Sofía Brewah: «El cabello afro es parte de nuestra historia»

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Sofía Brewah, enfermera y emprendedora


«Tengo 40 años. He nacido y vivo en Madrid. Mi madre es española y mi padre de Sierra Leona. Soy enfermera de profesión y tengo un negocio online de venta de productos para el pelo afro que se llama Sofía Black, «Sofía» por mi nombre y «Black» por el punto afrodescendiente». 







¿Cómo nace Sofía Black?

Comencé la tienda hace unos diez años con mi compañero, que es diseñador gráfico, en un momento en el que yo estaba buscando productos específicos para mi cabello pero no encontraba ninguna tienda aquí, en España. Mirando atrás, estoy contenta con el resultado que hemos tenido de todos estos años porque muchas personas han podido cuidar de su cabello. Y otros que tenían hijos afrodescendientes y se encontraban con un cabello que jamás habían tocado, gracias a nuestro asesoramiento y a nuestras charlas personalizadas empezaron a conocerlo. 



¿Cuándo te empieza a interesar el tema del cabello?

Viene desde muy atrás. Desde pequeña, el cabello afro siempre ha sido un estigma. Mi madre es blanca y nosotros somos cuatro hermanos, yo la pequeña. A mis hermanos se les cortaba el pelo y punto, pero a mí no, y las mujeres afrodescendientes que se encontraban en el círculo de mi familia decían que yo no podía llevar el pelo natural y que había que desrizarlo. Y empezó el proceso de alisamiento en las peluquerías, que a menudo provoca quemaduras en la cabeza. Así que, desde pequeña, fui interiorizando que mi pelo, tal y como es, no es bonito.  

¿Te acomplejaba tu pelo?

Lo comparaba mucho con el de otras niñas. Mis amigas me decían cosas como que mi pelo no se movía, y ese tipo de comentarios me fueron haciendo mella, porque yo quería ser como ellas. No crecí en un entorno con muchas niñas afrodescendientes. De hecho, en mi colegio éramos mis hermanos y yo, y otras dos niñas que eran hermanas. Veía en la tele a chicas con el pelo afro y me encantaba, pero no sabía que yo misma también lo tenía. Mi cabello es muy rizado y cada vez que iba a la peluquería lo que recibía no eran precisamente halagos. «¡Uf, la chica del pelo súper duro!». Las peluqueras me decían que mi pelo era malo y, aunque no lo exteriorizaba, se fue creando un pequeño complejo. 



Sofía Brewah el día de la entrevista. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo


¿Qué te hizo empezar a pensar de otro modo?

A los 20 años empecé a ver en Internet vídeos de chicas estadounidenses, inglesas, francesas, que se hacían lo que se conoce como the big chop, «el gran corte». Decidían raparse la cabeza y empezar una transición para dejarse su cabello natural. Y pensé que si ellas podían, yo también, así que me rapé e inicié un proceso nuevo para conocer a mi verdadero yo. Fue un momento liberador. Jamás había visto mi pelo natural, y aprendí a respetar que es algo de lo que he heredado de la parte africana de mi familia. Ahora siento mi pelo como algo reivindicativo. Y lo mejor de todo es cuando voy por la calle y una niña me mira y se da cuenta de que tengo el pelo como ella. Ahora ya son un montón de chicas las que llevan su pelo natural; ha surgido un movimiento que, de una manera silenciosa, está cambiando las cosas para las futuras generaciones. Las niñas pequeñas que ven a tantas chicas con el pelo natural ya no lo van a percibir como un estigma. Los adultos tenemos más medios para gestionar los conflictos, pero es muy importante que los niños, que son inocencia pura, crezcan sabiendo que no pasa nada por tener el pelo afro. Es una revolución silenciosa, muy extendida y con mucho poder. Una manifestación de nuestra fuerza y nuestra reivindicación como afrodescendientes. 

Por eso te animaste a publicar también el cuento infantil ilustrado La magia de Sisí. 

Lo pensé después de tener mucho contacto con padres de niños afrodescendientes que tenían dificultades para tratarles el pelo y que me decían que no sabían cómo hacerles ver en casa que su pelo era bonito, pero es que casi todos los afrodescendientes hemos sufrido en el colegio algún comentario negativo relacionado con nuestro cabello. Y pensé que, más que con las palabras que les pueda decir un adulto, sería mejor que lo vieran en un cuento, a través del dibujo de Sisí, una niña con una cara inocente, natural y feliz en la que se pueden ver reflejados. Soy madre, estoy muy volcada en mis hijas y creo en la importancia de empezar desde cero. Hay muchas activistas afrodescendientes que se mueven en redes sociales o en la prensa escrita, pero, ¿y los niños? La manera más fácil de transmitirles un mensaje es con los cuentos y en el personaje de Sisí pueden verse reflejados, empoderarse ya desde pequeñitos y sentir que su pelo es bonito y versátil. Este es mi granito de arena. 

Sofía Brewah el día de la entrevista. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo
Las personas afrodescendientes decís a menudo que mucha gente se siente con el derecho a tocaros el pelo. 

Es cierto. El pelo es una parte más del cuerpo y tú no le tocas a nadie el cuerpo sin su permiso. No puedes invadir su intimidad, es una agresión. Pero a nosotros nos ocurre. Recuerdo que hace unos ocho años, durante una fiesta multitudinaria, un montón de gente empezó a tocarme el pelo, no sabía de dónde me venían las manos, y tuve una pequeña crisis de ansiedad. Nos pasa mucho. ¿Quién tiene el derecho a tocarme e invadir así mi intimidad? El problema es que se ha heredado la idea de considerar a las personas afrodescendientes como de segunda clase.

¿Y eso está cambiando?

Todavía hay que hacer mucha educación y concienciar a la gente. Lo bueno es que cada vez más personas llevan su cabello afro natural y está dejando de ser algo poco frecuente que llame tanto la atención. Pero sigue habiendo mucha gente que se ve con el derecho a tocarte. Es inconcebible. ¿Qué podemos hacer? Deconstruir y volver a construir la mente, una decisión que tiene que tomar cada uno de manera individual. 

En la tienda online habéis incluido un apartado sobre «Historia negra». ¿Por qué?

Para no desvincular. El hecho de que tengas el cabello afro es parte de tu historia, y no queremos que se pierda el nexo de unión entre lo estético y lo ideológico. En esta sección hablamos de algunas de las personalidades a las que admiramos. Es nuestro pequeño espacio de reconocimiento para que otras personas puedan descubrir a estos referentes.


Sofía Brewah el día de la entrevista. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo


¿Quién ha sido un referente para ti?

En el campo de la estética, C. J. Walker, una mujer que a principios del siglo XX, en Estados Unidos, creó un imperio de productos destinados a la mujer afrodescendiente empezando desde la nada. Comenzó poco a poco, vendiendo puerta a puerta, hasta que la comunidad negra que la rodeaba vio la calidad de sus productos, y acabó convirtiéndose en la primera mujer millonaria afrodescendiente. Su historia de lucha, con todos los problemas a los que tuvo que enfrentarse, puede verse en una serie de Netflix. 

¿Qué les dices a tus hijas sobre todo esto?

La base principal sobre la que los niños construyen su visión del mundo está en casa. La educación es fundamental. Si en casa haces algún comentario despectivo hacia una persona por su condición física, a los niños se les va a quedar. Yo a mis hijas les digo: «Tú viste como quieras, hazte lo que quieras y sé como quieras mientras seas feliz y respetes a los demás». Punto. Que sean como quieran ser, no como les digan los demás que tienen que ser. Que sepan que nunca van a ser iguales que sus amigas, que son únicas y especiales. Y siempre tratando con respeto a los demás. Con sus juguetes intentamos que haya diversidad, no solo que tengan muñecos afrodescendientes, sino también con vitíligo o en silla de ruedas, para que desde pequeñas vean que es algo normal. Somos como somos. Si todos lo hiciésemos así, incluso mejor de lo que lo hago yo, creo que el mundo sería distinto. 

¿Permanece en la propia comunidad afrodescendiente ese rechazo al pelo natural?

Sigue estando muy presente. Al final, la esclavitud, todo lo que tuvieron que sufrir los esclavos y cómo tuvieron que europeizarse para pasar más desapercibidos o ser mejor aceptados, no está tan lejos. Lo seguimos heredando y tendrán que pasar muchos años para que nos vayamos deconstruyendo y que cada uno se invente sus propios cánones de belleza. No tenemos que permitir que nadie nos diga cómo tenemos que ser. Las chicas afrodescendientes no tenemos por qué llevar el pelo igual. La que lo quiera corto, que lo lleve corto, o con rastas, o que se lo alise, pero siempre y cuando partamos de que el cabello afro no es malo. Hay que derribar los cimientos en los que se basa el concepto de la estética para las mujeres, también para los hombres, afrodescendientes. Y cuando empecemos a levantar nuestros propios cimientos, llegará el cambio. Pero aún hay muchas columnas que derruir. 

 




CON ELLA

«La magia de Sisí es mi granito de arena en esta lucha, dirigiéndome sobre todo a los niños. En el cuento, a través de sus ilustraciones, los padres pueden encontrar una guía para conversar con sus hijos y que sea un poco más sencilla la manera de decirles «tienes el pelo así por la parte africana que te corresponde»»



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