Sudán del Sur: una nación que ansía LA PAZ

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1. Un nación joven en conflicto

Situado en el corazón de África, Sudán del Sur se independizó de Sudán el 9 de julio de 2011, después de un largo período de 21 años de guerra civil, y ahora es la nación más joven del mundo. La historia reciente de Sudán del Sur habla de rebeliones, división, violencia y luchas de poder entrelazadas con algunos periodos de relativa paz y reconciliación. Dos años después de la independencia, estalló otra guerra, y ahora los pueblos de Sudán del Sur desean nuevamente y esperan la paz.
Sudán del Sur es un país con una gran pluralidad cultural y con abundantes recursos naturales. Es el hogar de 63 comunidades étnicas oficialmente reconocidas y su subsuelo está lleno de enormes depósitos de petróleo y otros recursos minerales. Uno de los principales recursos naturales del país es el río Nilo, que proporciona agua a la población, pesca y también transporte.

La economía de Sudán del Sur depende en gran manera del petróleo, el ganado, la agricultura, la pesca y los negocios privados. Es una de las economías más débiles y menos desarrolladas del mundo. A pesar de ser una región productora de petróleo, Sudán del Sur es uno de los países más pobres del mundo. Hay pocas infraestructuras y la mayoría de los hogares no tienen electricidad ni agua corriente. El desempleo, la mortalidad materna y la tasa de analfabetismo femenino son muy altos y la inseguridad es una gran preocupación.

Después de 21 largos años de guerra civil con el Sudán, en enero de 2005 se firmó un acuerdo de paz entre Sudán y Sudán del Sur. Este acuerdo permitió a toda la región poder disfrutar de un periodo de paz relativa. La independencia proclamada en 2011 trajo consigo un poco más de estabilidad con esperanzas de paz y prosperidad duraderas. Al país se le encomendó la enorme tarea de construir la nación y de encontrar caminos de paz, unidad y desarrollo.

Sin embargo, dos años y medio después de la independencia, el país volvió a la guerra. Las tensiones se acumulaban entre el gobierno y el partido del SPLM. El gobierno del país no pudo resolver sus diferencias a través de un diálogo pacífico y el 15 de diciembre de 2013 un brote de violencia comenzó en Juba, la capital del país. El Ejército se dividió entre las fuerzas leales al presidente Salva Kiir y su gobierno y las fuerzas leales al ex vicepresidente, el Dr. Riek Machar. Con ello se daba inicio a un nuevo conflicto en esta joven nación.

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2. Las consecuencias de dos años de guerra

El conflicto, cuyas raíces son de naturaleza política y posiblemente motivadas por intereses privados y de grupos, comenzó el 15 de diciembre de 2013, se extendió rápidamente por todo el país y pronto se convirtió en una brutal guerra civil con millones de personas desplazadas, decenas de miles de muertos, pueblos enteros incendiados, propiedades públicas y privadas saqueadas y destruidas, familias y comunidades divididas, mujeres violadas y niños reclutados para convertirse en soldados.
Según el Departamento de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), desde diciembre de 2013, este conflicto ha destruido las vidas de millones de sursudaneses y ha creado más de 2,3 millones de desplazados. Cerca de 1.6 millones son desplazados internos en Sudán del Sur y más de 600.000, están refugiados en países vecinos. Cerca de 200.000 personas, están viviendo en alguna de las seis bases de protección civil (POC, por sus siglas en inglés) que tiene la Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS).

También la economía del país se ha visto gravemente afectada. Antes de la crisis, más de la mitad de la población de Sudán del Sur vivía por debajo del umbral de la pobreza. Esta situación de pobreza, ha empeorado con el estallido del conflicto. Sudan Tribune, un medio de comunicación digital local, ha informado de que los precios de los productos básicos esenciales, se han más que cuadruplicados en el país. Según su informe, la economía de este país devastado por la guerra, está a punto de colapsar. Las instituciones financieras internacionales han advertido que si no se forma un gobierno de transición de unidad nacional, para atraer la ayuda exterior y poder inyectar cientos de millones de dólares en la economía de Sudán del Sur, hay serias posibilidades de que la economía se derrumbe pronto.

En la misma línea, el Instituto Sudd, un instituto de investigación de Sudán del Sur para la paz y el desarrollo, ha hecho un estudio de la situación económica actual y ha indicado que desde la interrupción en la producción de petróleo en el año 2012, se han sucedido numerosos informes de robos e incluso asesinatos en la nación que ha hecho que la gente sea cada vez más y más pobre. Estas actividades criminales, se está descubriendo que pertenecen a potencias organizadas cuyos ingresos regulares son demasiado bajos para cubrir sus gastos.

Por otra parte, muchos niños han quedado huérfanos durante los dos años de conflicto y, además de los traumas que sufrieron, miles de ellos están sin escolarizar. Según UNICEF, en la actualidad hay más de 1,8 millones de niños que no asisten a la escuela en Sudán del Sur. Una chica en Sudán del Sur tiene tres veces más posibilidades de morir durante el parto que de terminar la escuela primaria. El conflicto de 2013 agravó la situación, obligando a más de 400.000 niños a abandonar las escuelas. Los centros de enseñanza que en principio deberían ser zonas de paz, fueron ocupados por militares o destruidos, según informó la agencia de la ONU.

Los niños no sólo se han visto afectados por la interrupción de las escuelas sino que también ven peligrar su seguridad física por los ataques a las escuelas. Más de 331 escuelas han sido cerradas, destruidas, ocupadas o no están operativas actualmente y todo como consecuencia de ser usadas o atacadas por los militares, según un informe de UNICEF. Y estos niños están entre los más o menos 7,5 millones de personas que ahora sufren inseguridad alimentaria y corren el riesgo de morir de hambre en Sudán del Sur.

Afortunadamente, tanto el gobierno de Sudán del Sur y el SPLM en la oposición, han firmado un acuerdo de paz en agosto de 2015. Este acuerdo de paz se está llevando a cabo, a pesar de algunas violaciones y retrasos en su puesta en práctica. En cumplimiento con este acuerdo de paz, el presidente Salva Kiir ha nombrado recientemente al líder de la oposición, el Dr. Riek Machar, como primer vicepresidente de Sudán del Sur. Todo ello devuelve a la gente un poco de esperanza, pensando que la paz puede ser restaurada y que el país retorne caminos de desarrollo.

Trauma healing Bentiu3. La Iglesia y la construcción de la paz: solidaridad, esperanza, reconciliación y paz

Hay muchas organizaciones no gubernamentales (ONG), locales e internacionales, que trabajan en Sudán del Sur junto a las agencias de la ONU. Muchas de estas agencias humanitarias están respondiendo a las emergencias y distribuyen alimentos y artículos domésticos, proporcionan tiendas de campaña, agua y material para la higiene, salud y educación. Algunos de ellos también trabajan para consolidar la paz. No son los únicos. Las iglesias en Sudán del Sur también están presentes con su trabajo ya sea a nivel ecuménico o individualmente, contribuyendo a aliviar el sufrimiento de las personas y para lograr la paz.

El Consejo de Iglesias de Sudán del Sur ha estado comprometido con las actividades de consolidación de la paz. Desde el inicio de la crisis, las iglesias en Sudán del Sur se han unido y se han ofrecido a sí mismas para ayudar en la búsqueda de una solución pacífica para poner fin a este conflicto. Con el paso del tiempo se han convertido en grupos influyentes a nivel de las conversaciones de paz y han sido un claro instrumento para la paz y la reconciliación, instando a la dirección del país a poner fin a la guerra y haciendo hincapié en la necesidad de perdonar y reconciliarse unos con otros.

A menudo, el Consejo de Iglesias de Sudán del Sur ha emitido declaraciones conjuntas donde se critica esta guerra y todas las formas de violencia, lucha por el poder y la matanza de civiles inocentes. Las iglesias han declarado en repetidas ocasiones que se trata de una guerra sin sentido. Es la personificación del mal y debe detenerse inmediatamente. Son las necesidades de las personas las que se deben cumplir, y no las necesidades de las élites políticas y militares. De acuerdo con las iglesias, parece que el orgullo, el poder y la política se han convertido en una prioridad mayor que la paz. Pero quizás la mayor contribución de las iglesias, ha sido su compromiso con las actividades de consolidación de la paz en los niveles de las bases.

Las iglesias siempre han sido una presencia de solidaridad, esperanza, reconciliación y paz entre la gente que sufre la presente historia de Sudán del Sur. En todo el país, en su conjunto, las iglesias han participado en continuas oraciones por la paz, la reconciliación y la unidad. En la zona de conflicto, y en los campamentos de desplazados internos (PDI, por sus siglas en inglés), las iglesias, en particular la Iglesia Católica, han sido una presencia muy activa que da esperanza a la gente y apoyo en este tiempo de crisis.

La misma Iglesia Católica, además de los servicios habituales de trabajo pastoral, ha llevado a cabo algunas actividades de asistencia psicológica que han ayudado a muchas personas a recuperarse de los traumas para volver a estabilizar sus vidas. Haciendo uso de un enfoque holístico educativo y popular para la curación del trauma, algunos agentes pastorales han sido capaces de ayudar a la gente víctimas traumatizadas de la guerra a recuperar la salud emocional y seguir adelante hacia una vida más plena y significativa.

La diócesis de Malakal, la más grande en Sudán del Sur, ha sido la institución de la iglesia más afectada por este conflicto. Las parroquias han sido completamente saqueadas y los sacerdotes y sus comunidades han sido desplazados. A pesar de esto, los misioneros católicos y algunos sacerdotes locales han sido una presencia constante en las comunidades de refugiados en los campos de desplazados internos de Juba, Bor, Malakal y Bentiu. Algunos misioneros nunca han salido de las comunidades cristianas, a pesar de los riesgos.

Actualmente hay ocho misioneros Combonianos y una hermana comboniana que viven en las comunidades de refugiados en Mogok, Old Fangak y Nyal (Jonglei y Unity states), en la zona de conflicto. Otro misionero vive entre los refugiados en el campo de Malakal. Además, un grupo de misioneros ofrece asistencia pastoral a las personas desplazadas por la guerra en los campos de Juba y Bentiu.

Ellos son misioneros itinerantes que han tomado la decisión de permanecer con las personas que atienden. Algunos se han convertido también en personas desplazadas por la guerra pudiendo así vivir entre la gente desplazada. Esta presencia solidaria da a la gente mucha esperanza y fuerza, mientras esperan la llegada de una paz duradera. Su presencia entre las personas afectadas por la guerra recuerda a todos que la Iglesia es una “madre” que se preocupa de la gente allí donde quiera que estén, y da la bienvenida a todos, sin importar su origen étnico. Esto es muy importante en el proceso de paz y reconciliación.
Estos misioneros están contribuyendo a responder de forma urgente a las necesidades básicas que están surgiendo, como la distribución de alimentos, semillas, herramientas, instrumentos de pesca, material higiénico y la organización de escuelas dentro de los campos de desplazados internos de Juba y en otras zonas de guerra, además de apoyar la educación a través de becas a muchos estudiantes en Juba y en el extranjero.

Proporcionar alivio continuo y programas de desarrollo, especialmente en la educación, es crucial en este momento de crisis. Sin embargo, una tarea no menos importante para la Iglesia como elemento pacificador, es seguir involucrada en la construcción de paz, especialmente en el período de aplicación de los acuerdos de paz, y desempeñar un papel importante y activo en la reconciliación y en el proceso de construcción de la nación.

P. Raimundo Rocha, mccj

Juba, Marzo de 2016.

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