos en los que, por ejemplo, dos etnias diferentes debían compartir un mismo espacio y los desacuerdos llevaban a un conflicto. Como señala Albert Ouédraogo, profesor titular de Literatura Oral Africana en la Universidad de Uagadugú, “en algún momento alguien vería que era necesario comprenderse y pondría en marcha esta práctica: la guerra a través de las palabras”.

Es el caso, según explica el profesor Alain Joseph Sissao en su libro Alliances et parentés à plaisanterie au Burkina Faso, de las etnias que migran en busca de tierras fértiles para sus cultivos y las que lo hacen para encontrar pastos suficientes para sus rebaños. Cuando alguno de esos grupos quiere poseer exclusivamente una región surge el conflicto. En este sentido, a través del parentesco de broma, los djan y los dagaras han establecido un mismo mercado para el intercambio de productos. “La práctica de comprarse unos a otros y de producir y consumir los unos con los otros, crea un clima de paz y de enriquecimiento mutuo gracias a la alteridad”, escribe Sissao. Por otro lado, también las alianzas matrimoniales y la proximidad geográfica son hacedoras y origen de la parenté a plaisanterie.

Estas alianzas de parentesco se pueden dar de diferentes maneras. Por un lado, por los propios parientes de sangre y, por otro lado, entre dos etnias, entre dos regiones, entre dos pueblos de una misma provincia, entre dos barrios de un mismo pueblo, entre grupos sociales dentro de una misma etnia, e incluso, entre portadores de apellidos diferentes. Como dice el profesor Ouédraogo, “el parentesco en broma permite a gente de diferentes edades, clases sociales y estatus bromearse cuando, por regla general, las bromas se hacen entre amigos de la misma edad y clase social”.

Señala Sissao que el intercambio de juegos verbales es “una simulación de la guerra con vistas a la paz: los dos antagonistas están ligados por un pacto mítico de no agresión”. En este sentido, la parenté a plaisanterie “aparece como una instancia de reconciliación y de pacificación que garantiza tanto en el exterior como en el interior la cohesión y la estabilidad de los clanes comprometidos” y, por otro lado, “constituye una escuela de retórica donde el individuo aprende el arte de hablar y de defenderse verbalmente” desde pequeño.

Estos juegos, que se asimilan desde niños a través de los abuelos y los padres, se desarrollan bajo un intercambio de frases codificado por la tradición, aunque también hay creaciones modernas que la enriquecen y que muestran cómo esta práctica ancestral sigue viva. Así, una conversación, bajo este contexto, entre un miembro de la etnia bobo y un peúl sería algo así: “El peúl es un esclavo, es un mono, el mono es el abuelo del peúl”. A lo que este responderá: “El bobo es feo, es un bebedor de cerveza y un comedor de orugas”. Haciendo referencia al esclavismo entre grupos en el pasado, un gulmance puede decir a un ­yaadga: “Mi esclavo, cautivo, ven aquí, tus parientes no tienen nada, yo te compro, ven, mi perro extraviado…”. Y un yaadga a un gulmance: “Si no es a causa de la arena, gulmance, tú no conoces nada, tú no sabes ni cómo buscar el dinero”.

En el parentesco de broma moderno encontramos también cómo los ciudadanos de Saponé pueden utilizar esta expresión: “Las gentes de Manga son brujos, se transforman en electricidad, no tienen necesidad de corriente”. Mientras, los vecinos de Manga dicen a los de Saponé que “cuando Gadafi preguntó a las gentes de la región lo que querían, algunos dijeron que querían escuelas, otros dispensarios. En cuanto a las gentes de Saponé, respondieron que querían arroz”.

 

Una de las prohibiciones expresas del parentesco de broma son los insultos hacia las madres. En la imagen, una mujer vende fresas en un mercado de la capital burkinesa / Fotografía: Getty Images

 

Las normas del parentesco

No obstante, también hay prohibiciones que regulan el parentesco de broma entre individuos, etnias y grupos sociales. Por ejemplo, están prohibidas las relaciones sexuales entre ciertos grupos, con el objetivo de “salvaguardar la base de la sociedad y evitar una disfunción”, señala Sissao. También pueden estar prohibidas entre grupos de una misma etnia, entre etnias o personas de una misma etnia. Del mismo modo, en algunos grupos no está permitido burlarse haciendo alusión al defecto físico de un individuo. También se prohíben los insultos hacia la madre en la mayor parte de los grupos. Y una prohibición indispensable: verter sangre de un pariente o aliado en broma, pues se rompería el pacto.

Las alianzas y el parentesco de broma también existen más allá del intercambio verbal. Así, están presentes en la celebración de un matrimonio, entre las familias del hombre y la mujer; en los entierros, entre la familia del fallecido y sus aliados; en el momento de la siembra y las cosechas, y en las ceremonias de iniciación. Según cuenta Ouédraogo, “los parientes de broma intervienen, sea en un momento de alegría o de tristeza. Y cuando hay un conflicto a resolver también se les llama”. Así, a un extranjero le llama especialmente la atención toda la teatralización social que hay en relación a los funerales. Y es que en algunas etnias hay miembros de este parentesco de broma que entran en la tumba antes de que se introduzca al fallecido, lo que impide que se le entierre hasta que se pague a esta persona la suma que pida.

Ouédraogo ríe cuando cuenta que una vez un cadáver desapareció. “Se lo había llevado uno de los parientes de broma con el coche. Ya no había que llorar porque no había muerto y había que pagarle para que mostrara dónde se encontraba el difunto”. Explica, además, que hay aliados de broma que van al entierro y cantan como si fuera una boda, como si fuera un momento alegre. Cuando se le señala al entrevistado que, en apariencia, es un acto de mal gusto, responde que todo lo contrario: “Es de muy buen gusto. Sobre todo cuando una persona vieja ha fallecido, pues es un momento en el que vuelve con sus ancestros, por lo que debe tener lugar una fiesta. El parentesco de broma muestra que la vida continúa”. Efectivamente, lo que se pretende, según explica Sissao en su libro, es banalizar la muerte, desdramatizar la situación, divertirse y hacer reír para relajar la atmósfera.

 

La plaisanterie en la historia

Ouédraogo da dos ejemplos de cómo el parentesco de broma ha intervenido en momentos de la historia reciente de Burkina Faso. El primero hace referencia al conflicto fronterizo entre Malí y Alto-Volta (Burkina Faso). Sucedió en los tiempos en los que Moussa Traoré era el presidente maliense y Sangoulé Lamizana su homólogo en el país vecino. Para resolver esta crisis el presidente de Guinea, Sékou Touré, que hacía de mediador, los recibió en Conakry. Una vez reunidos, dispuso a su griot, Kouyaté, para que cantara antes de empezar la ceremonia. El griot mostró en su canción que ambos presidentes estaban vinculados por el parentesco de broma, y antes de que terminara de cantar ambos se levantaron, se saludaron y reconciliaron.

El segundo ejemplo del profesor Ouédraogo se ocupa de cuando el presidente Lamizana llegó al poder. Su antecesor, Maurice Yaméogo estaba en conflicto con los jefes tradicionales, fruto de la colonización y las independencias. Lamizana era de la etnia samo y los jefes tradicionales eran mossis. Como estas etnias son parientes de broma, no podía haber conflicto entre ellos.

Este tipo de parentesco es, como expresa Sissao, “una práctica que permite divertirse y olvidar un poco los problemas cotidianos”. Muchos piensan que es “una biblioteca histórica que es necesario mantener para salvaguardar la paz social y la calma en Burkina Faso”, pues permite la cohesión social, y por la cual, además, “se pueden decir ciertas verdades que incluso si hacen mal y hieren, se toleran”. Esta práctica refuerza la solidaridad interpersonal y étnica, cultiva el civismo, el respeto por el otro y permite regular las tensiones sociales. Así, como dice Ouédraogo, hay que tener presente que “es necesario que el parentesco de broma se utilice antes del conflicto para prevenirlo o después para reconciliar, pero no funciona durante el mismo. En ese momento no se razona”. Como señala Sissao, “la alianza y el parentesco de broma son, de hecho, el código penal para regular de manera tradicional los conflictos entre poblaciones”.

La parenté a plaisanterie forma parte de la cotidianidad de los burkineses. Incluso después de la muerte, la broma continúa. Así, según cuenta Sissao, antes, cuando un baribe moría, un ferobe podía decir: “Ya está, te has ido, pobre tipo. Tu astucia se ha terminado ahora. Si tú no has dejado nada, yo tomaré a tu mujer, oye. Puedo bailar sobre tu tumba, no está prohibido. Hago lo que quiero”. Y carcajadas.

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