«No debemos ser una sociedad que se lamenta»

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El 29 de octubre se cumplirán 27 años del asesinato de Christophe Munzihirwa, arzobispo de la diócesis de Bukavu (República Democrática de Congo). Su denuncia de las injusticias y violaciones de los derechos humanos cometidos en el este del país en vísperas de la Primera Guerra de Congo (1996-1997) le costaron la vida, pero su voz profética continúa siendo hoy fuente de inspiración.

El colegio jesuita Alfajiri de Bukavu, la ciudad donde fue martirizado, acogió del 31 de agosto al 3 de septiembre el II Simposio Internacional que lleva su nombre. A partir del tema «La justicia, la reconciliación y la paz en la región de los Grandes Lagos bajo la inspiración y el compromiso sociopolítico de Mons. Christophe Munzihirwa», una veintena de intervinientes fueron desgranando, desde diferentes perspectivas, los orígenes del conflicto en esta zona, sus causas, sus actores conocidos y no tan conocidos, así como propuestas de solución no violentas inspiradas en el pensamiento del prelado que den estabilidad a una región que lleva casi 30 años en guerra.

Los profesores Nathalie Nakabanda y Ferdinand Muhigirwa recordaron el contraste entre la riqueza del subsuelo del este congoleño y la miseria de sus habitantes, estableciendo la conexión entre la explotación de los recursos minerales y la persistencia del conflicto. El P. Martin Bahati, completó el cuadro detallando la crisis humanitaria que sufre la población y los numerosos desplazados a causa de la guerra.

Aline Bahati defendió una justicia transicional que tenga en cuenta el deber de memoria y de reparación de los daños causados como único camino para una paz durable. En la misma línea, Yvette Mushigo, Premio MUNDO NEGRO a la Fraternidad 2022, insistió en la justicia como «el pulmón que debe sostener todo el proceso de reconciliación, porque nunca habrá paz sin que la justicia juegue su rol y condene a quienes han cometidos atrocidades para acabar con la impunidad y persuadir a los violentos». Mushigo centró su intervención en la noción de «no violencia activa» defendida por Mons. Munzihirwa, que insta a denunciar y actuar porque «cualquier forma de pasividad significa complicidad con la violencia. No debemos ser una sociedad que se lamenta, sino que ha comprendido que el cambio debe partir de nosotros mismos». Este hecho, según Mushigo, no exime de responsabilidad al Estado congoleño, cuya ausencia de autoridad en el territorio continúa despertando «la codicia por las riquezas inexplotadas de nuestro país».

El Simposio se cerró con la conferencia de Mons. Jean-Donat Bafuindisoni, obispo de Inongo, que invitó a seguir el ejemplo del «centinela de la ciudad» –como le gustaba autodenominarse a Mons. Munzihirwa–, un hombre que nunca abandonó a su comunidad y la defendió poniendo en riesgo su propia vida.

Fotografía: Imagen de grupo de los participantes en el Simposio. II Simposio Internacional

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