Publicado por Javier Sánchez Salcedo en |
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El Consejo Nacional para la Salvaguarda de la Patria de Níger ha endurecido su pulso con la empresa francesa Orano –antigua Areva–, que durante más de 50 años ha dominado la explotación de uranio en el país. Bajo el liderazgo del general Abdourahamane Tchiani, la junta militar ha iniciado una revisión de todos los acuerdos mineros con compañías extranjeras con el objetivo de recuperar el control sobre sus recursos y garantizar mayores beneficios para el Estado y la población. La ofensiva contra Orano, cuyo principal propietario es el Estado francés, ha desatado una crisis con implicaciones ambientales, sociales y geopolíticas.
En junio de 2024, Níger revocó el permiso de explotación de la compañía en el yacimiento de Imouraren, uno de los mayores del mundo, por incumplimiento de plazos. En diciembre, el Consejo Nacional tomó el control operativo de Somaïr, la principal filial de Orano en el país, que había suspendido su producción en la mina de Arlit tras el cierre de la frontera con Benín. La empresa argumentaba que el cierre –tras el golpe de Estado de 2023– bloqueaba las exportaciones. El pasado 5 de mayo, fuerzas de seguridad nigerinas irrumpieron en las oficinas de las filiales de Orano en Niamey, confiscaron documentación y equipos, y detuvieron a su director local, Ibrahim Courmo.
La presión sobre Orano no proviene solo del Gobierno. El pasado mes de abril, la Coordinadora de la Sociedad Civil y la Sinergia de la Organización de la Sociedad Civil presentaron una denuncia ante el Tribunal Superior de Arlit, acusando a la empresa de poner en riesgo la salud pública por posibles fugas radiactivas. Cominak, filial de Orano, que cerró una mina en 2021 tras agotar las reservas, ha sido señalada por haber suspendido los trabajos de reacondicionamiento y dejar abandonadas 20 millones de toneladas de residuos radiactivos y 1 400 toneladas de concentrado de uranio sin tratamiento definitivo. Además, según informa la agencia EFE, el Sindicato de Mineros de Níger envió en mayo una carta al secretario general de la ONU, António Guterres, en la que también acusa a Cominak y Somaïr de abandonar al aire libre 40 millones de metros cúbicos de residuos radiactivos. La carta denuncia acuerdos injustos que han beneficiado a la empresa en detrimento de los trabajadores y de la población local.
Desde el alzamiento de julio de 2023, Níger –séptimo productor mundial de uranio y durante décadas uno de los principales proveedores de Francia– está decidido a cambiar las reglas del juego y acabar con la que considera una relación de dependencia y dominio colonial, a la vez que estrecha lazos con Rusia y China. Francia, que depende del uranio nigerino para cubrir entre el 15 % y el 17 % de su generación eléctrica nuclear, se ve obligada a buscar proveedores alternativos.
La región de Agadez, en el norte del país, sufre los efectos de esta crisis. El cierre de Cominak y la paralización del yacimiento de Imouraren han dejado sin trabajo a más de 3 500 personas. Orano ha expresado su preocupación por la situación, lamenta el impacto sobre los trabajadores y las comunidades locales, y, aunque ha iniciado dos procedimientos de arbitraje internacional, ha manifestado su intención de mantener abiertos los canales de comunicación con las autoridades nigerinas para encontrar una solución.
En la imagen superior, vista de la entrada de las instalaciones de la mina de Cominak, en la que se puede leer un cartel que dice «La seguridad es la vida». La explotación cerró en 2021 después de producir 75 000 toneladas de uranio. Fotografía: Olympia de Maismont / Getty
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