Léna Tall Faye

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Empresaria



Para explicar la vida de la senegalesa Léna Tall Faye es necesario subir un escalón en su árbol genealógico y detenerse en la figura de su madre, una mujer que luchó por criar a su descendencia en las mejores condiciones posibles. Esa pelea diaria por satisfacer las necesidades más o menos inmediatas impidió que Léna, la mayor de ocho hermanos, cumpliera con su deseo de cursar estudios universitarios. Consciente de que debía colaborar en el sostenimiento económico de su familia lo antes posible, optó por aprender mecanografía. Con esa formación encontró pronto un trabajo en la Unión de Bancos de Senegal –actual Crédit du Senegal–. Eran los primeros años de la década de los 90. 

 Cuando el sector financiero senegalés empezó a tambalearse y los despidos comenzaron a sucederse en infinidad de oficinas bancarias, Léna Tall empezó a temer por la estabilidad financiera de la familia. El miedo a ser la próxima en sumarse al carrusel de despidos hizo que la senegalesa tomara una decisión. «No podía sostener esa espada de Damocles sobre mi cabeza […] sabiendo que tenía a toda mi familia detrás de mí. Tenía miedo de perder mi trabajo y asumí mi responsabilidad, pero no buscando otro trabajo, sino intentando crear mi propio negocio», contó al portal Seneplus. 

Con la decisión tomada, se dirigió a la Cámara de Comercio, Industria y Agricultura de la capital senegalesa para inscribirse en el registro mercantil. Poner en marcha su empresa de limpieza, Delta, le costó 60 000 francos CFA, el equivalente a 91,47 €. Empezó su proyecto sin ayuda financiera, empeñada en desarrollar su idea sin lastres difíciles de arrastrar.

Como cualquier autónomo, se lanzó en busca de clientes en el sector de la limpieza y el saneamiento. La mera observación de lo que veía a su alrededor le motivó a embarcarse en este campo. «En aquella época era muy raro ver un barrio limpio» en la capital senegalesa, explicaba en Jeune Afrique. Esa visión era consecuencia de las deficitarias condiciones de saneamiento que sufría –y que todavía sufre–  el país.

Con esa obsesión y la necesidad de estrenar su cartera de clientes, el Centro Africano de Estudios Avanzados de Gestión llamó a su puerta y le pidió hacerse cargo de sus instalaciones. Fue el primero que utilizó los servicios de Delta.

La ambición de la empresaria senegalesa hizo que pronto llegaran más y más contratos, algunos con multinacionales, como Total Energies –Delta es la responsable del mantenimiento de las estaciones de la compañía francesa en Senegal–, y otros con la propia Administración de su país, después de pedir transparencia en la concesión de contratos públicos. La expansión de la compañía, líder en el mantenimiento de redes de alcantarillado de Senegal, ha convertido a Léna Tall Faye en una de las empresarias de referencia del continente africano. La carrera por hacer crecer y diversificar su compañía no le impide desarrollar iniciativas de carácter social, como el Proyecto 4 000 Retretes, con el que prevé la construcción de sanitarios en miles de hogares senegaleses, de manera especial en las regiones de Dakar, Tiès, Fatick y Kaolak.

Ilustración: Tina Ramos Ekongo

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