Publicado por Enrique Bayo en |
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La guerra en el Tigray o Tigré, como preferimos llamar en MUNDO NEGRO a esta región del norte de Etiopía, no es solo una guerra olvidada –y más ahora que todos los focos están puestos en Ucrania– sino que además es una guerra que se quiere olvidar. El Gobierno etíope no quiere que se hable de ella y los periodistas encuentran innumerables trabas para poder informar sobre la misma. A pesar de todo, el conflicto existe y mucha gente está sufriendo las consecuencias, sobre todo en la región de Tigré, pero también en el resto de Etiopía.
Justamente porque la guerra se quiere ocultar cobra especial interés la exposición de fotografía «Tigray. Un antes y un después» que la ONG española Holystic ProÁfrica ha organizado en la sala de exposiciones de MUNDO NEGRO de Madrid y que podrá verse hasta el próximo 29 de mayo de 18 a 20h.
La exposición merece la pena de ser visitada por la extraordinaria calidad de las fotografías, pero no solo por eso. A nuestro juicio es más interesante todavía la reflexión visual que ofrece sobre la indignidad y la maldición de la guerra, de todas las guerras.
Al fondo de la sala dos grandes imágenes explican la lógica de esta colección de instantáneas. A la izquierda, la fotografía de una niña etíope en primer plano; a la derecha, la fotografía de un tanque y una mujer que camina ajena al monstruo metálico viniendo o yendo –no lo sabemos– de sus trabajos agrícolas. Hay que seguir viviendo, hay que seguir comiendo.
A la izquierda, las fotografías de ANTES de la guerra. Imágenes de los fotógrafos José Luis Valdivia y Victor Sanchís Palau. Retratan diferentes momentos de un época tranquila, con sus dificultades y penas, pero fundamentalmente pacífica e incluso próspera. A la derecha, fotografía de DESPUÉS de la guerra y su corolario de muerte, destrucción y desolación. Son de Eduardo Soteras, fotógrafo de la agencia France-Presse y uno de los pocos que ha podido visitar Tigré desde que en noviembre de 2020 estalló el conflicto.
El contraste entre ambos lados es evidente y el visitante atento saldrá humanizado si abre su corazón a las imágenes.
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