Publicado por Javier Sánchez Salcedo en |
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Carmen Souza: No sabía que habían tenido una presencia muy importante de 120 años en las islas de Cabo Verde y un gran impacto en su cultura. Lo descubrí casi por casualidad y quise dedicar a este tema el proyecto final de mi máster de Etnomusicología. Al profundizar en la investigación, encontré también muchas conexiones entre esta historia y mi vida personal, así que tenía mucho sentido hacerlo sobre esto.
CS: La investigación no fue fácil, porque no había mucha documentación y las perspectivas eran siempre de parte del imperialismo y del colonizador. Las historias que uno encuentra siempre están embellecidas. Empezamos el álbum con la visita de Darwin, que narra en su libro The Voyage of the Beagle, en el que habla de sus experiencias con las personas que se encontró, del ambiente y de los paisajes, pero siempre desde una posición de superioridad. En «Pamodi», el segundo tema del disco, hablo de para qué se necesitaban las cadenas si se supone que las potencias europeas difundían un mensaje de paz y de cristianismo, de por qué en este encuentro se beneficiaban los colonizadores, pero no los colonizados. El álbum explora los impactos en la cultura caboverdiana: el lingüístico, el social, el económico y el musical. Intenté crear un imaginario en el que también caben historias bonitas de amistad entre ingleses y caboverdianos.
CS: Muchas. Mi abuelo trabajó con compañías inglesas en la isla de São Vicente, en el puerto de Mindelo, que se convirtió en uno de los más importante en el océano Atlántico. A él llegaban los barcos ingleses para cargar, descargar y continuar sus viajes por el resto del mundo. Otra conexión es que el barco en el que Darwin viajó a Cabo Verde salió de un puerto que está muy cerca de donde yo he vivido hasta hace cuatro años. Al encontrarme con estas conexiones fui descubriendo más sobre mi propia identidad y también sobre por qué hago la música que hago.
CS: A todos los puertos que los ingleses tenían en las islas los llamaban así, «puerto inglés». Actualmente solo se llama así el de la isla de Maio. Me parece un nombre bonito.
Theo Pascal: Esto es interesante. En Inglaterra no hay ningún problema en hablar con naturalidad sobre el colonialismo. Piensan que tenemos que aprender de la historia y corregir para hacerlo mejor. En Portugal es diferente, o en España. En estos países, el colonialismo es un orgullo.
CS: Cuando vamos a Alemania vemos que en todos los canales de televisión la historia de Hitler y del nazismo está presente y hablan sobre ello con franqueza. En Inglaterra encuentro también esta mentalidad: «Discutamos las cosas, hablemos abiertamente y aprendamos». Mucha gente quiere este diálogo y que salgan las diferentes perspectivas de la historia, que no es exactamente como la cuentan los libros de texto. También hay quien piensa que tenemos que olvidar lo que ocurrió en el pasado. Yo creo que no. La historia habla de lo que somos hoy y por qué estamos como estamos.
Infelizmente, la humanidad pasa por ciclos y comete los mismos errores. Como siempre dice Theo, la música es una herramienta muy poderosa que ayuda a las personas a pensar. La cultura conecta a las personas y les inculca un espíritu crítico para no aceptarlo todo y hacer las cosas de forma diferente. Todos los que nos dedicamos a la cultura, desde los músicos y artistas hasta los periodistas, tenemos que estar más cerca unos de otros para responder ante lo que está mal y fomentar este diálogo. Por desgracia, la cultura está perdiendo valor porque el capitalismo está muy fuerte.
CS: En los medios de comunicación hay cada vez menos espacio para hablar de cultura y los programas culturales son cada vez más pequeños. En la calle tenemos menos tiendas de discos y libros.
TP: Y la vida cotidiana cada vez es más rápida. Las personas no tienen tiempo para escuchar, para ir a un concierto. La cultura se está quedando atrás. Internet puede ser una buena manera para conectar a la gente con la cultura, pero lo que encuentras en primera línea no es cultura.
CS: Cuando uno va a Internet para escuchar música, escucha una o dos canciones de un artista, pero no tiene tiempo o disposición mental para un álbum completo. A Port’Inglês no le dedicarían el tiempo necesario para escuchar toda la historia.
TP: Como músico, y también como productor, escucho mucho el silencio. El silencio forma parte de la música y necesito crear espacios de silencio para oír de nuevo. Son momentos de limpieza. Me basta con salir a caminar. De esa forma dejas que la música llegue a tu cabeza. No puedo escuchar en el coche música de otras personas, tengo que estar sosegado y tener tiempo, no me gusta hacer otras cosas a la vez. Necesito estar concentrado para sentir la música. Suelo escuchar música antigua, de los años 50 y de los 60 de todos los géneros: tradicional, jazz… Era una música más potente, porque la gente sufría mucho para hacerla. Hoy en día tienes las herramientas para hacerla rápido y en cualquier sitio, y no le das el mismo valor.
CS: Tengo muchos vinilos. Me gusta poner un vinilo porque me obliga a escucharlo todo de principio a fin, no puedes saltar a la siguiente canción. Es como un ritual: poner el disco, esperar a que la máquina se ponga en funcionamiento, darle la vuelta para escuchar la cara B… Es casi un momento de meditación.
CS: Forma parte de mí. Crecí en un ambiente donde mi padre y mi madre hablaban en criollo y comíamos lo que se come allí. Mi casa en Lisboa era como otra pequeña isla caboverdiana y siempre que voy, desde que era niña, me he sentido muy bien. Nuestra música tiene muy buena recepción allí, porque sienten que tiene mucho que ver con ellos. Es maravilloso sentir el calor que nos dan. Es un lugar especial con una sencillez y una humanidad que encuentras en muy pocos lugares hoy en día. Cuando estuvimos el año pasado, Theo le preguntó al taxista qué tal iba todo, y este le contestó: «Todo bien. Como no tengo dinero, estoy bien. Vosotros en Europa tenéis dinero y un montón de problemas. Nosotros tenemos siempre algo para comer, siempre hay un amigo y si quiero me voy a la playa y es gratis. Estoy bien, sin estrés». Esa es su mentalidad. Nosotros ya no sabemos vivir así. En Londres todo es muy rápido, todo es para ayer.
TP: Nos encantaría tener eso. Vivir con calma y disfrutar de cada momento es muy complicado en Europa. Siempre hay mucho que hacer, mucha prisa. En Cabo Verde no hay presión. Puedes dejar las cosas para la semana que viene. Tienes tiempo para hablar, para cocinar, para ir a la playa, para componer, para tocar.
TP: En este proyecto, Carmen tenía primero las historias para cada canción y después les pusimos música. Creó las melodías y a veces también las armonías, porque toca el piano y la guitarra. Yo hice variaciones y construimos el resto de la música.
CS: Para nosotros, el origen de las canciones siempre ha sido muy espontáneo. A veces es una frase de bajo de Theo, a partir de la cual vamos construyendo. Siempre es diferente. Tiendo a componer con el piano, pero a veces en la guitarra encuentro más caminos.
CS: Me gusta experimentar y no usar la voz de forma convencional. Los discos que ponía mi padre en casa siempre eran de música tradicional caboverdiana instrumental, y yo cantaba por encima intentando acercarme cada vez más con la fonética a la sonoridad de los instrumentos. Cuando conocí a Theo, que ha sido mi mentor, descubrí el inmenso mundo del jazz. Escuchaba los discos y cantaba las improvisaciones de los músicos con los diferentes instrumentos, intentando llegar a esa nota de la trompeta o del saxofón. Cuando no piensas como cantante, sino como instrumentista, no hay límites.
TP: Nunca ha tenido profesores de canto y tiene un rango vocal muy grande sin necesidad de hacer ejercicios para expandirlo. Algo muy interesante de Carmen es que cuando escucha un tema de jazz por primera vez, inmediatamente se pone a cantarlo. ¡Es increíble! ¡Sabe cuáles van a ser las notas siguientes! Yo digo que Carmen no descubrió el jazz, sino que estaba en el jazz desde siempre.
CS: Ella Fitzgerald siempre me hace sentir bien. Hay alegría en su forma de cantar. Y luego, claro, Sara Vaughan, Cesária Évora, Billie Holiday y, más moderno, Kurt Elling, que es uno de los mejores cantantes de jazz hoy en día.
CS: Estamos sintiéndonos como en casa. Los conciertos en Sevilla estuvieron llenos y la gente fue espectacular. También en Vitoria. Estamos muy contentos con esta gira.
TP: Un buen sonido, para que los músicos nos sintamos bien y nos expresemos bien. Y un buen público que sepa escuchar. Cuando ocurre, lo sentimos mientras tocamos. Es una energía que nos llega y nos dice que estamos comunicando. La música va y vuelve. Es algo casi espiritual. Y en España eso se consigue muy bien.
CS: Siempre me han gustado, creo que viene de la infancia. Mi padre trabajaba en barcos de carga que viajaban por todo el mundo y siempre llegaban a casa llamadas de otros países. Cuando mi padre no estaba en casa, yo las atendía y, no sé por qué, lograba hablar con esas personas. ¡Nos entendíamos! Empecé a hablar inglés muy pronto. Antes de dedicarme a la música estaba haciendo un curso de traducción de inglés y alemán. Había estudiado alemán porque tenía familia allí. Cuando estuvimos encerrados por el coronavirus, estudié francés y volví al alemán. En los conciertos siempre me gusta decir algunas frases en la lengua del público para que se sientan con nosotros en el escenario.
CS: Porque es una lengua muy musical. En cada isla tiene formas diferentes y las puedes utilizar para expresar distintos sentimientos. En la isla de Santiago hay un criollo muy rápido, pero en Sâo Vicente te va a sonar más a brasileño, más calmado.
TP: Me apasiona el material de grabación analógico antiguo. El sonido es más transparente, no está tan procesado. Provoca una emoción muy diferente escuchar un vinilo o un CD. Pasa lo mismo si tocas un piano acústico. Puedes hacerlo durante dos horas sin problema, pero cuando es uno eléctrico te acaba doliendo la cabeza. El sonido digital cansa más.
CS: A mí me interesa la etnomusicología. La música de la lusofonía no está tan difundida en términos académicos como la anglófona o la francófona. Estoy estudiando la diversidad de ritmos que hay en Cabo Verde, en Angola, en Guinea-Bissau. Mi objetivo es visitar a los músicos, grabarlos con nuestro estudio móvil, entender la historia de estos ritmos y escribir sobre ellos para que la gente conozca toda su riqueza.
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