Lejos de la alternancia

en |



El escepticismo y la esperanza se mezclan tras la vuelta de la oposición a las elecciones al Parlamento en Benín



Aunque no ha habido un cambio importante y el partido Los Demócratas (LD) será una minoría en el Parlamento, el resultado de las legislativas celebradas en Benín podría ser el comienzo de un debate que el país necesita. «Los resultados eran previsibles, pero cuando recordamos las condiciones en las que se acudió a las urnas en las últimas elecciones –legislativas de 2019, locales de 2020 y presidenciales de 2021–, en las que se excluyó a la oposición, nos imaginábamos que si esta tenía la oportunidad de estar en estas elecciones, la configuración de la Asamblea Nacional no sería la misma. Ya no tenemos un Parlamento monocolor de diputados de la mayoría presidencial», explica a MUNDO NEGRO, desde Cotonú, Expédit Ologou, presidente del centro de investigación Academia Cívica para el Futuro de África.

Los resultados de las legislativas del pasado 8 de enero dan la mayoría de la Cámara Baja al Bloque Republicano y la Unión Progresista por la Renovación –formaciones afines al presidente Patrice Talon– con 81 de los 109 escaños. Los opositores del LD –por el que ha hecho campaña Thomas Yayi Boni, presidente entre 2006 y 2016–, obtuvieron 28 diputados en las primeras elecciones a las que se han presentado desde que Talon sucediera a Boni. El resultado ha sido cuestionado, sin aportar pruebas, por Eric Houndete, líder de LD, poco después de ser anunciado por el presidente del Tribunal Constitucional, calificándolo como un «fraude flagrante».

Con una tasa oficial de participación del 37,79 %, Ologou considera que los partidos no han sido capaces de tentar al electorado para que estos comicios lograsen equilibrar las fuerzas en el Parlamento: «No esperábamos esa tasa de participación. Pensábamos que sería más alta porque ahora había otras opciones a los partidos que apoyan al presidente, pero el desinterés de los ciudadanos frente a las elecciones por la falta de inclusión, la violencia que las caracteriza desde 2019 y el sentimiento compartido de que es el poder el que distribuye las cartas a quien quiere, lleva a que no haya una razón para luchar en estas elecciones». Para el analista beninés, «la desafección» y la ausencia de «una batalla feroz en la movilización de los actores públicos» han sido los principales obstáculos» para aumentar la participación, junto al hecho de que, por primera vez desde 1990, se celebraron en un día de fiesta.

 

Varios ciudadanos observan el recuento de votos de las legislativas en la escuela pública Charles Guillot de Zongo, en Cotonú (Benín). Fotografía: Yanick Folly / Getty. En la imagen superior, cartel electoral de Los Demócratas, uno de los tres partidos de la oposición que han concurrido en las legislativas celebradas en Benín el pasado 8 de enero. Fotografía: Yanick Folly / Getty


Aceptar el debate

Lo que sí que cambiará en la vida parlamentaria es que, al tener más de un quinto de la Cámara, los diputados de la oposición podrán discutir proyectos de ley, oponerse a su aprobación o, sencillamente, cuestionar su interés para el conjunto de la ciudadanía. «El Parlamento es una caja de resonancia en la que ahora tendrán que aceptar las opiniones contrarias, aunque acaben imponiendo su decisión en las votaciones», continúa Ologou. 

El recuerdo de las legislativas de 2019, en las que los partidos de la oposición no fueron autorizados a concurrir por las draconianas reglas electorales, se produjeron cortes de Internet para controlar las movilizaciones y la población respondió con una abstención histórica, continúa en la memoria de un Gobierno que hace gala de la estabilidad del país y pretende jugar la baza del avance hacia una democracia consolidada.

«Los dos partidos de la mayoría han obtenido un resultado confortable, pero el debate parlamentario puede convertirse en fuente de discusiones más profundas y de cuestionamientos que movilicen a la población. De hecho, hace años que no hay debate en el país», añade Ologou, quien enlaza con las intenciones veladas de Talon de modificar la Constitución. «La minoría de la oposición en el Parlamento puede bloquear el proyecto de revisión de la Constitución al tener más de un quinto de la Cámara, lo que quiere decir que esas ambiciones por parte del poder deberán pasar por una negociación, y todo puede acabar jugándose ahí», concluye.

Los analistas coinciden en que, a pesar de que estas elecciones podrían ser la semilla de una futura alternancia política aprovechando que el clima socioeconómico de este pequeño país de África occidental disfruta de cierta estabilidad, no se dan las condiciones para ello. Benín acaba de salir de una situación en la que la oposición ha estado excluida del espacio político y es prácticamente imposible hablar de un relevo democrático del poder. Ologou pone en duda que esa situación de madurez política sea posible con las instituciones actuales, y apunta a que primero tiene que haber garantías de que organizan unas elecciones «libres, independientes y creíbles que conviertan las urnas en algo efectivo».

Los 6,6 millones de electores que estaban convocados pudieron elegir entre siete partidos, de los cuales tres eran de la oposición, pero acudieron con cuentagotas a los colegios electorales. «La gente ha perdido la costumbre de votar», declaró un elector a Radio France International, sin que tampoco la presencia de 700 observadores de organizaciones de la sociedad civil lograra movilizar al electorado. La calma y ausencia de altercados, al contrario de lo que ocurrió en 2019, cuando los partidos de la oposición boicotearon los comicios, justificaban la vuelta de los votantes, que consideraron que se trataba de unas «elecciones inclusivas».

«Estamos pasando las páginas equivocadas de nuestra historia política reciente. Ahora todo el mundo va a las elecciones con entusiasmo, ya nadie boicotea. El proceso va bien, es satisfactorio», declaró eufórico el presidente Talon tras depositar su voto en un colegio del centro de la capital. Sin embargo, el avance de unas elecciones con partidos de la oposición sigue marcado por las medidas antidemocráticas que impuso para no tener que discutir su programa económico para el desarrollo de Benín, o la condena a 10 y 20 años de prisión a Joël Aivo y Reckya Madaougou, dos de los principales adversarios del presidente.

Colabora con Mundo Negro

Estamos comprometidos con la información sobre África

Si te gusta lo que hacemos, suscríbete a nuestra revista o colabora con nuestro proyecto