De nuevo Touadéra, salvo sorpresa

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La pobreza y la dependencia de las potencias extranjeras, principales retos del futuro presidente centroafricano 


Por Issa Ben Rodri, desde Bangui (RCA)


En el poder desde 2016, el presidente centroafricano, Faustine-Archange Touadéra, espera pocas sorpresas en las elecciones del 28 de diciembre. Los analistas se detienen lo justo a la hora de establecer posibles escenarios, salvo aventurar la diferencia que marcará con sus seguidores. La última reforma constitucional ya no establece límites a los mandatos de los presidentes en Bangui.



Los ­centroafricanos están llamados a votar el próximo 28 de diciembre por partida triple. Ese día se celebrarán elecciones presidenciales, parlamentarias y -por primera vez en 40 años- locales, estas últimas desdobladas en regionales y municipales. Son los terceros comicios después de la transición política que terminó a finales de 2015. Durante esta década, el país ha sufrido frecuentes altibajos de violencia, aunque durante los tres últimos años ha habido menos sobresaltos y más estabilidad. 

En los comicios de 2020, el presidente, Faustin-Archange Touadéra, fue elegido en primera vuelta con el 53 % de los sufragios, aunque debido a la inseguridad causada por grupos rebeldes solo pudo votar el 35 % de la población. Si en 2013 la República Centroafricana (RCA) sufrió la violencia de los insurgentes de la Seleka, de mayoría musulmana, al comenzar el año 2021 la amenaza venía de la Coalición de Patriotas por el Cambio (CPC), una nueva rebelión, entonces liderada por el antiguo presidente François Bozizé, que absorbió a antiguos milicianos de la Seleka y de otros grupos armados. Nada más comenzar el segundo mandato de ­Touadéra, en 2021, los mercenarios rusos del grupo Wagner lanzaron una fuerte ofensiva –junto con el entonces recién remodelado Ejército centroafricano– que consiguió, en muchos casos con métodos poco respetuosos con los derechos humanos, expulsar a los rebeldes de las ciudades que controlaban y en las que habían impuesto su ley.

La autoridad del Estado ahora es visible en el país. En todos sus centros administrativos hay prefectos, subprefectos, funcionarios, jueces, policía, gendarmes y ejército, aunque uno de los grandes problemas sigue siendo el pésimo estado de las carreteras, que dificulta las comunicaciones y el comercio entre las distintas zonas del país.

Seguidores de diferentes confesiones religiosas esperan la visita del presidente del país en Bouboui, con motivo del Día Africano de la Escuela, celebrado el 1 de marzo de 2025. Fotografía: Patrick Meinhardt / Getty.



Los acuerdos de paz alcanzados en abril de este año con las tres facciones más importantes que formaban la CPC han contribuido también a mejorar la seguridad. Con ayuda de Chad, la RCA consiguió que algunos de sus líderes fueran relocalizados en otros países, como es el caso de Bozizé, exiliado en Guinea-Bissau. En las negociaciones de paz desempeñó un papel muy importante, aunque discreto, la Comunidad de Sant’Egidio. Desde entonces, con ayuda de la Misión Multidimensional Integrada de la ONU para la Estabilización en la RCA (MINUSCA), miles de antiguos combatientes han sido desarmados y desmovilizados, aunque los mercenarios rusos han absorbido en sus filas a algunos de sus antiguos combatientes. Muchos observadores ven en estos reclutamientos paralelos un factor de riesgo para el futuro, porque nadie sabe a ciencia cierta cuántas cadenas de mando hay hoy en las Fuerzas Armadas. 



Paz, derechos y pobreza

Uno de los problemas de la RCA es que, en su inmenso territorio, siempre se han desarrollado varios conflictos de forma simultánea y cuando las cosas se calman en algunas zonas del país, empeoran en otras. En la actualidad, los dos focos de violencia se localizan en el sureste, donde desde hace dos años una guerrilla formada por combatientes de etnia zande siembra la inseguridad, y en el noreste, en la prefectura de Vakaga, limítrofe con Sudán, desde donde hay frecuentes incursiones de hombres armados que tienden emboscadas, saquean poblados y en ocasiones atacan a posiciones del Ejército centroafricano y de la MINUSCA. 

En ambas zonas, los rusos de Wagner y los soldados gubernamentales intentan contener estas amenazas, aunque, como denunció en octubre Yao Agbetse, experto de la ONU en materia de derechos humanos, ambos han practicado numerosas detenciones arbitrarias y ejecuciones extrajudiciales. Su informe es uno de los raros documentos sobre derechos humanos que se publican hoy en la RCA, donde apenas vienen periodistas ni investigadores que se arriesguen a adentrarse en zonas remotas. Hace apenas un año, un proyecto de ley para controlar la influencia de agentes extranjeros, prácticamente calcada de una ley rusa, envió una señal muy preocupante a oenegés internacionales y a activistas de derechos humanos. El texto no fue adoptado por la Asamblea Nacional, pero sirvió de aviso a quienes deseen indagar sobre temas delicados.  

Los problemas de la RCA no se limitan al campo de la seguridad. Según datos actualizados de la ONU, es el quinto país más pobre del mundo y sus indicadores de desarrollo son de vértigo: un 37 % de su población necesita ayuda humanitaria, el 65 % vive por debajo del umbral de pobreza –menos de dos dólares al día–, el 67 % no tiene acceso al agua potable, uno de cada diez niños morirá antes de cumplir el quinto año de vida y el 37 % de ellos sufren de malnutrición crónica. Solo el 65 % de los niños van a la escuela primaria, pero solo la cuarta parte de ellos la completa. Todo esto no deja de sorprender en un país muy rico en recursos naturales: oro, diamantes o maderas que hoy explotan, sobre todo, compañías rusas y chinas. El Proceso de Kimberley levantó el año pasado el embargo que pesaba sobre la comercialización de los diamantes, sin que esto haya contribuido a levantar la economía del país de forma significativa.  

Anicet-George Dologuélé. Fotografía: Camille Laffont / Getty



A pesar de estos pésimos indicadores, el Gobierno no quiere oír hablar de emergencia humanitaria e intenta vender su Plan Nacional de Desarrollo (2024-2028), que presentó en septiembre en una conferencia de donantes en Casablanca (Marruecos). Los países occidentales desconfían de un Gobierno que se ha echado en manos de Rusia, pero no quieren tensar demasiado la cuerda y ofrecen partidas de ayuda al desarrollo. De momento, el único donante que se ha comprometido ha sido la Unión Europea (UE), con 300 millones de dólares, muy lejos de los 12 000 solicitados por el Ejecutivo, mientras que Francia mantiene en el país una misión militar, la EUTM, dedicada a la formación de oficiales de las Fuerzas Armadas, y otra de apoyo a la Policía y la Gendarmería.



Sin límites

El acontecimiento político más significativo de los últimos años ha sido la sustitución de la Constitución de 2016 por una nueva, aprobada en referéndum en 2023, cuya principal modificación es la eliminación de los límites a los mandados presidenciales, que estaba en dos. Touadéra tiene ahora el campo libre para presentarse todas las veces que lo desee. La RCA ha adoptado el mismo modelo político que el resto de los países de África central, donde tres de sus presidentes –Obiang en Guinea Ecuatorial, Sassou-Nguesso en Congo y Paul Biya en Camerún– se cuentan entre los más longevos del mundo. 

Nadie duda de que ­Touadéra parte como el gran favorito entre los diez candidatos que se presentan a las presidenciales, ni tampoco que su partido, el Movimiento de los Corazones Unidos, obtendrá una amplia mayoría en el Parlamento. La incógnita es si vencerá en la primera vuelta o si habrá balotaje. El Tribunal Constitucional validó el pasado 14 de noviembre siete candidaturas, entre ellas la de Anicet-George Dologuélé, que fue su gran rival en las dos convocatorias anteriores. 

La nueva Carta Magna impide a quienes tengan doble nacionalidad presentar su candidatura a unas presidenciales. Dologuélé, que desde 1994 tenía nacionalidad francesa, renunció a ella en agosto para poder presentarse, pero cuando se registró ante la Junta Electoral, el fiscal general del Estado invocó una ley de 1961 que proclama que la ciudadanía centroafricana «es única y no es compatible con otra nacionalidad» y que «se pierde automáticamente cuando se adquiere otra». Muchos han señalado que esta ley nunca se ha aplicado y que numerosos ministros y otros altos cargos del Estado tienen doble nacionalidad, sin que nadie les haya declarado nunca apátridas. 

Estudiantes universitarias en la ciudad de Birao, situada en la región de Vakaga, en el noreste del país. Fotografía: Alexis Huguet / Getty (d.)



A pesar de que la resolución del Consticional calmó los ánimos en el país, la decisión de Dologuélé de presentarse ha causado fuertes tensiones en el seno del bloque de fuerzas políticas de la oposición, que le han acusado de traidor. Tras pedir con insistencia desde el año pasado un diálogo con las autoridades, los otros líderes opositores se han negado a participar en unas elecciones que consideran una farsa. Ahora nadie duda de que la candidatura atraerá los votos de muchos centroafricanos descontentos.

Si las dos elecciones anteriores se desarrollaron, en general, en un ambiente libre de violencias ligadas a las rivalidades partidistas, en esta ocasión hay más riesgos y tensiones, algunas de ellas en el seno del propio poder. Es un secreto a voces que Touadéra padece una enfermedad grave que le obliga a acudir a una clínica de Bruselas cada pocos meses para seguir un tratamiento médico. Aunque es un tema tabú, muchos temen que, si su estado se agravara, el país podría entrar en una fase de luchas intestinas por el poder. 

Otro foco de tensión tiene que ver con la sustitución de los mercenarios de Wagner presentes en la RCA por las fuerzas de Africa Corps, más controladas por el Ministerio de Defensa ruso. Se trata de una condición que Putin ha impuesto a las autoridades centroafricanas y que está previsto que se realice a finales de este año. Si Bangui, hasta ahora, pagaba a Wagner con concesiones de minas de oro y diamantes, Africa Corps le supondría al Estado 10 millones de dólares mensuales, una cantidad que la RCA no se puede permitir. Muchos observadores dudan de que los hombres de Wagner acepten marcharse dócilmente del país dejando detrás los sustanciosos negocios que les aporta su red de empresas mineras y madereras. Un conflicto entre las fuerzas rusas sería el peor escenario posible, y muchos empiezan a temer que no sea improbable.   



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