Terminar con Kony

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Por Chema Caballero

 

En las vísperas de la última cumbre de la Unión Africana (UA), celebrada en Adís Abeba, Etiopía, del 22 al 31 de enero, el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, pidió una reunión de los líderes regionales para coordinar operaciones militares que terminasen con lo que queda del una vez poderoso Ejercito de Resistencia del Señor (LRA), liderado por Joseph Kony.

Después de un periodo en el que prácticamente no se tenían noticias de actividades del grupo, en junio de 2016 se experimentó un fuerte incremento de las operaciones del LRA en la República Centroafricana (RCA), donde según el informe del Representante Especial y Director de la Oficina de Naciones Unidas para África Central (UNOCA), Abdoulaye Bathily, para el Consejo de Seguridad de la ONU, el grupo terrorista estaría actuando en nuevas áreas y llevando a cabo secuestros masivos de niñas y niños para ser utilizados como soldados.

De la lectura de este documento se aprende que aunque el LRA no esté en el momento más álgido de su actividad, las operaciones del grupo han ido en aumento desde principios de 2016, especialmente en la zona sureste de la RCA.

Paralelamente, la ONG Invisible Children informaba de que los secuestros de personas también se estaban produciendo en la República Democrática de Congo (RDC). Datos similares se encuentran en los informes de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (MINUSCA).

Toda esta información pueden haber llevado a la desesperación a los líderes regionales que, a pesar del fuerte esfuerzo que están haciendo para terminar con Kony y el LRA en sus respectivos países, no consiguen lanzar la acción definitiva que ponga fin a las actividades de estos. Mientras, la población civil sigue siendo la víctima principal de las fechorías de este grupo.

Haciéndose eco de esta frustración, expresada principalmente por el presidente Museveni,  el Comisario de la Unión Africana para la Paz y la Seguridad, Smail Chergui, ha afirmado que la situación humanitaria en las zonas donde opera el LRA ha empeorado a pesar de los esfuerzos hechos para eliminar a este grupo. También ha declarado que el LRA estaría reducido a entre 150 y 200 hombres, incluyendo a los familiares que acompañan a los combatientes. Los guerrilleros serían unos 120 y se mueven entre la RDC, RCA, Sudán y Sudán del Sur. Pero su centro principal estaría en la selva de Garamba, en la RDC, donde cazan animales para vender el marfil y asaltan a mineros para robarles el oro y otros minerales, con lo que consiguen financiarse. Impidiendo así, que las comunidades de la zona puedan llevar a cabo su actividades diarias.

Por ejemplo, se acusa a este grupo de estar detrás del desplazamiento forzoso de muchas personas desde Sudán del Sur a Uganda, debido a los ataques sufridos, causando una seria crisis humanitaria.

De confirmarse estas informaciones, el LRA, que una vez tuvo en vilo a los ejércitos de la zona se habría visto reducido a un grupo de bandoleros.

La reunión solicitada por Museveni  finalmente tuvo lugar el día 27 de enero, y además de él participaron el presidente de la RCA, Faustin-Archange Touadéra, el de Sudán del Sur, Salva Kiir, y ministros de la RDC y Sudán, junto a representantes de Naciones Unidas, la Unión Europea, los Estados Unidos y la Unión Africana. En ella, el presidente ugandés invitó a todos los involucrados en la lucha contra el LRA a comprometerse y permitir que los ejércitos de los distintos países colaboren y elaboren conjuntamente un plan para eliminar los restos del grupo y poner fin al sufrimientos de la población civil.

Esta iniciativa no es nueva. En 2008-2009 ya hubo una operación conjunta de las fuerzas armadas de Uganda, RDC y Sudán del Sur, conocida como Operation Lightning Thunder, o la ofensiva de Garamba, para terminar con el LRA. El operativo contó con asistencia financiera y logística (teléfonos satélites, combustible e información) facilitada por los Estados Unidos, específicamente para esta misión, al ejército ugandés.

A principios de 2009, el LRA parecía acabado, se habían cortado sus suministros de comida y había comenzado su desbandada hacia la RCA, donde las fuerzas armadas de este país les esperaban.

En marzo del mismo año, sin previo aviso, Uganda terminó de forma repentina su participación en la operación. Se esperaba que al menos las tropas congoleñas asumiesen entonces el liderazgo de la operación. Pero estas, pobremente organizadas y entrenadas, no consiguieron terminar con los rebeldes que se dividieron en pequeños grupos y atacaron a las poblaciones de la zona. Nadie pudo explicar la retirada repentina de Uganda.

El presidente de RCA recordó la operación y dijo que fue a partir de ella cuando el LRA se dividió en pequeños grupos que han estado desde entonces, más o menos, activos en RCA, RDC, Sudán del Sur y Sudán. También recordó a los allí reunidos que el actual embargo de armas que pesa sobre su país hace imposible que su ejército luche de forma efectiva contra ellos.

Los otros asistentes tampoco fueron muy claros sobre su posición respecto al asunto. Se concluyó que el ministro de la RDC hablase con el presidente Kabila para explorar las posibilidades de una colaboración de las fuerzas de los países de la región en la selva de Garamba.

Por su parte Museveni ha pedido a la comunidad internacional que apoye esta fuerza internacional que busca terminar con el grupo terrorista. En particular ha pedido helicópteros, traslados aéreos, apoyo logístico e infraestructura.

A pesar de la actual debilidad del LRA que ya no se atreve a atacar tropas, como solía hacer en el pasado, y se conforma con molestar a la población civil, y del interés mostrado por el presidente de Uganda, de la reunión no parece haber salido un claro compromiso de lucha contra el grupo terrorista.

A pesar de que la mayoría de los informes apunten a que en Garamba sigue estando la fuerza del LRA, no está tan claro. Algunos analistas apuntan a que el grupo está dividido en pequeños grupúsculos sin comunicación entre ellos, diseminados por Darfur, en Sudán, RDC y RCA. Se piensa que Joseph Kony, enfermo o deprimido, estaría refugiado en la zona de Darfur y que ya no controlaría el grupo. Muchos de los antiguos seguidores del líder guerrilleros habrían desertado, la mayoría de los comandantes rebeldes cercanos a Kony habrían muerto o se habrían rendido a la justicia, como es el caso de Dominic Ongwen, y los pocos fieles al antiguo líder habrían abandonado el proyecto inicial del grupo -derrotar al Gobierno ugandés y establecer una república basada en los diez mandamientos de la Biblia- concentrando sus esfuerzos en seguir vivos a costa de acosar a civiles residentes en las zonas cercanas a sus campamentos.

La verdadera pregunta que hay que hacerse en este momento es cuál es el auténtico interés de Uganda, y en especial de su presidente, por terminar ahora con el LRA si cuando tuvo la oportunidad en 2009 no quiso hacerlo.

No ha quedado claro. Es quizás esta ambigüedad la que ha impedido que los otros países de la zona no se hayan comprometido abiertamente con la propuesta de Museveni.

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