Publicado por Sebastián Ruiz-Cabrera en |
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«A pesar del esfuerzo propagandístico realizado en los últimos años, las colonias siguen siendo ignoradas por la mayoría de este pueblo colonizador. Todavía hay mucha gente que nos pregunta: “¿Para qué nos sirven las colonias?”. Como es imposible llevar a todos los portugueses a las colonias, hemos tratado de dar una lección, trayendo de allí lo que puede contribuir a un conocimiento exacto y consciente de ellas. ¡La primera exposición colonial portuguesa debe ser la lección de colonialismo que aún no se le ha dado a nuestro pueblo!»
Este es el discurso de apertura del director de la exposición colonial que, en 1934, llevó a los jardines del Palacio de Cristal, en Oporto, la recreación de las aldeas indígenas y a «espécimenes» de los pueblos que las habitaron. Rosinha vino con él desde Guinea y está presente en varias películas e imágenes oficiales. Pero ¿quién es ella? ¿Quiénes son las Rosinhas históricas que nos hicieron creer en la lección del Estado Novo y que, quizás, explican cómo hemos llegado a creer que Portugal, al igual que España, institucionaliza todavía el racismo? El trabajo de Pessoa sobre la historia de la propaganda fascista aparece como un espejo en el que cuesta mirarse. Portugal es un país con una historia no contada, y esta película es una hermosa manera de contrarrestar este silencio justo ahora que se conmemoran los 50 años de la Revolución de los Claveles que, por cierto, no hubiera sido igual sin los movimientos independentistas en el continente africano.
África importa cada vez más productos occidentales y asiáticos. ¿La paradoja? La libertad de los africanos para viajar por donde quieran –léase los países del Norte– sigue siendo una quimera. Este es el punto de partida, o de denuncia, de Campus Monde, en el que Yannick Edoh Glikou ha trabajado desde 2020. El director ha visto recompensado su empeño con un premio en el Visions du Réel –uno de los festivales sobre documentales más importantes de Europa–, que tuvo lugar en abril en Nyon (Suiza). Centrado en mirar a la capital financiera de Costa de Marfil, donde vive, el realizador saca a relucir un fenómeno poco trabajado en el cine como es el auge de empresas privadas de asesoramiento sobre migración –legales o informales– en Abiyán y en otras ciudades africanas, y da una vuelta de tuerca a la representación de la migración africana. Son agencias que se aprovechan de un sistema que busca estas nuevas «mercancías».
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