Silas Siakor: Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2018

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El activista liberiano tiene una larga trayectoria en la lucha por la protección del medioambiente, los derechos de las comunidades y la justa gestión de los recursos naturales. En reconocimiento, recibirá el galardón durante el XXXI Encuentro África que se celebrará del 1 al 3 de febrero en Madrid con el lema «Somos de la tierra. Ecología en África y el mundo».

No podemos permitir que las compañías multinacionales destruyan nuestros bosques. Porque cuando lo hacen, cuando derriban nuestros árboles y arrasan la tierra, están derribando a nuestra gente y arrasando sus vidas». Silas Kpanan’Ayoung Siakor pronunció estas palabras desde un atril en San Francisco el 24 de abril de 2006, durante la ceremonia en la que se le entregó el Premio Medioambiental Goldman. Este galardón, conocido como el Premio Nobel Verde, se otorga cada año para visibilizar el trabajo de los defensores de la naturaleza. Silas Siakor (1970) lleva muchos años luchando por la preservación del medioambiente y los derechos de las comunidades rurales en Liberia, amenazadas por la corrupción y la acción depredadora de las multinacionales extractoras de recursos.

El bosque tropical de Liberia es uno de los entornos naturales más importantes de África occidental. Es hogar de casi la mitad de las especies de mamíferos que hay en África. Silas creció en una comunidad junto a este bosque y pasó de niño muchas horas corriendo entre los árboles, nadando en los arroyos o buscando alimentos. En aquel tiempo la gente proyectaba una Liberia próspera y él soñaba con que su país se convertiría en algo muy diferente de lo que es hoy. Tenía tan solo diez años cuando el sueño empezó a difuminarse tras el golpe militar que inició un periodo de inestabilidad política y violencia para Liberia que se extendió durante 25 años, con dos conflictos armados: el primero entre 1989 y 1996; el segundo entre 1999 y 2003.

Durante la guerra, Silas se implicó en la distribución de ayuda humanitaria entre la población más afectada. Posteriormente, dentro de una organización no gubernamental de desarrollo, comenzó a realizar visitas a comunidades en el entorno rural. Escuchando a la gente conoció el drama de la tala ilegal de árboles que estaba devastando los bosques y desplazando violentamente a la gente. Se sintió llamado a hacer algo que cambiara la situación.

 

Denuncias de corrupción

Junto a un equipo de activistas fundó el Sustainable Development Institute (SDI) en el año 2002. Su objetivo principal era, y sigue siendo, poner en marcha mecanismos que garanticen que las comunidades reciben una parte justa de los beneficios derivados de la explotación de los recursos. Las investigaciones del SDI probaron que el entonces presidente Charles Taylor tenía acuerdos secretos con empresas extranjeras que les permitían la tala ilegal del bosque y la exportación, y que los beneficios obtenidos estaban siendo utilizados para pagar una guerra que costó la vida a más de 150.000 personas. El grupo de investigadores documentó cómo las milicias privadas de las compañías llegaban a las aldeas, detenían a la gente, daban palizas, violaban a las mujeres y destruían sus casas para despejar el territorio, construir sus carreteras y extraer la madera. Toda la información recopilada fue remitida a diferentes organismos, entre ellas Naciones Unidas. Como consecuencia, la ONU impuso una prohibición para la exportación de los recursos forestales liberianos. El miedo por las amenazas que recibió Silas al publicarse la información le forzaron a salir de país durante una temporada.

Con la elección de Ellen Johnson-Sirleaf en 2006 parecía abrirse una nueva era. La presidenta paralizó las concesiones a las compañías extranjeras hasta que se produjera una reforma en el sector maderero que reportara un beneficio para la población local. Actuaciones como esta llenaron de optimismo a Silas. Pero la alegría no duró mucho. El SDI volvió a recibir datos que revelaban más talas ilegales y abusos. Y también otros casos de corrupción, como el desvío de fondos destinados a paliar la crisis de ébola de 2014. El documental Silas, dirigido por la canadiense Anjali Nayar y la keniana Hawa Essuman, muestra cómo el SDI ha estado desarrollando su trabajo de investigación a través de una revolucionaria aplicación para teléfono móvil llamada TIMBY (This Is My Backyard –este es mi patio trasero–), que permite reportar con una foto, un vídeo, un audio o un texto lo que está ocurriendo en cualquier rincón del mundo. Gracias a esta plataforma, que ya se utiliza en otros países como Kenia o Chile, se han podido obtener pruebas sobre diversos casos de corrupción y emitir denuncias. «El Gobierno gestiona los recursos naturales de Liberia. Y muchos coincidirán conmigo en que nunca lo ha hecho en beneficio de la gente», se escucha decir a Silas al comienzo del documental. En otra escena, mientras recuerda su infancia en medio del bosque, lamenta: «Ahora miras a tu alrededor y todo está desapareciendo gradualmente». Su voz serena se superpone a un plano general de un paisaje sin árboles. «El bosque es todo lo que ellos tienen. Dependen de él para conseguir sus medicinas, sus proteínas o su fruta».

Silas es una de esas personas que trabajan incansablemente por el bien común, sensible a las injusticias y cercano a la gente, especialmente a los más afectados por un sistema corrupto y voraz. Una larga vida de activismo, hablando con las comunidades, cotejando datos, impartiendo conferencias y pensando estrategias para una gestión adecuada de los recursos. Ha insuflado fuerza y ha dotado de herramientas a la población local para que esté vigilante, conozca sus derechos y los defienda. Hace un par de años decidió dar un paso más y entrar en el campo político. «Es posible tener un buen liderazgo, porque lo he visto. Es posible tener buenas escuelas y buenos centros de salud. Hay que preguntarse por qué es diferente en Liberia», dice en el documental. El próximo mes de febrero Silas asistirá al Encuentro África para recoger el premio MUNDO NEGRO a la Fraternidad 2018 que cada año concede esta revista. Allí tendremos la oportunidad de escuchar directamente su experiencia y su mensaje.

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