Por Javier Fariñas
Hace 25 años que me adentré por primera vez por los pasillos grises y poco luminosos de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense. Después de algunos devaneos infantiles –o mejor dicho, de algunos sueños de infancia– con la Medicina, me decanté por la sencilla complejidad del periodista, del reportero. Con mucha humildad he intentado –e intento– hacer aquello que le pidieron a Mark Twain cuando comenzó a escribir en un periódico: “Sal a la calle, mira lo que ocurre, vuelve a la redacción y cuéntalo”.