«Mi piel es clara y tengo el privilegio de poder disfrazarme»

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Diálogo con la artista afrobrasileña Flavia Totoli



Por Javier Sánchez Salcedo



Cansada de trabajar siempre para clientes en proyectos de marketing y diseño gráfico, Flavia Totoli (São Paulo, 1980), dibujante desde niña y comunicadora social, sintió la necesidad de dedicarse profesionalmente a la pintura para poder plasmar con carboncillo, óleos y acuarelas lo que le pasaba por dentro y lo que veía fuera. Salió de Brasil, vivió en Estados Unidos, Francia e Italia, y desde 2019 reside en Barcelona.  La serie de retratos «Mujeres anónimas» de Flavia Totoli, entre los que reconocemos los de personalidades tan relevantes como Maya Angelou, Nina Simone o Angela Davis, junto a otras mujeres negras, nació como parte de un proceso personal y pasó a ser una reivindicación.

Obra de Flavia Totoli.
¿Qué historia hay detrás de «Mujeres anónimas»?

Después de estar viviendo con mi pareja en Filadelfia y en París, nos separamos y yo me fui a vivir a Italia. Me quedé durante tres meses en una localidad pequeñita, a hora y media de Milán, y empecé a vivir una sensación de anonimato. No conocía a nadie y nadie me conocía a mí. Nadie sabía mi historia, de dónde venía, quién era, las cosas en las que yo creía. Cuando estás en una tierra nueva, tienes la oportunidad de ser quien te gustaría ser. De crearte. En ese sentido, la sensación de ser anónima es muy positiva, porque muestras lo que eliges mostrar, y la gente, que no tiene ninguna referencia sobre ti, va creando una nueva imagen de quién eres. Eso da mucha libertad, porque no hay prejuicios. Y al mismo tiempo experimentas mucha soledad. Cuando estás bien no tienes con quien hablar y cuando estás triste no puedes llamar a nadie. Lleva tiempo aprender la lengua, entender la lógica de la ciudad. La italiana es una cultura muy diferente a la brasileña, aunque ha habido mucha emigración de italianos en Brasil. Mi familia, por parte de mi padre, es italiana, pero la diferencia cultural es muy fuerte. Yo estaba recién separada tras una relación de cuatro años, tenía esa tristeza y me encontraba en el proceso de entender qué quería hacer con mi vida. Y empecé a dibujar a mujeres.



Flavia Totoli trabajando en su estudio. Fotografía cedida por la artista.


¿Por qué?

De algún modo pensaba que dibujaba un poco de mí misma. Empecé a dibujar a mujeres que se parecían a mí o que me inspiraban. Fue mi modo de gestionar el proceso de separación y de búsqueda de mi nueva identidad. Era una manera de empezar de nuevo, de reflexionar, de buscar.

Obra de Flavia Totoli.
¿Quiénes son las mujeres que empezaste a dibujar?

Mi proceso fue muy instintivo. Busqué a las mujeres en Internet, en bancos de imágenes. Dibujar a una modelo que se quede delante de ti es un proceso difícil y largo, y yo no conocía a quién proponérselo. El material virtual me ha ayudado mucho para hacer una base, en blanco y negro, solo con tinta china y un poco de acuarela reflejando lo que me hacía sentir. Las fotos me atraían por la pose, por la estética y por lo que me inspiraban, y así encontré también a mujeres famosas como Nina Simone, Maya Angelou, Chimamanda Ngozi Adichie, la escritora brasileña Maria Carolina de Jesús, Angela Davis… Todas estas mujeres tenían una historia propia que resonaba en la mía. En un momento ellas también fueron anónimas, me pareció que encajaban en el proyecto.

Comenzó como un medio de autorreflexión, pero también tiene un carácter reivindicativo.

Pensé que podía seguir utilizando esa búsqueda personal y dirigirla a un contexto social y político. Las historias personales son muy importantes, pero no vivimos solos en una burbuja, vivimos en el mundo, en un contexto.

Obra de Flavia Totoli.
¿Qué te han dicho quienes han visto las obras?

Hay un poco de todo. La primera vez que hice una exhibición en Barcelona fue muy interesante. Era una serie de retratos solo de mujeres negras. Mientras estábamos con el montaje llegaron dos niños negros y una niña negra. La niña me miró y me dijo: «Es la primera vez que veo en un dibujo a alguien que se parece a mí, que tiene mi pelo. Es la primera vez que me reconozco». Eso me da mucha satisfacción. Una de las características de estas «mujeres anónimas» es que son todas mujeres negras o racializadas, y para mí era muy importante que fuera de esta manera, porque las mujeres negras no están representadas en el arte de la misma manera que las mujeres blancas, y cuando aparecen están hipersexualizadas o en lugares de inferioridad, como trabajos subalternos. Mi intención era hacer lo opuesto y mostrar belleza. He recibido comentarios sobre por qué solo hay mujeres negras, especialmente comentarios de mujeres blancas que me decían que todas somos importantes. Sí, todas somos importantes, pero no suele haber exhibiciones que muestren solo a mujeres negras. El feedback por parte de las mujeres negras es totalmente diferente: «Nunca me he visto de esta manera»; «Nunca he visto esta delicadeza en la forma de pintar el pelo». Les encanta, y a mí me encanta. Esa es la intención.

Esto que comentas sobre el pelo… He visto un vídeo en una de tus redes sociales donde se muestra el proceso que te lleva, la minuciosidad y el cuidado que empleas para pintarlo. ¿Tiene mucha importancia para ti?

Nací en Brasil en 1980 y en aquella época era muy normal que el pelo fuera siempre liso. Mi madre, que es negra, siempre estaba alisándoselo porque era algo cultural. La primera vez que me alisaron el pelo yo tenía nueve o diez años, y recuerdo que ver que ya no tenía rizos me parecía algo mágico. Me fui dando cuenta de todo el trabajo que supone alisarse el pelo, que hay que hacerlo cada tres meses, que se hablaba mucho del «pelo malo», y después de muchos años y de reflexionar percibí que no era así, que mi pelo es rizado. Me llevó entre dos y tres años dejármelo de nuevo rizado y es como lo llevo ahora normalmente. Hay una gran diferencia en la manera en que la gente me trata si lo tengo rizado o lo tengo liso. La gente es más simpática o a veces no te perciben cuando lo tienes liso. A veces con el pelo rizado, si no vas excesivamente arreglada, entras en una tienda y los dependientes o los de seguridad te siguen. Te hace sentir incómoda. Para mí llevarlo liso es como un disfraz que me permite tener más relax. Hay algo importante que quiero decir. Yo soy afrodescendiente, pero mi piel es clara, y tengo el privilegio de disfrazarme cuando no tengo muchas fuerzas. Pero hay mucha gente que no tiene ese privilegio. Es importante reconocerlo.

Entonces, ¿el hecho de mostrar detalladamente el pelo en tus obras es para reivindicarlo?¿Para normalizarlo? ¿Qué se vea como si estuviera sobre un pedestal?

Es como la corona.

Me decías que en las vidas de algunas de las mujeres que has retratado has encontrado reflejos en la tuya, paralelismos. ¿En qué sentido?

El paralelismo con Nina Simone tiene que ver con los trastornos emocionales. Yo tengo trastorno de pánico desde los 16 años. He tenido muchos problemas con eso y hoy lo tengo un poco más controlado, con médicos que me hacen un seguimiento, con terapia,… pero es un tema importante en mi vida que no puedo dejar de cuidar. No conocía esa parte de la historia de Nina Simone. En un documental sobre su vida habla de su bipolaridad, y es muy interesante que cuando toma la medicación se siente mejor, más apta para las actividades del día a día, pero con la creatividad muy baja. Es una elección muy difícil, porque es como si estuvieras dejando una parte de ti para aprovechar la otra, como si no pudieras tener las dos al mismo tiempo. El equilibrio es muy difícil. He tomado mucha medicación para el pánico y tengo al sensación de que me deja más calmada, las emociones son menos intensas y a veces es difícil encontrar las que me hacen saber lo que quiero expresar. Es un baile encontrar el equilibrio, porque tampoco me gusta seguir sufriendo, llorando, en pánico. Es una búsqueda de equilibrio eterna. Y Nina Simone me inspira. Hay mucho sufrimiento en ella. Yo no quiero tener tanto, y por eso la búsqueda del equilibrio. Y funciona. A veces se desequilibra un poco, pero no pasa nada. Creo que nadie está contento todo el tiempo.

Obra de Flavia Totoli.
¿Y Maya Angelou?

Por el abuso sexual que sufrió cuando era niña y que yo sufrí cuando era niña. Este es un tema mucho más personal y me llevó tiempo poder hablar de ello, pero creo que es importante. Ya me gustaba Maya Angelou, pero tampoco conocía esa parte de su historia. Pensé que si esta mujer pasó por eso casi a la misma edad que yo y ha alcanzado tantas cosas convirtiéndose en esta mujer maravillosa, esta artista que me encanta y me inspira, tal vez haya una esperanza para mí.

¿Qué sientes cuando estás trabajando?

Para mí es un proceso largo. Ahora estoy empezando con otras «Mujeres anónimas». Ya tengo siete dibujos. Mi sensación cuando dibujo es diferente a cuando pinto. Cuando estoy dibujando es como que estoy intentando conocer a esa mujer y lo que quiero expresar. Con la pintura es diferente. Mi pensamiento es: ¿qué puedo hacer para que esta mujer aparezca de la mejor forma posible para que pueda conectar con otras personas?

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