Segunda oportunidad

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El expresidente John Dramani Mahama vuelve a ganar las elecciones en Ghana ocho años después de perder el poder



El historiador y político ghanés John ­Dramani Mahama, del partido Congreso Nacional Democrático (NDC), se proclamó vencedor en las últimas presidenciales que tuvieron lugar en 2024 en África, volviendo así al cargo que perdió en las elecciones de 2016. Jane Naana ­Opoku-Agyemang, que ya fue ministra de Educación en el anterior mandato de Mahama, será la vicepresidenta. Las votaciones en Ghana, celebradas el 7 de diciembre, cierran un intenso ciclo electoral en el continente, en un año en el que casi un tercio de los países han pasado por las urnas. Los comicios transcurrieron sin mayores sobresaltos, confirmándose la buena salud democrática de este país de África occidental, ubicado en un contexto geográfico marcado en los últimos años por golpes de Estado y derivas autoritarias. La victoria, con el 56,55 % de los votos, supone la mayor ventaja desde las elecciones de 1992, las primeras de la cuarta república. Sin embargo, la participación electoral es la más baja de las últimas seis votaciones. Acudieron a las urnas el 60,9 % de los electores, casi un 20 % menos que hace cuatro años. El descalabro de la participación ha afectado fundamentalmente al Nuevo Partido Patriótico (NPP), que pasa ahora a la oposición, pues Mahama apenas ha mejorado ligeramente sus resultados de 2020.



Economía y minería

Los votantes en Ghana llegaron a unos comicios marcados por cinco cuestiones clave, según recogía el periodista Kent Mensah en The Africa Report tras analizar los datos de varias encuestas: el desempleo, la gestión económica, las infraestructuras, la sanidad y la educación, de los que los dos primeros son los que más preocupan a los ghaneses. Además, el paro se ceba de manera especial con la población joven, mayoritaria en este país del occidente africano. Estas preocupaciones son un reflejo, en gran medida, de los múltiples desafíos de Ghana. Entre ellos, hay dos temas que han centrado muchos de los análisis sobre el país en los últimos tiempos: la situación económica y la minería ilegal. En esto incide Mary Kyere Kusi, politóloga ghanesa, en conversación con Mundo Negro, cuando afirma que «la parte económica es muy importante, aunque eso engloba muchísimo, como la parte de infraestructuras y, sobre todo, la parte de empleo, porque hay que evitar que los jóvenes salgan del país».

En 2022, acuciado por la deuda, el país se declaró en suspensión de pagos y solicitó un rescate al FMI de 3 000 millones de dólares. En menos de 20 años, su deuda se ha multiplicado por más de diez, pasando de 6 000 a más de 60 000 millones de dólares. Junto al problema de la deuda, acrecentado por el desempleo, el crecimiento de la inflación, la depreciación de la moneda y la falta de inversiones, se encuentra el de la minería ilegal, conocida como galamsey, que ninguno de los Gobiernos pasados ha logrado resolver. 

Mary Kyere Kusi considera que, además de focalizarse en la recuperación económica, es importante intentar atajar el problema de la minería ilegal pues «muchas personas están intentando meterse en la minería para poder sacar dinero». Sin embargo, también es consciente de que el problema del sector extractivo es muy complejo por todos los intereses que hay detrás de él. Kyere advierte que aunque no se trata de un problema reciente, «la gente ahora se ha dado cuenta de por qué el 60 % del agua en el país está contaminada, y Ghana, que vive de la agricultura, depende mucho del agua».

Con el oro como la principal exportación del país, las extracciones del mineral están causando graves daños medioambientales que están afectando de forma directa a las poblaciones que viven en los alrededores de las minas. La contaminación del agua y de la tierra está derivando en infecciones y enfermedades que afectan, sobre todo, a los más pequeños, como en el caso del pian. La situación de emergencia tiene un alcance nacional, que ha justificado la convocatoria de marchas y protestas incluso en la capital, Accra (ver MN 707, p. 17). La contaminación provocada por la extracción de oro está afectando también a la tercera exportación de Ghana, el cacao.

El presidente electo, John Dramani Mahama, se dirige a sus simpatizantes tras su victoria en las elecciones del 7 de diciembre. Fotografía: Nipah Dennis / Getty. En la imagen superior, Una seguidora del candidato del Nuevo Partido Patriótico, Mahamudu Bawumia, durante el mitin de cierre de campaña en Accra el 5 de diciembre. Fotografía: Nipah Dennis / Getty




Cuatro años de desafíos

Mahama y Opoku-Agyemang tienen ante sí numerosos frentes abiertos para responder a las expectativas que los ghaneses han puesto en el NDC. Para ello, intentarán poner en marcha las propuestas que anunciaron en campaña, entre las que destacan la creación de un banco de desarrollo para mujeres, la reducción de tasas universitarias, la instauración de la gratuidad de la educación secundaria, la supresión de algunos impuestos y la legalización de los okada (los motoristas que prestan servicio de ­taxi). Sin embargo, la medida estrella tiene que ver con el incremento de la actividad económica hasta alcanzar la «economía de 24 horas». Mahama busca que sectores clave como la industria funcionen de forma constante para reimpulsar la economía y promover el empleo. Kyere ve «complicado» el cumplimiento de esta medida y, aunque estima que se puede conseguir, no cree «que sea 100 % efectiva».

A pesar de la dura derrota, el candidato del NPP, Mahamudu Bawumia –que podría haberse convertido en el primer presidente musulmán ghanés tras haber ejercido de vicepresidente con Akufo-Addo–, reconoció su derrota incluso antes del anuncio de los resultados. Para la politóloga, este movimiento no fue sorprendente, dado que «viendo unos resultados tan claros, con tanta diferencia, aunque no hubieran terminado de contar los votos, no iban a cambiar mucho los resultados». 

Mahama, que en 2016 perdió las elecciones bajo sospecha de corrupción, tiene ahora una segunda oportunidad al frente del Ejecutivo. En un país en el que, como denuncian las profesoras Gretchen Bauer y Akosua Keseboa en The Conversation, el sistema electoral mantiene alejadas a las mujeres del Parlamento, la presencia de una mujer en un alto cargo, en este caso la vicepresidencia, puede ser diferencial. Kyere tiene confianza en ella y considera que puede tener un impacto indirecto porque «ver a una mujer empoderada en un puesto de poder motiva a las niñas y mujeres», así como un impacto directo en el desarrollo de políticas de género, ya que «no es lo mismo que un hombre haga una política dirigida a las mujeres, porque no sabe las necesidades específicas de las mujeres». Los desafíos son, por lo tanto, muy numerosos y el nuevo Ejecutivo tendrá cuatro años para intentar abordarlos.



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