Un ciclo trepidante

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El 23 de enero, Senegal celebra unos comicios locales que son, de facto, el pistoletazo de salida para un ciclo electoral trepidante, la primera prueba de fuego de cara a la renovación del panorama político senegalés dominado hasta ahora por la figura del presidente Macky Sall y la coalición Benno Bokk Yakaar (BBY). Pero agárrense porque está en juego la estabilidad de uno de los países más tranquilos y fiables de África occidental.

Las candidaturas para las locales han dibujado un escenario que anuncia cuál será la pelea para las legislativas, que deben celebrarse también este año, y sobre todo para las presidenciales de 2024. Tres grandes coaliciones se preparan para la batalla. La BBY, que ha mostrado una enorme resiliencia y solidez con Macky Sall al volante, pero que empieza a mostrar fisuras por el desgaste de una década larga de dominio absoluto; frente a ella surge Yewwi Askan Wi, integrada por una veintena de partidos y movimientos en torno a la figura de Ousmane Sonko; y, finalmente, Wallu Sénégal, el último Frankenstein surgido de la calenturienta mente de un Abdoulaye Wade que, derrota tras derrota, se resiste a morir.

La competición se presenta apasionante en Ziguinchor, Saint Louis, Kolda o Thiés. Pero la batalla de Dakar, donde vive uno de cada cuatro senegaleses, será decisiva entre Abdoulaye Diouf Sarr, actual ministro de Sanidad que cuenta con el beneplácito de Sall; el rebelde Bartholomé Dias, apoyado por Sonko; y Doudou Wade, sobrino del expresidente y último producto de la factoría familiar que da el salto a la primerísima línea política. Estas elecciones servirán de antesala a los comicios legislativos en los que la oposición tratará de alumbrar un Parlamento más plural que el actual, dominado por la coalición gubernamental con 132 diputados de 165.  

Pero tanto las locales como las legislativas no serán sino escaramuzas de cara a las presidenciales de 2024, y aquí todo pivota en torno a una única decisión. ¿Se presentará Macky Sall a un tercer mandato? En el caso de que sí, el país se verá sometido a una tensión extrema de la que las protestas de marzo pasado fueron un aviso en toda regla; si no se presenta, la incógnita de quién será su delfín sobrevuela todo el proceso. Hace unos meses, el presidente, que liderará en 2022 la Unión Africana, decidió reinstaurar el puesto de primer ministro. Sall ya tiene a su conejo dentro de la chistera y lo sacará cuando estratégicamente más le convenga. Bueno es él para estas cosas.

Pero tanto si el presidente decide bajar a la arena a batirse contra los gladiadores como si es otro quien representa su legado, el camino no será de rosas. La erosión de 12 años en el poder les puede pasar factura. Enfrente está Sonko, quien ha sabido cultivar una fama de contestatario que sopla a favor de sus velas, pero que presenta ciertas zonas de sombra que podrían pesarle en la seducción del electorado. El tercero en discordia, previsiblemente Karim Wade, condenado en su día por meter la mano en la caja fuerte del Estado, se materializa más como un fantasma de un pasado que no volverá que como alguien capaz de liderar a Senegal ante los retos que se avecinan.


En la imagen superior, las elecciones locales de enero suponen el inicio de un largo ciclo electoral en Senegal que culminará con las presidenciales de 2024. Fotografía: Xaume Olleros / Getty

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