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El 5 de julio de 1975 Cabo Verde emergió de siglos de pasado colonial. Ese día logró la independencia de Portugal e inició un nuevo capítulo en su historia.
Este momento, cargado de esperanza y desafíos, marcó el punto de partida de una trayectoria política singular que, a lo largo de casi cinco décadas, transformaría el archipiélago de un sistema de partido único a una democracia multipartidista vibrante y consolidada. La evolución política caboverdiana es un ejemplo notable en el África lusófona, marcada por un pragmatismo que permitió la transición pacífica y la construcción de instituciones democráticas sólidas adaptadas a las particularidades de una nación insular, pequeña y con recursos limitados.
Los años que siguieron a la independencia estuvieron dominados por la figura del Partido Africano de la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC), que lideró la lucha contra el colonialismo. La ideología socialista y el proyecto de unión con Guinea-Bissau, con el que compartía el mismo movimiento de liberación, marcaron los primeros años. Liderado por Arístides Pereira, el PAIGC, de carácter marxista-leninista, consolidó con rapidez su poder, estableciéndose como partido único, una tendencia común en muchos países africanos recién independizados.
La decisión de adoptar ese modelo en 1976 se justificó por la necesidad de afianzar la unidad nacional y de movilizar los recursos necesarios para el desarrollo en un contexto de extrema pobreza y vulnerabilidad, agravado por sequías cíclicas. El PAIGC, rebautizado como Partido Africano de la Independencia de Cabo Verde (PAICV) tras la ruptura con Guinea-Bissau en 1980 –resultado del golpe de Estado de João Bernardo Vieira contra Luís Cabral–, centró sus esfuerzos en la construcción del Estado y la implementación de políticas sociales. Se lograron avances significativos en áreas como la educación, la salud y el acceso al agua, con campañas masivas de alfabetización y la construcción de infraestructuras básicas, lo que supuso una mejora notable de los indicadores sociales en comparación con la época colonial.
Junto a estos avances, el modelo de partido único conllevaba la supresión de libertades políticas y la ausencia de pluralismo. La oposición era inexistente y las decisiones se centralizaron. Sin embargo, el régimen del PAICV no se caracterizó por la represión violenta que marcó otros regímenes similares en África. Por el contrario, mantuvo una postura relativamente moderada, lo que facilitó la transición democrática.
La década de 1980 fue un período de creciente desilusión con los modelos socialistas en África y en el mundo. Y Cabo Verde no fue la excepción. La economía planificada no generaba el crecimiento necesario para superar las dificultades estructurales y la dependencia de la ayuda externa era una realidad. La caída del Muro de Berlín en 1989 y el fin de la Guerra Fría aceleraron las presiones internas y externas para virar hacia una mayor apertura política y económica. Las voces a favor del pluralismo y la reforma comenzaron a surgir, aunque de forma tímida, dentro del propio partido y de la sociedad civil.
La transición a la democracia en Cabo Verde, caracterizada por su naturaleza pacífica y negociada, es uno de los capítulos más notables de su historia política. A diferencia de muchos países en los que la democratización fue impuesta por presiones externas o revueltas populares, en Cabo Verde la iniciativa partió en gran medida del propio PAICV.
En 1990, el entonces presidente, Arístides Pereira, y la dirección de la formación política, conscientes de los cambios globales y las limitaciones del sistema de partido único, iniciaron un proceso de apertura. En febrero de ese año, el Comité Central del PAICV anunció la decisión de avanzar hacia el multipartidismo, un paso audaz e innovador para la época. Esta decisión fue seguida por una revisión constitucional que eliminó el artículo que consagraba al PAICV como partido único.
La transición se formalizó con la celebración de las primeras elecciones multipartidistas en enero de 1991. En estos comicios surgió un nuevo actor político: el Movimiento para la Democracia (MpD), una coalición de intelectuales, disidentes del PAICV y figuras de la diáspora que se organizaron para defender el pluralismo y el cambio. Liderado por Carlos Veiga, el MpD se presentó como la fuerza de oposición, prometiendo una economía de mercado y un estado más liberal.
Las legislativas del 13 de enero de 1991 fueron un hito. El MpD obtuvo una victoria abrumadora. Consiguió la mayoría de los escaños en el Parlamento y desbancó al PAICV. Poco después, en febrero, las presidenciales confirmaron el cambio: António Mascarenhas Monteiro, candidato independiente apoyado por el MpD, venció a Arístides Pereira.
Esta transición democrática pacífica y ordenada fue elogiada por la comunidad internacional y sirvió de modelo para otros países africanos. Demostró la madurez política de la élite caboverdiana y la resiliencia del pueblo para abrazar el cambio sin recurrir a la violencia.
Desde 1991, la política caboverdiana se ha caracterizado por la alternancia democrática entre el MpD y el PAICV y por la consolidación de las instituciones democráticas.
Con el MpD en el poder, bajo el liderazgo del primer ministro Carlos Veiga, Cabo Verde se embarcó en una fase de reformas. La economía fue liberalizada, se privatizaron empresas estatales y el país se abrió a la inversión extranjera. Se implementaron políticas de promoción del sector privado y del turismo, que se ha convertido en uno de los pilares de la economía caboverdiana. El MpD también promovió la descentralización administrativa, con la creación de ayuntamientos, fortaleciendo la participación cívica a nivel local.
A pesar de los logros económicos, los 90 no estuvieron exentos de desafíos. Las reformas estructurales, aunque necesarias, tuvieron costes sociales como el aumento del desempleo y la necesidad de adaptación de la población a una nueva realidad económica. El PAICV, en la oposición, desempeñó un papel fiscalizador y crítico, fundamental en cualquier democracia consolidada.
El PAICV logró recuperarse y regresar al poder diez años después, en 2001, con la victoria de José Maria Pereira Neves en las legislativas y de Pedro Pires en las presidenciales. Esta alternancia confirmó la vitalidad de la democracia del país.
Aunque el PAICV continuó muchas de las políticas de liberalización económica, puso especial énfasis en las políticas sociales y en la lucha contra la pobreza. El gobierno de Pereira Neves apostó por la diversificación económica, el desarrollo de infraestructuras y la promoción de Cabo Verde como un centro de servicios en África occidental. La relación con la Unión Europea se profundizó con la firma de la Asociación Especial, que refleja la vocación atlántica y europea del país. La lucha contra la criminalidad y la promoción de la seguridad también fueron temas centrales.
Este período estuvo marcado por un crecimiento económico considerable, impulsado por el turismo y las remesas de la diáspora. Sin embargo, el país seguía enfrentando desafíos como la vulnerabilidad al cambio climático, la escasez de recursos naturales y la necesidad de crear empleos cualificados para la población joven.
En 2016, el MpD, liderado por Ulisses Correia e Silva, volvió a ganar las elecciones legislativas, asumiendo el Gobierno. Esta nueva alternancia reforzó la normalidad democrática en el archipiélago. El MpD prometió una gestión más eficiente, la reducción de la deuda pública, la mejora del entorno empresarial y la inversión en sectores estratégicos como la economía digital y la economía azul.
El Gobierno de Correia e Silva ha tenido que hacer frente a desafíos considerables como la pandemia de la COVID-19, que tuvo un impacto devastador en las finanzas caboverdianas, muy dependientes del turismo. La recuperación económica y la resiliencia frente a los choques externos se han convertido en prioridades. Las políticas de atracción de inversión extranjera y de promoción del crecimiento sostenible siguen siendo el objetivo.
Las legislativas de 2021 confirmaron al MpD en el poder, aunque con un margen menor, evidenciando la competitividad del sistema bipartidista caboverdiano. En las presidenciales de 2021, José Maria Pereira Neves, ex primer ministro por el PAICV, fue elegido presidente de la República, sucediendo a Jorge Carlos Fonseca, del MpD, lo que ha consolidado la cohabitación política y la separación de poderes.
A pesar de ser un faro democrático en África, Cabo Verde aún enfrenta desafíos significativos. La dependencia del turismo hace que la economía sea vulnerable a impactos externos. La escasez de agua y la desertificación son amenazas constantes que exigen inversiones en energías renovables y tecnologías de desalinización. El alto desempleo juvenil y la necesidad de diversificación económica son preocupaciones continuas.
La gobernanza en el archipiélago se ha caracterizado por el diálogo y el consenso, aunque la polarización política, común en democracias maduras, también se siente, especialmente en períodos electorales. La sociedad civil ha desempeñado un papel creciente en la fiscalización del poder y en la promoción de inciativas sociales.
La evolución política de Cabo Verde desde 1975 es una historia de éxito. De una nación recién independizada con un sistema de partido único, Cabo Verde se ha transformado en una democracia robusta, reconocida internacionalmente por su estabilidad y la alternancia pacífica en el poder. Esta trayectoria es el resultado de un compromiso continuo con la gobernanza democrática, el respeto por las libertades y la búsqueda de un desarrollo que beneficie a todos los ciudadanos.
El futuro de Cabo Verde, aunque con desafíos, se asienta sobre bases sólidas. La resiliencia de su pueblo, la madurez de su clase política y la solidez de sus instituciones democráticas son los pilares que permitirán al archipiélago continuar construyendo un futuro próspero y equitativo, consolidándose como un ejemplo de éxito en el continente africano y en el mundo. El recorrido de Cabo Verde es un testimonio de la capacidad de una nación pequeña para forjar su propio destino, superando adversidades y abrazando los valores de la democracia y la libertad.
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