Choque cultural

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Fiducia Supplicans abre el debate sobre la bendición de parejas homosexuales y en situación irregular



La mayoría de los obispos de África consideran que la bendición de parejas del mismo sexo propuesta por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe en la Declaración Fiducia Supplicans «no puede hacerse en África sin exponerse a escándalos». Según el sentir general de los prelados, este tipo de bendiciones, incluso si son realizadas fuera del ámbito litúrgico y de los edificios de culto, estaría «en contradicción directa con el ethos cultural de las comunidades africanas». Así lo recoge un comunicado firmado el 11 de enero por el cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa y presidente del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SCEAM), y consensuado con el papa Francisco y el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

La publicación de Fiducia Supplicans, el pasado 18 de diciembre, ha desencadenado una «onda de choque» entre los católicos africanos como jamás había suscitado ningún otro documento de la Curia vaticana. Algunos han llegado incluso a acusar a la Iglesia católica de ser un instrumento en manos de los occidentales para difundir sus valores, prácticas y tradiciones a través del mundo. Ante la confusión y la perplejidad de numerosos fieles, y con el objetivo de poder ofrecerles una orientación clara, el 20 de diciembre el cardenal Fridolin Ambongo tomó la iniciativa de enviar una carta a los presidentes de las conferencias episcopales africanas invitándoles a expresarse abiertamente sobre la cuestión de las bendiciones a las parejas del mismo sexo. Las reacciones no tardaron en llegar.

Una respuesta mayoritaria

El mismo 20 de diciembre, la Conferencia Episcopal de Togo invitaba a los sacerdotes a «abstenerse de bendecir a las parejas homosexuales», aunque también advertía de que tienen que ser «acogidas con respeto, compasión y sensibilidad». La misma recomendación daban los obispos de Mozambique a los ministros ordenados: evitar las bendiciones pero «mostrarse próximos y acompañar a aquellas personas que están viviendo dentro de estas uniones irregulares».

El aspecto cultural ha sido el más esgrimido por las Iglesias africanas para justificar la puesta en cuarentena de la bendición de las parejas del mismo sexo. Los obispos de República de Congo afirmaban que «por respeto a nuestro patrimonio cultural y por el bien de la familia humana, no podemos permitir la bendición de las uniones mencionadas en Fiducia Supplicans», mientras que los de Chad calificaron la Declaración de «violencia hecha a nuestra cultura chadiana y africana». En Zambia, los obispos justificaron su rechazo a Fiducia Supplicans en «no infringir la ley de nuestro país, que prohíbe las uniones y actividades homosexuales, y en la escucha de nuestra herencia cultural que no acepta las relaciones homosexuales».

La Iglesia no niega a ninguna persona la bendición, pero surgen dudas cuando estas pueden interpretarse como la aprobación de un comportamiento contrario a la moral católica. Este es el razonamiento de la Conferencia Episcopal camerunesa para no implementar la bendición a las parejas homosexuales puesto que «literalmente, “bendecir es “hablar bien de”. Y “hablar bien de” para obtener la gracia por el gesto de bendecir a una “pareja homosexual” equivaldría a alentar una opción y una práctica de vida que no pueden reconocerse como objetivamente ordenadas a los designios revelados por Dios». El hecho de que las bendiciones de las que habla Fiducia Supplicans se hagan fuera de la liturgia no es suficiente para los obispos cameruneses porque «diferenciar entre contextos litúrgicos y no litúrgicos para aplicar la bendición a “parejas” del mismo sexo es hipócrita. El acto de la bendición, ya se realice en un contexto litúrgico, en una reunión o en privado, sigue siendo una bendición».

Discrepancias

Aunque la intención del cardenal Ambongo era «redactar una sola declaración sinodal, válida para toda la Iglesia de África», algunas conferencias episcopales han manifestado cierta distancia. Las de Sudáfrica y Kenia consideran las sugerencias ofrecidas por la Declaración susceptibles de «ser consideradas como guía con prudencia» y no se oponen a que los sacerdotes bendigan a parejas de personas del mismo sexo siempre que se respeten dos condiciones: que tengan lugar fuera de la liturgia y que no signifiquen el reconocimiento de ningún tipo de unión.

También los prelados de la Conferencia Episcopal de la Región del Norte de África –Marruecos, Argelia, Libia, Túnez y Sahara Occidental–, reunidos en asamblea del 11 al 15 de enero, se alejan sutilmente de sus homólogos subsaharianos. Ligeramente molestos con las prisas del cardenal Ambongo, que no esperó a escuchar su opinión, consideran que Fiducia Supplicans «profundiza sobre la comprensión del significado de las bendiciones, cuya función no es ratificar o avalar situaciones de hecho vividas por las personas, sino implorar la ayuda de Dios sobre ellas».

La controversia desencadenada por el texto vaticano está lejos de haber sido resuelta y todavía no se sabe cuáles serán sus repercusiones sobre la vida eclesial en África.

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