El bienestar europeo se basa en el malestar africano

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Jaume Portell Caño
¿Por qué no se quedan en África? Una familia, dos pueblos: Senegal y Gambia más allá del espejo.

Traducida del catalán por el autor
Aledis editorial
Girona 2023, 284 págs.



Este libro es provocador desde el título y no da gato por liebre. Jaume Portell, especializado en economía y geopolítica africana, responde a si es posible el bienestar europeo sin el malestar africano. La respuesta es un rotundo no. 

«Poca gente se pregunta por qué motivo Senegal o Gambia funcionan tan mal después de 60 años de independencia poscolonial. […] Raramente nos preguntamos si esto tiene algún tipo de relación con nosotros». Portell ha recorrido Gambia y Senegal para conocer los porqués. Como los acuerdos pesqueros entre la UE y Senegal (van 17), que permiten que barcos españoles (por no hablar de China) faenen, hagan prohibitivo el consumo de pescado local y que resulte más rentable dedicar piraguas a migrar que a pescar. Como dice Papa Laye, senegalés asentado en Cataluña, «cuando los gobernantes de Senegal firman un acuerdo con la UE y venden el pescado por poco dinero destruyen la vida de miles de personas».

En palabras del economista senegalés Ndongo Samba Sylla, «cuando hablamos de los países africanos, lo más importante no es la deuda, es qué crea la deuda. Hay que anular la deuda, pero primero hay que anular la estructura. Tenemos un crecimiento empobrecedor». Y ahí mete Portell el dedo: «Las economías coloniales definieron que los países africanos fueran especialistas en vender materia prima y en comprar el producto terminado». Así acumulaban déficits y, además, Francia obligaba a Senegal a comprar productos franceses, igual que el Reino Unido con Gambia. Caso extensible a muchos países africanos. Habla Portell del caso de Suiza, exportador de oro o chocolate a pesar de que no los produce. O del gas. «¿Qué pasaría si África utilizara todas sus reservas de gas para electrificar el continente y dejara de vender gas a Europa?». Y añade más tarde: «La historia de la cooperación al desarrollo en África es la historia de un fracaso».

Centra la crítica en figuras como Bill Gates o el cantante Bono. Ayudan, pero perpetúan la dependencia: «La filantropía ofrece curar las consecuencias de la injusticia obviando las causas de esta». Cantidades ingentes de ayuda no rompen las reglas de un mercado injusto, preservan el nivel de vida europeo y alivian la mala conciencia. Otras cantidades ingentes se invierten en blindar las fronteras europeas de migrantes que nuestras políticas propician. Cita Portell los préstamos del Banco Mundial que acaban siendo un fin: «Si Francia prestaba 100 millones a Senegal en concepto de ayuda, parte de esos millones debían gastarse en productos de empresas francesas». O el caso de ONE, la ONG de Bono que lucha contra la pobreza, pero en cuya directiva figura un mandatario de Cargill, señalada por Martín Caparrós en Hambre como «empresa implicada en los más diversos desa­guisados», como deforestación, evasión de impuestos, trabajo esclavo o infantil. Cargill multiplicó sus beneficios gracias a la crisis alimentaria de 2022, agravada por la invasión de Ucrania.

Hay mucho tuétano en estas 284 páginas que nutren el pensamiento crítico y la ira razonada.

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