Un museo, varias Áfricas

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Por Massimiliano Troiani y Laura Fasciolo

 

Abierto al público por primera vez en 1938 por los Misioneros Combonianos, el Museo Africano de Verona representó un papel importante desde el punto de vista cultural, informativo y educativo para el conocimiento en Italia de África y de sus pueblos. Más de siete décadas después, y tras una remodelación pensada para una sociedad que consume información de otro modo, mantiene firme sus objetivos: acercarnos al continente desde una perspectiva más humana.

¿Cuál es la cara de África en el Tercer Milenio? ¿Cómo afrontar esta pregunta en vista de la remodelación de nuestro museo? La pauta que hemos seguido ha consistido en una distribución entre el espacio y el tiempo, porque es lo que divide el flujo en diferentes períodos históricos, zonas climáticas, estilos musicales, ritos de iniciación o líderes políticos relevantes. Quisiéramos hacer hincapié en la inmensa complejidad de un continente que la historiografía nunca ha conocido suficientemente para analizar su gran diversidad. Siguiendo esta pista, el museo ha destacado algunas civilizaciones muy refinadas y poderosas que florecieron en su tiempo, así como ha subrayado la presencia de las mujeres en diferentes experiencias políticas sociales, artísticas y religiosas.

Reescribir la historia

Un tema importante del renovado museo es la presentación y análisis de las relaciones históricas fundamentales entre África y Europa, es decir, la Conferencia de Berlín de 1885. Porque es precisamente aquí donde empezó el dramático juego, con las potencias europeas sentadas en torno a una misma mesa para dividirse despiadadamente el continente desde el Mediterráneo hasta el Cabo de Buena Esperanza. Pero será después de la celebración de esta cumbre cuando la lucha de liberación de los pueblos africanos conducirá al surgimiento de una generación de líderes políticos ilustrados, cuando se iniciará una etapa de postcolonialismo y, con posterioridad, otra de líderes africanos no muy recomendables.

Los Misioneros Combonianos han diseñado el Museo Africano de Verona (Italia) como si fuese un cuaderno de notas, escrito con páginas organizadas por temas: la prehistoria del continente –que nos afecta más de lo que pensamos– nos traslada a un relato que hemos usurpado o denostado con demasiada frecuencia; la cultura nos ha ayudado a recuperar más de lo que hemos reconocido; y, finalmente, su naturaleza, de la que hemos entrado en contacto con los espíritus para conservar solo la parte útil de los elementos y sus recursos físicos.

 

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Culturas africanas

Luego están las páginas de la deuda que el arte contemporáneo occidental tiene con África, una fuente de inspiración del arte vanguardista del 1900 que se inició en París, después de que sus más altos representantes (Matisse o Picasso) se fascinaran admirando de cerca las máscaras y las esculturas africanas. En este caso, nos hemos centrado en cómo esta relación entre el arte africano y el arte occidental ha cambiado en las últimas décadas. Ahora ya no podemos hablar de artistas africanos, ya que han extendido sus obras por todo el mundo (ver “El boom del arte africano o la especulación de la materia” en Mundo Negro nº 616 abril-mayo 2016 pp. 56-60), donde los materiales que usan y sus tecnologías son de lo más heterogéneo. Y no nos detendremos demasiado en lo que representa la deuda musical, porque es un tema suficientemente reconocido. Basta recordar estilos como el ragtime, el honky tonk, el jazz, el blues, el rhythm & blues, la capoeira, la samba, o el reggae.

La espiritualidad en África

Una de las últimas secciones de la visita a nuestro museo está reservada a la fe y a la espiritualidad en África, donde –teniendo en cuenta la idea de que no existe una sola África, sino un vasto universo africano– hemos querido explicar la inmensa galaxia compuesta por miles de tradiciones diferentes, etnias, idiomas, instituciones sociales y familiares, que tenazmente han conseguido mantener su especificidad religiosa, aun a costa de tantos choques sociales, fruto de un proceso irreversible de urbanización. Permanecen, por lo tanto, innumerables ritos y formas que habitan los diferentes espacios de la naturaleza, muchas veces abandonados en las aldeas y transportados a degradados barrios populosos de las ciudades. A partir de ese punto, en lugar de la sabana o el bosque, o de la naturaleza como la morada sagrada de los espíritus, los rituales se celebrarán entre patios y chozas de hojalata. Al mismo tiempo, las diversas formas de cristianismo y del islam –que a lo largo de los siglos se han desarrollado entre las diferentes latitudes de África– se mantienen de forma permanente, creando momentos de sincretismo con signos y símbolos propios de las religiones tradicionales africanas.

_mg_1922En este paseo hemos revivido y conocido más cosas de este rico continente para finalmente volver a la pregunta original: “¿Cuál es la cara de África?”. ¿Es la imagen que representa un rostro exageradamente sonriente, con mucho color y despreocupado como la que ofrece Benetton, o una demasiado triste y lacrimógena como la de la publicidad de UNICEF? Difícil de proponer una cara equilibrada de África; y en la reestructuración del Museo esto se ha tenido en cuenta. Para responder a esta cuestión nos preguntábamos también, con cierta curiosidad, si habrá alguna institución africana que haya pensado en crear un museo europeo. ¿Cómo sería? ¿Qué explicarían o qué dirían de Europa? ¿Qué rostros de nuestro continente reflejarían como una síntesis para mostrar en sus vitrinas?

 


 

Un nuevo escenario para nuevas realidades

Por P. Venanzio Milani, director del Museo Africano de Verona

 

¿Por qué y para qué la ­reestructuración de nuestro Museo? Para cambiar y renovar y, sobre todo, para darle un nuevo enfoque en lo que se refiere a la historia y a la cultura de África así como a la actividad de los ­Misioneros Combonianos. Hemos aprovechado la ocasión para enriquecerlo con una sección dedicada a San Daniel Comboni.

Una idea base que ha acompañado este proceso de renovación ha sido cuidar y mantener una mejor relación entre el publico visitante y el Museo en sí. Para ello no se ha escatimado en el uso de medios audiovisuales –para que la visita se convierta en un itinerario multimedia– no solo con la instalación de pantallas táctiles, sino cuidando la colocación y exhibición de signos y objetos que enriquecen la explicación. También se exhiben pequeños cortometrajes en los nueve monitores instalados. Llama la atención el espacio creado en el centro de la sala con una edificación que, a modo de gran choza o tukul africano, alberga algunos de los monitores y simboliza el lugar de encuentro social, familiar y de la vida política del África al sur del desierto de Sahara.

También se han recuperado otros temas actuales como la diáspora africana o la herencia poscolonial, con referencias a las figuras de los grandes líderes de los años 60 y sus esperanzas traicionadas. La globalización y las guerras que han desgarrado y siguen todavía destrozando grandes áreas del continente están presentes en este renovado Museo Africano de Verona. No podría faltar una referencia a la naturaleza, uno de los aspectos más bellos de África, intentando mostrar la gran fiesta del color que se desprende de cada uno de los rincones de esta tierra. Finalmente el aspecto cultural y musical de África tiene cabida en una sala insonorizada con diferentes instrumentos africanos donde los más pequeños pueden desarrollar todo su potencial creativo y dinámico y vivir la sensación de producir música.

 

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