Dei Sow: «Ahora digo con orgullo que soy senegalesa»

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Dei Sow, periodista


«Tengo 26 años, nací en Calella de Mar  (Barcelona) y trabajo como periodista y dinamizadora de redes sociales en medios y entidades vinculadas a la economía social y solidaria. Hago voluntariado en organizaciones como Oxfam y en entidades islámicas. Soy autora del libro Abriendo caminos».







Naciste en el pueblo costero catalán de Calella de Mar. ¿Cómo era aquel entorno en el que creciste? 

Recuerdo mi infancia con mucho cariño, la verdad. Crecí en un entorno mayoritariamente blanco y nunca me supuso un problema. Pero ahora creo que ser siempre la única negra tuvo más consecuencias de lo que pensaba, como querer encajar en los cánones de belleza de mis amigas catalanas y alisarme siempre el pelo por no querer mi pelo afro. Aparte de querer ocultar mi identidad más negra o africana, fue una infancia buena y con mucha alegría.



Háblame del vínculo que tienes con tus raíces senegalesas y guineanas. 

La familia de mi madre es de origen senegalés y la de mi padre de Guinea, pero solo conozco Senegal. Tengo un vínculo fuerte: hablo sus idiomas, mantengo un contacto habitual con mi familia, viajo a Senegal sola y tengo allí un grupo de amigas, porque viví un año de pequeña. Conocer Guinea es algo que tengo pendiente.



¿Tu entorno «blanco» era porque había poca migración africana en tu pueblo?

Ahora han llegado más migrantes de países de África occidental a los pueblos costeros de Barcelona, pero cuando yo nací, hace 26 años, mi padre fue de los primeros. Había pocos migrantes, sobre todo procedentes de Guinea Ecuatorial, pero no de Senegal, Gambia, o Malí. Éramos muy pocas familias distribuidas en diferentes pueblos y en el mío nos conocíamos todos. Ahora ha cambiado mucho. Mi hermana pequeña está creciendo en un entorno totalmente distinto al mío. En su clase hay niños de origen indio, pakistaní, senegalés… Que mi hermana vaya a clase con niños que son de orígenes diversos hace que no se avergüence del suyo. A ella, con 13 años, le da igual ir con ropa africana o llevar su pelo afro, cuando a mi generación nos daba mucha vergüenza. Éramos las únicas y no queríamos ser diferentes. Yo quería ser lo más blanca posible, me alisaba el pelo y no salía de casa a determinadas horas en verano porque no quería estar muy negra. Pero veo que en las generaciones más jóvenes esto está cambiando. Están más orgullosas de sus orígenes.

Dei Sow el día de la entrevista. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo


¿Cuándo empiezas a reflexionar sobre tu identidad y a perder esa vergüenza? 

Cuando empecé la carrera llegó el bum de las redes sociales. Conocer a referentes afrodescendientes y africanos de otros países que reivindicaban su africanidad me abrió un mundo. Coincidió también con el asesinato de George Floyd y el auge del movimiento Black Lives Matter. Me considero una persona reivindicativa a la que siempre le ha importado la justicia social, y esa injusticia me hizo despertar y empezar a abrazar mi lado más negro y africano, a informarme, a comprar libros de autores africanos que nunca había leído, a seguir a artistas… Es un proceso que estamos haciendo muchas chicas y chicos de esta generación de primeros hijos de personas migrantes.



¿Algún libro que te impactara? 

Afrotopía, de Felwine Sarr. Fue el primer libro que leí que hablaba del continente africano con ilusión. Me ayudó a entender que una historia se podía explicar desde muchas perspectivas. Nosotros siempre hablábamos de las costumbres de nuestros padres desde la mirada de la vergüenza y del rechazo. Me avergonzaba decir que mis padres eran migrantes, pero aprendí a cambiar la mirada y a hablar desde la admiración. Sí, hay pobreza, somos pobres, pero nuestras culturas tienen mucha riqueza y podemos aportar otras realidades. Este cambio de perspectiva me hizo sentirme más identificada y orgullosa. Ahora digo con orgullo que soy senegalesa. Y veo también este orgullo en muchos jóvenes.



¿A esta apertura a la africanidad y a tu negritud te ayudaron tus padres? 

Nuestros padres son los primeros que están avergonzados. Son migrantes, sienten que no están en su casa y siempre tienen la sensación de que al estar aquí se les está haciendo un favor. Tienen que ser lo más perfectos posible, no pueden quejarse de nada. Nos inculcaron este miedo de «ten cuidado con lo que haces, porque tú eres negro y a ti no te lo van a perdonar». Nos han educado con la idea de que, aunque hayamos nacido aquí, somos diferentes, somos negros. No nos pudieron transmitir orgullo porque ellos no lo tenían. Están aquí como de prestado, intentando ser invisibles. Lo que quieren es trabajar y  ayudar a su familia, y ya les pueden discriminar o insultar que hay ciertas cosas que no se pueden permitir. Mi madre ha ido a trabajar limpiando en hoteles y casas con fiebre. No se pueden permitir reivindicar sus derechos, primero porque no saben cuáles son, segundo porque no se los creen y tercero porque se avergüenzan. Ellos han venido aquí a buscarse la vida, a intentar sobrevivir y nos han dado lo mejor que han podido con las herramientas que tenían. Además, vinieron con la idea de trabajar unos años y volverse. Nosotros, nacidos aquí, sí queremos construir y nos afecta de forma diferente. Nuestra lucha es distinta y es un proceso que tenemos que hacer nosotros. Yo he nacido y crecido aquí y me siento catalana, así que me afecta más.



¿Qué te llevó a estudiar Periodismo? 

Siempre me ha gustado. Desde pequeña era una friki de la lectura y pasaba muchas horas en la biblioteca. Me gustaba escribir, hablar, soy muy curiosa, siempre me ha gustado saber qué pasa y no entendía las injusticias. Volvía del instituto a las dos y media y me ponía La Sexta mientras comía y luego me iba a los informativos de Antena 3, con Matías Prats y Mónica Carrillo. Siempre me ha interesado entender qué pasa en el mundo y por qué pasa, y por eso me interesan mucho las relaciones internacionales. Con dos amigos he creado un proyecto informativo –un canal de TikTok y de Instagram– que se llama Valor i preu (Valor y precio), donde hablamos de noticias de actualidad y su relación con la economía a nivel global desde una perspectiva panafricanista, antirracista y feminista. Colgamos vídeos de un minuto donde explicamos las causas de los conflictos y los intereses que hay detrás de ellos. 



¿Qué tipo de periodista quieres ser? 

Una que defiende los derechos humanos, lo más objetiva, verídica, clara y concisa posible. Quiero que la información llegue al máximo número de personas y que los derechos humanos estén por encima de cualquier interés en los temas que aborde.



¿Cuál es la historia de tu libro Abriendo Caminos

Para el trabajo de fin de grado quería elegir un tema que me importara de verdad. Me gustaba el mundo de la comunicación y, a la vez, me encontraba en un proceso de redescubrimiento de mi identidad, y junté las dos cosas. No me gusta cómo se nos representa en los medios, cómo hablan de nosotros, y me pareció interesante entrevistar a referentes afrodescendientes de la comunicación en España. No era mi idea inicial, pero las entrevistas dieron forma a un libro. Empecé mis entrevistas con Francine Gálvez, que fue la primera mujer negra que presentó un Telediario, y luego fui contactando con otros comunicadores.

Dei Sow el día de la entrevista. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo


¿Qué supone para ti haber hecho este trabajo? 

Me ha ayudado a entender cosas que me pasaban, como la vergüenza que sentía cuando mi madre hablaba en su lengua cuando iba con ella por la calle.  Creo que puede ayudar a otros jóvenes con crisis de identidad, porque, aparte de la representación de las personas negras en los medios, se abordan otras temáticas que afectan al colectivo. He entendido más cómo el periodismo y la forma en que contamos la realidad afecta a las personas, la importancia de las palabras y cómo provocan acciones. El periodista Moha Gerehou lo explica muy bien: si nos representan como personas salvajes, luego no nos quieren alquilar un piso. 



¿Por qué no se informa bien sobre las personas afrodescendientes y migrantes? 

A veces es difícil explicar algo si no lo vives. Por eso es importante la diversidad en las redacciones de los medios, que la sociedad esté representada al máximo. Las noticias se dan desde una mirada muy eurocéntrica, a veces con la mirada del «salvador blanco» y con muchos prejuicios. Una solución es incorporar más diversidad de personas racializadas. Pero aparte de esto, es importante que tengan sensibilidad social y que les importen los derechos humanos. 



¿Otra solución es que la comunidad afrodescendiente cree sus propios medios de comunicación?

Sí, me gusta porque da libertad. Puede ser complementario, pero sin perder de vista la idea de que haya representación en los medios generalistas, que todos compartamos el espacio público, porque todos convivimos en esta sociedad. No representarnos de forma adecuada en los medios tiene dos peligros. Uno, que si las personas solo nos ven de una manera, nos tratarán solo de esa manera. El otro, que muchos jóvenes, al no tener referentes, no se imaginen en ciertos espacios y decidan no estudiar, pensando que no tienen las capacidades necesarias o que, por ser negros, no les contratarán. Que piensen que hay espacios que no son sus espacios, porque nunca lo han sido.  



Con ella

«Mi madre puso mis iniciales a esta pulsera de plata cuando nací, y desde que cumplí los tres años nunca me la he quitado. Es una tradición en algunos países de África occidental como Senegal o Guinea. Cuando tengo una crisis de identidad, de no saber bien de dónde soy, si de aquí o de allí, siento que esta pulsera me representa».



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