Una nueva oportunidad para aprender

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Como en cada inicio de curso, estamos aún acostumbrándonos a los cambios en el trabajo y en las aulas. Están los profesores con esa ansia de no saber cómo será el colegio que les ha tocado como docente o, si siguen en el mismo, cómo les intentarán torear los alumnos.

Luego están los estudiantes. Los hay pequeños, que unos padres primerizos dejan en la escuela infantil (no guardería, me dicen amigos del sector) y lloran ambos, bebés y mayores; niños que pasan de curso entre la rutina de otro año; adolescentes que avanzan desaforados por la Secundaria y el Bachillerato, y los que comienzan la universidad. ¡Ay!, la universidad. Qué etapa tan bonita.

Los hay también que directamente no han vuelto al colegio porque sus padres no pueden pagar las tasas escolares, o directamente porque el colegio les queda demasiado lejos. 98 millones de niños en África subsahariana están sin escolarizar, el 40 % de los que no pueden tener educación en el mundo.

Por no hablar de una vuelta al cole que no es tal en Sudán. Este septiembre, de los 19,4 millones de niños que iban al colegio antes de la guerra civil, 17 millones siguen en el país entre bombas y 13 millones no han podido volver a las aulas este nuevo curso. Pensemos en ellos. Gaza existe, pero Sudán también.

Incluso si van, no tienen asegurada la enseñanza. La falta de un sueldo digno aleja a los profesores de su deber, el de estar frente a la pizarra. Un estudio de UNICEF en 19 países africanos descubrió que había un absentismo laboral de entre el 15 % y el 45 % entre los maestros de Primaria.

En España, los niños y adolescentes irán a clases de Historia y Geografía, pero nunca hablarán de África. Pasarán por encima de ese continente que ahora reclama que se muestre con su tamaño real en los libros de texto alrededor de todo el mundo, que no se ignore y se tenga en cuenta su importancia. La geografía se enseña sin un continente donde cabe toda Europa occidental, China, Estados Unidos e India. La historia no habla tampoco del continente, y si lo hace es en términos de exploradores blancos vanagloriados, no desde la opresión y el expolio, ese punto de vista africano que menospreciamos.

No pasa solo en colegios, también en la educación superior. Los estudios de Relaciones Internacionales suelen ignorar a África. Por eso, cuando Soraya –mi amiga sempiterna y compañera de fatigas en África Mundi, a la que vi orgulloso casarse el mes pasado– me dijo que la universidad donde estudió le iba a contratar para una asignatura sobre el continente africano en dicho grado, me alegré mucho. No solo por ver que su esfuerzo, talento y dedicación da sus frutos, sino por el interés en poder contar bien el continente.

Este mes de agosto estuve desmontando mitos sobre el continente en À Punt, la antigua Canal 9, la radio pública valenciana. Ahí me di cuenta de que ni los adultos saben nada y se sorprenden con el más mínimo dato curioso que va contra unas convicciones impuestas a través de décadas de ignorancia. Qué importante sería dar clases a través de la radio, esa que tanto ha servido y sirve para comunicarse en el mundo rural africano, que tan importante ha sido para transmitir la tradición oral de generación en generación.

En el continente africano, en aquellos países que llevan el mismo ritmo escolar que nosotros, millones de niños han regresado con una sonrisa y la mochila cargada. La vuelta al cole para muchos significa dejar de trabajar con sus padres, pero a muchos otros no les cabe esa posibilidad.

Brindemos por un nuevo curso donde podamos enseñar y, sobre todo, aprender algo más sobre África, que al fin y al cabo, es aprender más sobre el mundo que nos rodea.



Fotografía superior: Javier Sánchez Salcedo

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