Netflix y la era de las historias africanas

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La plataforma globaliza películas y series que muestran un rostro diferente del continente

Los contenidos de la plataforma multinacional están batiendo récords dentro y fuera de las fronteras del continente. Son películas en las que el África lacrimógena con desafíos sin resolver son sustituidas por historias donde predominan el amor, la osadía, la juventud y las urbes que crecen a un ritmo trepidante. Es el tiempo de Netflix África.


Se estrenaba en febrero, y semanas más tarde, con la pandemia y el consumo masivo de contenidos a través de Internet, se convirtió en una especie de bálsamo contra las dudas en el continente africano y fuera de él. Una espía insertada en una trama internacional, al mismo tiempo que un drama sobre la mayoría de edad, ambientada en un mundo tan rico, hermoso y complejo como el país en el que se creó: Sudáfrica. Los diálogos en inglés, mezclados con xhosa, zulú, afrikaans, yoruba y suajili, son solo uno de los complementos de esta apuesta plural con escenas en Lagos, Soweto, Zanzíbar y Johannesburgo, sede del cuartel de las operaciones.

Hablamos de Queen Sono, una muestra de las habilidades creativas del realizador Kagiso Lediga y la primera serie producida en África por el gigante de contenidos Netflix. El personaje principal, interpretado por Pearl Thusi, también ha sido importante para la publicidad de la plataforma estadounidense, ya que la modelo y empresaria es también una de las actrices más brillantes de la nación del arcoíris. Como ella misma declaraba en una entrevista con motivo del lanzamiento de la serie: «Controlar la narrativa es realmente importante porque estamos cansados de ver, en particular, solo historias de lucha». De eso se trata: voltear la mirada. Cambiar el foco. Revertir el porcentaje de oscuridad por el de luz. Y apostar por la creatividad made in África.

Aquí el binomio es relativamente fácil de entender. En primer lugar, el consumo de películas desde el sofá de casa –para tragedia de las salas de cine– es un modelo cada vez más demandado y tiene como cabeza pensante a Ted Sarandos, jefe de contenidos de Netflix, quien cuenta desde hace poco, para su división africana, con la keniana -Dorothy Ghettuba. En segundo lugar, la COVID-19 ha evidenciado que, si realizas una apuesta atrevida a tiempo, dejas noqueado al personal. Y en este caso para bien. Los seis primeros meses del año 2020, la compañía ha ganado 26 millones de abonados, alcanzando los 192,9 millones de suscriptores. Un buen número no solo para vender contenidos, sino para aventurarse en moldear las percepciones del mundo. 




Fotograma de Lionhearth. Fotografía: Netflix



Comprender la era de Netflix

En 1984, El show de Bill Cosby ponía de manifiesto que las payasadas familiares del clan Huxtable –el nombre que recibía la familia de Cosby en su serie– eran un diamante en bruto. Durante al menos cinco temporadas fue un éxito nacional a pesar de la grieta racial y la invisibilización de la afrodescendencia en la pequeña y gran pantalla estadounidenses. 

Cosby abrió la veda en las principales cadenas –NBC, ABC o Fox–para el bum de las comedias y los programas de sketches de los años 90, que después irrumpieron con fuerza y éxito en Europa –fue el caso de España– o Latinoamérica: El príncipe de Bel-Air, Cosas de Casa o Arnold. La importancia radicaba en que los creadores y escritores de estos programas de entretenimiento estaban en posición de contar sus experiencias e historias sobre la propia comunidad negra en horario de máxima audiencia. Lo habían conseguido. 

Sin embargo, al cine le quedaba todavía mucho camino por recorrer hasta la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca en 2009. Durante sus ocho años en el poder, el número de películas con temática afrodescendiente creció exponencialmente. Una doble legislatura que coincidió con el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto para la actriz de origen keniano -Lupita Nyong’o por su interpretación de Patsey en 12 años de esclavitud. Pero por cada buena noticia hay un colapso a la vuelta de la esquina. No ha sido hasta la irrupción de las plataformas de consumo de películas a través de Internet cuando se ha vuelto a reactivar esta lógica de éxito y búsqueda de nuevas audiencias sin más barreras que la propia brecha digital.



Fotograma de Rescue. Fotografía: Netflix



África y sus circunstancias

En el caso africano, el cambio de paradigma con la televisión y el cine llegaría en la década de los 90 con la irrupción del vídeo y más tarde del cine digital. Ya no hacía falta depender de laboratorios y estudios profesionales vinculados a las antiguas metrópolis (Londres y París, especialmente) para tratar los rollos de celuloide. Con las cámaras domésticas, el contenido audiovisual en África cambió radicalmente: las telenovelas venezolanas y mexicanas, así como las películas de artes marciales asiáticas o los wéstern estadounidenses pasaron a un segundo plano. Una nueva revolución estaba en marcha, pero de consumo africano. Hoy, con la era de Netflix, el cuento es otro bajo la lógica de «desde África al mundo». 

La confianza que la plataforma ha depositado en -Ghettuba, con una larga experiencia en el sector audiovisual keniano, y ahora responsable de títulos originales internacionales de Netflix en África, está dando sus frutos. Ella llegaba en plena expansión de la multinacional en 2016 y generaba una pregunta evidente: ¿qué significa esto para el contenido africano en Netflix? La respuesta llegaría en 2018. Se estrenaba –Lionheart, con la estrella de -Nollywood -Genevieve Nnaji debutando en la dirección y protagonizando la primera ficción africana original de la plataforma digital. 

A comienzos de 2020 se abría la puerta a Atlantics, de la -francosenegalesa Mati Diop, quien obtuvo el Gran Premio de Cannes en 2019 por esta mirada a la migración desde Senegal. Atlantics está disponible online gracias a la compra de los derechos de reproducción. 

El mercado en el que han puesto el foco parece ser el anglófono, con decenas de títulos nigerianos, sudafricanos y alguna propuesta divertida desde Ghana como Potato -Potahto. Pero esto no ha hecho más que comenzar. A finales de julio se estrenaba la película mozambiqueña Rescue, de Mickey Fonseca, la primera producción de un país africano que se muestra en Netflix con el portugués como idioma oficial, y una de las pocas películas independientes producidas en el país.

El pasado mes de mayo, coincidiendo con las semanas más críticas de la pandemia en Europa y con la celebración del día de África, Netflix abría la colección «Hecho en África», con más de 100 títulos, incluidas películas y programas más antiguos, así como productos originales como la mencionada Queen Sono o ¿Cuánto pesa la sangre?, la última serie producida y que se estrenaba al mismo tiempo en 190 países. Esta ficción para adolescentes se sitúa en el entorno de un instituto para estudiantes de élite y narra las aventuras de Puleng Khumalo, una chica de 16 años que investiga la desaparición de su hermana al nacer, 17 años atrás.



Cartel promocional de Queen Sono. Fotografía: Netflix



El futuro que viene

Entre los próximos lanzamientos se podrán ver adaptaciones literarias aclamadas por la crítica gracias al acuerdo de colaboración al que ha llegado Netflix con la filántropa y productora nigeriana Mo Abudu: la obra La muerte y el caballero del rey (1974) ambientada en la colonización británica de Nigeria, del Nobel -Wole -Soyinka, y la aclamada The -Secret -Lives of Baba Segi’s Wives (2010) de la poeta y activista nigeriana Lola -Shoneyin, que mostraba una mirada visceral sobre la poligamia, entrarán en este proyecto.

Hay un hilo invisible que une los contenidos. No son meramente historias africanas, diferentes en el plano cultural, sino que son películas que comparten la esencia de la vida. Historias de superación y esperanza que logran, al tiempo que cautivar a una audiencia global, mostrar otra cara del continente hasta ahora monopolizada por la mirada desenfocada del todopoderoso Hollywood. No se sabe hasta cuándo, pero de momento, la plataforma ha conseguido acercar una África, hasta ahora oculta e inaccesible, a millones de hogares de todo el mundo.   


El actor Nkem Owoh y la directora y actriz Genevieve Nnaji, de la película Lionhearth, durante el Festival Internacional de Cine de Toronto de 2018. Fotografía: Netflix








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