«Angola es un país bendecido y subdesarrollado»

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Paulo Faria, diputado de UNITA


Paulo Faria concluyó en Portugal la licenciatura en Filosofía y Humanidades. Doctor en Política y Gobierno, en 2012 regresó a Angola. Diez años más tarde, formó parte de las listas de UNITA para las elecciones generales. Es diputado nacional.

¿Dejó usted la docencia para dedicarse a la política?

En realidad fui despedido injustamente de la Universidad Agostinho Neto. Tenía contrato indefinido y cuando salió el concurso reunía los requisitos para integrarme en el claustro de la universidad, pero fueron admitidos otros colegas a los que nadie conocía y que ni siquiera tenían publicaciones y contribuciones significativas en el área universitaria. Mi manera de trabajar como profesor era incentivar la conciencia crítica de los estudiantes, evitando que fueran seguidores irracionales de un sistema estructuralmente opaco, injusto y corrupto. El hecho de no pactar con el régimen me convirtió en una persona incómoda y eso me penalizó.


¿Cuál es el legado de Jonas Savimbi, fundador de UNITA?

Fue una persona que vivía de forma intensa aquello que decía y que luchó hasta las últimas consecuencias por amor a Angola y a los angoleños. Elementos como la solidaridad, el republicanismo o la justicia social, que configuraron su visión, se van proyectando gradualmente en nuestro país. Todavía estamos muy lejos de lo que quería Savimbi, es decir, un estado democrático donde las personas puedan ser libres y capaces de desarrollar sus potencialidades en igualdad de circunstancias y derechos.


¿Cuál es su visión del actual Gobierno angoleño?

Somos un país extremadamente joven y rico, pero con elevados índices de paro juvenil, síntoma de mala gestión y desvío de recursos. Infelizmente tenemos un régimen que invierte en sectores no prioritarios como la defensa y la seguridad e infravalora sectores como la salud y la educación. Ahí está el drama, se conjugan la abundancia de recursos y la corrupción.


¿Cuál es la relación entre el MPLA, en el Gobierno, y su partido?

El antagonismo es estructural. Tenemos visiones completamente opuestas del Estado. La suya, intrínsecamente relacionada con su matriz ideológica marxista leninista, si es que todavía existe, es hacer del Estado un instrumento de los intereses de la clase dominante, que se apropia de las instituciones públicas. De aquí surge el clientelismo y la distribución de los recursos en base a relaciones y alianzas. Para el MPLA, el poder es algo tóxico, comienza y termina dentro del partido, por eso bloquea sistemáticamente la instauración de las autarquías locales (ver p. 50) porque considera que el Estado es él. Estas visiones de un absolutismo extremo sofocan el potencial natural de Angola, un país bendecido y, sin embargo, subdesarrollado. UNITA, desde su fundación, ha sostenido que el Estado tiene como objetivo fundamental la realización de los angoleños, de su dignidad, su libertad, su bienestar y su felicidad.


¿Cuáles serían las prioridades de UNITA si llegara al poder?

Somos una plataforma política abierta, donde hay espacio para la sociedad civil y para las entidades que quieran contribuir. La visión de UNITA es siempre la misma, construir un país democrático con instituciones que sirvan a los ciudadanos y a la realización de su dignidad. Queremos reformar la Constitución porque sirve a los intereses del partido en el poder y no a la sociedad. Proponemos un presidente de la República que represente a todos los angoleños y que no sea partidista. Abogamos, además, porque el presidente y el primer ministro no sean la misma persona. Teníamos este sistema en 1992, pero el MPLA aprovechó la mayoría absoluta de 2008 para imponer en 2010 una constitución atípica.


La lucha contra la corrupción es una de las divisas del actual presidente.

Sí, Lourenço lo dijo incluso durante su viaje a España, pero Angola ocupa la posición 121, de 180, en la clasificación de países menos corruptos. Curiosamente, el régimen aprobó en 1996 una ley que permitía crear la Alta Autoridad Contra la Corrupción, pero ahora se opone a implementarla. Las personas deben adaptar sus actividades a las leyes y la Constitución y no en base a lealtades hacia el presidente.


Una de las apuestas del país es el desarrollo de la industria turística. ¿Cuál es su opinión?

El turismo es una quimera. Vender sueños es propio de los países fascistas. Hace poco visité las cataratas de Kalandula, un lugar con un enorme potencial, pero sin desarrollo. Si queremos apostar por el turismo, primero habrá que tener un sistema serio y transparente de gestión de la riqueza.


¿Cómo ve la relación entre Angola y España? 

Es una relación de conveniencia e intereses. Desde 2008, la empresa española INDRA ha apoyado tecnológicamente la celebración de las elecciones, lo que no significa que tengamos un régimen electoral transparente y justo. INDRA está en Angola por dinero y el Estado español tiene también sus intereses económicos. Es lamentable, porque nos gustaría que la relación fuera diversa, que España trajera lo mejor que tiene, su tradición de lucha y de superación. España, y también Portugal, tienen en su ADN la experiencia práctica del fascismo, con Franco y Salazar, y deberían ser más solidarios con las causas de liberación de regímenes represivos y corruptos, pero notamos que sus intereses económicos tienen prioridad sobre los sistemas de valores.


¿Qué rol está jugando la Iglesia católica en la situación del país?

Tengo una visión muy escéptica de nuestra Iglesia, que ha sido persistentemente ambigua e inconsistente. Me preocupa el silencio de los buenos, y aunque nos llamamos cristianos, somos indiferentes a las realidades de otros países. ­MUNDO NEGRO debería ser una plataforma de movimientos de solidaridad transfronteriza, para que las personas se sientan tocadas por lo que ocurre en espacios geográficos distantes, porque las consecuencias pueden tocar en tu puerta en cualquier momento.



 Fotografía: José Luis Silván Sen


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