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Por P. Juan Sánchez Arenas, desde Chitima (Mozambique)
Mi parroquia está dedicada a San Juan XXIII y se encuentra en la ciudad de Chitima. Comparto comunidad con dos jóvenes mozambiqueños, P. Moisés y Ronaldo, un escolástico que acaba de concluir sus estudios de Teología y está en servicio misionero. Aunque la parroquia es grande, unos 10 600 km2, los católicos apenas representan el 2 % de sus cerca de 120 000 habitantes. La mayoría de la población es nyungwe, pero cada vez hay más personas de otros lugares de Mozambique y de otros países vecinos porque estamos en un corredor que llega hasta Zimbabue.
Aunque los Misioneros Combonianos llegamos a Chitima en 1966, está costando la adhesión al Evangelio, pero no nos desanimamos. Cuando llegué, en mayo de 2021, escuchando a las comunidades y según el deseo de nuestro obispo, reactivamos un programa de evangelización con el objetivo de que todo bautizado entre en una dinámica misionera.
En las zonas rurales tenemos 20 comunidades cristianas y 18 grupos de oración en perspectiva de convertirse en comunidades estables. Todos los fines de semana, uno de los sacerdotes se queda en la parroquia central y el otro, acompañado por un grupo de animadores laicos, visita de forma rotatoria estas comunidades y grupos. Al llegar, el sacerdote confiesa mientras los animadores y el equipo de liturgia preparan las lecturas, cantos y danzas de la eucaristía. Después de la celebración, las personas se dividen por grupos de catequistas, jóvenes, matrimonios, catecúmenos o niños de la infancia misionera para recibir una formación que imparten los animadores laicos. Cada vez que visito las zonas rurales llego a casa rendido, pero muy satisfecho. La gente es feliz con nuestra presencia y es muy generosa con nosotros. Además de darnos de comer, siempre regresamos a casa con productos del campo que nos ofrecen.
Los católicos de Chitima, organizados en ocho núcleos, se reúnen todos los martes para un tiempo de formación y oración. Es otra manera de vivir el espíritu misionero. Intentamos hacer realidad una Iglesia que sale al encuentro de la gente. Como misioneros combonianos animamos a los laicos a asumir sus responsabilidades porque sabemos que su respuesta garantiza el futuro de la Iglesia. El año pasado tuvimos 177 confirmaciones y este curso bautizaremos a 150 adolescentes y adultos. El desafío sigue siendo la pastoral familiar: apenas celebramos una decena de matrimonios al año. Vivimos en una zona donde persiste la poligamia y no es fácil el matrimonio cristiano. Necesitamos ser pacientes.
No nos olvidamos de la acción social y llevamos adelante algunos proyectos. Soy zahorí y tengo mis técnicas para detectar los cursos de agua. Cuando disponemos de medios económicos hacemos perforaciones y construimos pozos en zonas necesitadas de agua. También apoyamos a los más necesitados con pequeñas ayudas y colaboramos en la construcción de las capillas. En este momento queremos levantar una iglesia dedicada a Nuestra Señora del Sagrado Corazón en Chitima.
He vivido mi misión en muchos lugares y estoy impresionado de que todavía, a mis 75 años, viva con tanta alegría e ilusión. Veo cada día cómo el Evangelio es una Buena Noticia que ayuda a las personas a crecer, a crear fraternidad y les da fuerza cuando atraviesan situaciones complicadas. Merece la pena anunciarlo.
En la imagen superior, el P. Juan Sánchez Arenas bautiza a una joven en la comunidad de Thaca. Fotografía: archivo personal del autor.
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