Publicado por Javier Sánchez Salcedo en |
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Nací en Libreville, Gabón. Mi padre es gabonés y mi madre de Guinea Ecuatorial. Cuando tenía ocho años, mi madre nos trajo a mis hermanos y a mí a España. Yo me fui a Granada con una familia de acogida. Poco antes de cumplir la mayoría de edad, me marché a La Coruña y pasé 12 años muy buenos. Después, decidí irme a Inglaterra, a Brighton, donde vivía mi hermano mayor. Estuve dos años en Londres y luego en Bristol, donde pasé casi 15 años. Estudié en la universidad, me volví a España y me quedé en Barcelona, donde empecé a trabajar como guía y retomé mi fascinación de pequeño de ser actor. Me registré en algunas agencias de castin y comencé a combinar la actuación y la guía turística a pie de calle.
Siempre he sabido que iba a ser actor. Si había una cosa que tenía clara, era esa. Recuerdo de pequeño en Mongomo, en Guinea Ecuatorial, que los curas en el colegio proyectaban películas sobre una pared. Aquello era un evento muy especial porque venía todo el pueblo a verlas. Ya estando en Granada me dije que eso era lo que quería hacer y siempre he tenido claro que en algún momento lo haría.
He trabajado en las series de televisión Fuerza de Paz, Los herederos de la tierra y Detective Touré, pero de lo que más orgulloso estoy es de mi trabajo en Los negros, un documental histórico que se rodó en Sevilla y que trata sobre la Hermandad de los Negritos de Sevilla. Ahí tuve un papel bastante digno comparado con la mayoría de lo que nos suelen dar a los negros aquí en España.
Después de muchos trabajos diversos, tenía claro que no quería estar encerrado en una oficina o en un bar. Tengo que estar en la calle. Un amigo que gestionaba una empresa de tours en Barcelona me ofreció trabajar y empecé a llevar a la gente por la Sagrada Familia, a la playa, por las rutas de Gaudí…
En Bristol me movía mucho con la comunidad afrocaribeña, que tenía una gran conciencia sobre la historia de la gente del Caribe. Se hablaba de líderes como Marcus Garvey, Malcolm X y muchos otros. Ese fue el primer contacto y mi despertar de la conciencia negra. En Barcelona, empecé a asistir a charlas formativas sobre la historia negra y, con la experiencia que fui teniendo del sector turístico, vi que se podía trabajar sobre la historia negra en España de una forma profesional.
Conocí a un chico en Londres que hacía un tour sobre el colonialismo y el comercio transatlántico. En Bristol también había profesores de universidad negros que organizaban rutas sobre el tema de la esclavitud. Al volver a España vi que había cierto movimiento sobre la causa negra y empecé a involucrarme. En 2021, viviendo en Madrid, comencé a hablar sobre estas cuestiones con amigos panafricanistas y a trabajar en mi propio proyecto, a buscar artículos en las redes, ver vídeos de YouTube, a recopilar un montón de información sobre el tema de la esclavitud en España y en Madrid. Coincidió además con el trabajo en Los negros. Y me lancé a organizar una ruta sobre la esclavitud en Madrid.
El primero es estar bien económicamente, pero también ofrecer una conexión histórica y emocional a los turistas negros que vienen de Estados Unidos, Canadá o Francia y que se quedan muy sorprendidos de que en España exista esta historia negra. Además, mi proyecto tiene un objetivo educativo que consiste en proporcionar formación para gente joven negra que quiera dedicarse al turismo, para que sepan que en Madrid, y en otros lugares de España, hay una importante historia negra sobre la que pueden formarse y de la que pueden vivir. Lo tengo muy claro: hay tours sobre vikingos o sobre tapas, pero la historia negra también interesa, lo que pasa es que a menudo los negros no solemos darle valor a nuestras cosas. Es una industria que ningún otro turoperador ha tocado en Madrid y que cada vez está más en auge. Tengo conexión con un chico en Sevilla, otro en Lisboa y una chica en Oporto que también están haciéndolo y estamos creando una sinergia entre estos destinos que podría ampliarse a Granada, Cádiz o Barcelona. Ofrecemos una oportunidad para conocer España de otra forma, combinándolo con otras cosas que ofrece el país como una actuación de flamenco, una visita al Prado o un paseo por Toledo.
España ha sido la cuarta potencia relacionada con la esclavitud transatlántica, así que mucha. Otra cosa es que no nos lo cuenten. En las cuestiones que tienen que ver con la esclavitud de los negros africanos, España y Portugal han sido los países más rezagados, han decidido, en vez de ponerlo encima de la mesa y que se hable de ello, barrerlo debajo de la alfombra. Esto sigue siendo así, tristemente, y si no es por la acción de pensadores, activistas, oenegés o revistas como la vuestra, esto pasaría desapercibido. Yo lo propongo desde otra mirada, que es la de hacer dinero. Los blancos ganan dinero con su historia, así que los negros podemos ganar dinero con la nuestra. Nuestra idea es formar a más gente para que se haga este tipo de tour en Granada, en Valencia o en Palma de Mallorca. Este es el espíritu del proyecto Afroibérica, que no se queda solo en Madrid.
Empecé planteándolo principalmente hacia el público afroamericano, pero está viniendo también mucha gente española. Generalmente es gente de entre 18 y 60 años muy interesada en la historia negra de Madrid o con una leve idea de ella, pero con ganas de saber más. Es gratificante que haya gente que se interese porque es un primer paso para empezar a educarse sobre esta parte de la historia y romper esa barrera que ha habido siempre con el conocimiento de la gente negra en España y en Europa, y el papel que ha tenido, no solo sobre el tema de la esclavitud, sino también en el enorme aporte cultural que ha hecho. Me alegra cuando vienen negros a los tours, pero también ha habido muchos blancos españoles, de Portugal, Brasil, Chile o Argentina. Es un recorrido de dos horas por la ciudad, lo que se denomina en Estados Unidos una history hidden in plain sight, una historia oculta a plena luz del día. Aprendemos sobre lugares por los que hemos pasado miles de veces, pero en los que no solemos reparar.
Obviamente, si hago esto es porque ha habido siempre algo que para mí fallaba en el sistema educativo. Pasé desde EGB hasta COU sin ver a una persona negra en los libros de historia, sin una mención, nada, absolutamente nada, y siempre he tenido la mosca detrás de la oreja. Creciendo en Andalucía oía hablar del «rincón de los negros» o de «la cofradía de los negritos» y nunca le daba ninguna importancia, pero con el tiempo fui juntando las piezas y aprendiendo de autores como Jesús Cosano, que ha escrito libros sobre la presencia negra en Andalucía, o como Isidoro Moreno, que fue quien asesoró la investigación para el documental Los negros. Ha sido un proceso histórico que no hay que esconder. En esto, España y el resto de países en Europa en general han fallado.
La gente viene con cierto grado de concienciación y con la mente abierta para conocer. Al comenzar, les digo que voy a utilizar un lenguaje duro, que va a ser explícito muchas veces. No nos tenemos que asustar, pero hay que contar la historia lo más real posible. Les digo que este no es un tour como los demás en los que te van a contar maravillas de Madrid. Va a ser duro. Y lo único que espero es tengan la mente abierta, receptiva, con ganas de aprender. Les parecen terribles muchas de las historias que descubren, pero al final salen contentos y cuestionándose. Me suelen decir que a partir de ahora verán la ciudad de otra manera.
Por ejemplo, en la iglesia de San Ginés, en una de las entradas laterales, hay una señal formada por una s y un clavo. Significa sine iure, ‘sin derecho’, y se encuentra en la puerta por la que entraban los esclavos. Según la concepción de la época, los negros no tenían alma y para poder ser personas aceptadas socialmente tenían que bautizarse. Pero no podían entrar por la puerta principal de la iglesia, tenían que hacerlo por las puertas laterales o por la puerta trasera.
«La única foto que tengo de parte de mi familia. Nos la hicimos en La Coruña una vez que mi madre nos visitó con algunos de mis primos. Es entrañable. La tarjeta representa la forma de presentarme al mundo con mi proyecto, y la campana me recuerda dos objetivos: que mi familia esté bien y ser una fuerza de cambio».
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