La diplomacia despide a su estrella del rock

Kofi Annan

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Fallece Kofi Annan, ex secretario general de la ONU

La carrera del diplomático estuvo empañada por la ineficacia de la ONU para frenar el genocidio de Ruanda. En la imagen, Annan y su esposa visitan en 1998 la escuela técnica de Kigali, uno de los lugares donde se produjo la tragedia. [ONU / Milton Grant]

Fallecido a los 80 años en Berna (Suiza) después de participar en los actos conmemorativos del centenario del nacimiento de Nelson Mandela, el trabajo del ghanés Kofi Annan al frente de la ONU (1997-2006) será recordado por el mundo de la diplomacia. Un cargo que le catapultó al imaginario colectivo como lo que era, el primer negro al frente de la organización más importante del mundo. Annan nació en 1938 en el seno de una familia acomodada cuando el país era todavía una colonia británica. Su mayoría de edad llegaría en los albores de la independencia de su país (1957) y poco después viajaría a Estados Unidos para estudiar Economía en el Macalester College de Minnesota y Administración en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology. Al poco tiempo comenzaría su carrera en los fogones de instituciones internacionales como responsable del presupuesto de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este, quizás, es uno de los apuntes más encomiables: llegar a la cúspide mundial desde las trincheras, sin más padrino que su propio esfuerzo y ­entrega.

Pero deja tras de sí un legado complicado con dos agujeros negros cuando se encontraba al frente del Departamento de Operaciones para el Mantenimiento de la Paz de la ONU. En primer lugar, su ineficacia en Ruanda en 1994, donde al menos 800.000 ruandeses fueron masacrados en un genocidio de 100 días. En segundo lugar, su enérgico apoyo a los ataques aéreos de la OTAN en ­Srebrenica (Bosnia) en 1995, que dejaron a miles de musulmanes muertos durante la Guerra de los Balcanes, aseguró que EE. UU. apoyara su candidatura para reemplazar al egipcio Butros-Ghali como ­secretario ­general.

Su segundo mandato en la ONU fue el más complicado de gestionar de cara a la galería. En 2003 tuvo lugar la invasión de Irak sin el apoyo de las Naciones Unidas, y en 2004 estalló en este país el escándalo del programa Petróleo por Alimentos, que salpicó por la corrupción a responsables de la ONU, altos funcionarios y diplomáticos, incluido a Kojo Annan, hijo de Kofi. Un año y medio más tarde, el ghanés dejaba el cargo y se retiraba.

Entre sus contribuciones se encuentran iniciativas clave para la promoción de los derechos humanos como la creación –fallida– de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que apuntaban a erradicar la pobreza extrema, combatir la malaria y el VIH/sida, o mejorar la salud materna, entre otros pilares, para 2015. Aunque también llevó a cabo una sonada reforma que consistió en la reducción de 1.000 empleos de los 6.000 que había en la sede central en Nueva York. Además del Nobel de la Paz de 2001, recibió otros muchos premios como el Sajarov de Derechos Humanos concedido por el Parlamento Europeo o el Indira Gandhi para la Paz, ambos en 2003. Una vida que para muchos africanos y africanas seguirá siendo inspiradora.

 

Fotografía: La carrera del diplomático estuvo empañada por la ineficacia de la ONU para frenar el genocidio de Ruanda. En la imagen, Annan y su esposa visitan en 1998 la escuela técnica de Kigali, uno de los lugares donde se produjo la tragedia. [ONU / Milton Grant]

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