El sueño de la «Afrotopia»

«Al oeste de la vida», del fotógrafo tunecino Zied Ben Romdhane.

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40 artistas del continente y su diáspora exponen hasta el 31 de enero en la 11ª edición de la Bienal de Fotografía de Bamako (Malí) bajo la dirección de la comisaria germanocamerunesa Marie-Ann Yemsi.

La resaca en las polvorientas calles de Bamako, capital de Malí, será larga. Una sobredosis de arte para prevenir, para curar y para denunciar. Nada más sutil y violento que una imagen que de lo inerte salta a las conciencias. En 1994 se inauguró la primera Bienal de Fotografía de Bamako (Rencontres de Bamako, en su título en francés) para celebrar la fotografía y el vídeo producidos en el continente. Once ediciones después se abre otro capítulo para hablar de la creatividad de África. En esta ocasión, parece que es tanto el entusiasmo que ni el terrorismo ni los conflictos sociales, políticos o militares pueden sacudir la propuesta artística comisariada por la alemana con raíces camerunesas Marie-Ann Yemsi que tendrá lugar en este país saheliano hasta finales de este mes.

En todo el continente, una nueva generación de pensadores y activistas culturales están renovando los marcos interpretativos y están depositando sus esperanzas en iniciativas que proporcionan soluciones y herramientas a muchos de los desafíos actuales. Porque el arte es vehículo y bisagra para cohesionar. De esta forma, y como partes interesadas en este movimiento, son los propios artistas los que están ayudando en muchas ocasiones a través de sus acciones a dar forma a los nuevos mundos imaginarios de un África que está en medio de un cambio profundo.

Ya sea porque hayan nacido en el continente o en la diáspora, estos artistas siempre se están moviendo, por lo que esta nueva Bienal muestra que, de alguna forma, África no los define totalmente. En un mundo interconectado, las identidades se pueden llegar a elegir. Y la propia comisaria es un ejemplo de esto: de madre alemana y padre camerunés, creció en varios países y ahora tiene la ciudadanía francesa. Esa es su riqueza. Mientras que hoy algunas personas en Europa tienen miedo de los que están fuera y cierran sus fronteras, estos artistas nos muestran que sus trabajos no se pueden atrincherar. Están comprometidos con una conciencia colectiva que camina entre la ecología, la sostenibilidad y la libertad de expresión.

Trabajo colorista del maliense King Massassy y su «Anarquía productiva».

La Bienal de la Afrotopia

La decisión de llamar Afrotopia a esta Bienal, haciéndose eco del libro del intelectual senegalés Felwine -Sarr (ver MUNDO NEGRO noviembre 2017 pp. 48-50), refleja el compromiso de garantizar que este histórico y pionero festival de fotografía sea una herramienta de cambio para las nuevas generaciones de artistas.

El manifiesto de Afrotopia pretende transmitir la contribución africana a un mundo en el que es necesario inventar los recursos del futuro. En el libro Los condenados de la Tierra (1961) el martiniqués Frantz Fanon escribe que «si queremos que la humanidad avance un paso más (…) entonces debemos inventar y debemos hacer descubrimientos». Y este es el plan para este año: construir un espacio creativo, un lenguaje de imágenes, de nuevos caminos que atraviesan nuestros tiempos, de ver qué nos muestra la realidad, cómo se manifiesta y qué contiene.

Para la exhibición principal se ha seleccionado a 40 artistas o colectivos de artistas en el marco de una convocatoria donde se han -presentado unas 300 iniciativas; manifestaciones que atestiguan algunos de los problemas a los que actualmente se enfrenta el continente. En este sentido, Afrotopia ha sido diseñada como un espacio abierto, polifónico y lleno de experiencias diversas. Eso sí, con un denominador común: todos los artistas trabajan desde una posición política y crítica. La propia comisaria lo expresa de la siguiente manera: «Las visiones que se nos presentan lo hacen con precisión y describen de cerca los movimientos caóticos de la realidad. Si bien podemos percibir las relaciones persistentes de dominación (económica, política, cultural) y las tergiversaciones que sustentan estas relaciones, que en su mayoría se derivan de esta historia colonial compartida, en cada gesto artístico, podemos encontrar una floreciente libertad».

El Museo Nacional de Malí es el epicentro de esta fiesta cultural abierta a todas las disciplinas y con ponentes de todos los campos del pensamiento y la creación. Pero además de las ya tradicionales clases magistrales e iniciativas especiales como la de los editores de fotografía que examinarán prácticas y nuevas imágenes, esta decimoprimera edición pretende llegar más lejos y presentar una selección de fotografías de la Bienal en las plazas de varios distritos de Bamako a través de la iniciativa Ciné Photo Mobile, diseñada con la colaboración de la marfileña Anna-Alix Koffi.

La vida según James Barnor

La galería Clémentine de la Ferronière ha preparado una de las joyas de esta edición: la exposición «La vida según James Barnor», una retrospectiva que examina la historia contemporánea de Ghana, uno de los primeros países del continente en lograr la independencia. En su estudio sobre Accra, en la década de 1950, el fotógrafo y pionero James Barnor (1929) inmortalizó una nación que buscaba la modernidad y la emancipación en un contexto de efervescencia cultural. Trabajó como colaborador en la revista sudafricana DRUM (fundada en 1951 y símbolo de la resistencia al apartheid),  fue testigo con su cámara del impulso de la independencia de los países de África al sur del Sahara, y participó, también, en la floreciente diáspora africana en Londres en la década de 1960. Con esta propuesta, se ofrece una visión interdisciplinar de los temas centrales de la obra de Barnor, especialmente la vida en su país durante los años 70 y 80.

Athi-Patra Ruga, «Miss Azania» de la serie Exile is waiting.

Música, afrofuturismo e islas

En esta edición destacan otras tres propuestas. En primer lugar, el proyecto del sudafricano Justin Davy permite evaluar de forma alternativa el impacto de la música africana desde la llegada al poder de Nelson Mandela, en 1994. Davy es miembro del colectivo Burning Museum que, nacido en 2013, cuestiona cómo los museos construyen las narrativas sobre la historia. En segundo lugar, la exposición de Azu Nwagbogu sobre el afrofuturismo que, sin duda, transgrederá el tiempo y desplazará las divisiones entre lo real y la ficción. Nwagbogu es el fundador y director de la Fundación de Artistas Africanos, una organización sin ánimo de lucro con sede en Lagos (Nigeria), que se dedica a la promoción y desarrollo de las artes africanas y artistas contemporáneos. Por último, la propuesta de Nathalie Gonthier refleja las preocupaciones relacionadas con las identidades insulares, examinando los problemas a los que se enfrentan los marginados de la sociedad.

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