Ser negro en la facultad

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La lucha antirracista desde las aulas universitarias



Coincidiendo con la publicación de una guía antirracista con perspectiva de género elaborada por un equipo de docentes y alumnos de la Universidad Complutense de Madrid, cinco estudiantes afrodescendientes hablan con MUNDO NEGRO de su experiencia en la lucha contra la discriminación tanto dentro como fuera de clase.

Por Javier Sánchez Salcedo


El racismo no es una actitud personal, ni una ideología adoptada únicamente por una parte de la sociedad y condenada por el resto. El racismo es un problema estructural cuyas raíces son profundas e invaden todos los ámbitos de la vida. También el universitario, aunque quienes no lo padecen no lo perciban, o incluso lo nieguen. Los estudiantes afrodescendientes en España se enfrentan diariamente a diversas formas de discriminación. Por sus rasgos fenotípicos, considerados como no propios de los países occidentales, son, con frecuencia, tratados como extraños a través de comentarios culturalmente normalizados en el imaginario colectivo asociados a prejuicios y estereotipos, a través de bromas con tinte racista o de contenidos curriculares con perspectiva exclusivamente eurocéntrica.

Patricia Rocu, profesora y coordinador del equipo de trabajo sobre universidad y afrodescendencia en la Universidad Complutense de Madrid . Fotografía: Javier Sánchez Salcedo

Aplicando la frase de Angela Davis «No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, sino cambiando las cosas que no puedo aceptar», un equipo de docentes y alumnos, coordinados por la profesora Patricia Rocu, han realizado un exhaustivo trabajo de investigación que se plasma en la guía La voz de las alumnas afro-universitarias. La perspectiva de género y étnica en la universidad: Estrategias antirracistas inclusivas y transformadoras, un trabajo académico que muestra esta realidad a los diferentes colectivos que componen la comunidad educativa y les dota de recursos para cambiarla, poniendo el foco en las mujeres, porque a los prejuicios y estereotipos racistas se unen los propios del género. «Es un trabajo de análisis y reflexión para identificar las discriminaciones, experiencias y preocupaciones de las jóvenes estudiantes afrodescendientes que se ha hecho siguiendo el rigor científico correspondiente para generar posibles soluciones, herramientas y estrategias que palien esas discriminaciones que se están produciendo tanto a nivel del trabajo de los contenidos dentro del aula como fuera de ese contexto más lectivo», explica Rocu. «Hemos utilizado las experiencias personales para hacer ciencia».

Aprovechando la publicación de esta guía, MUNDO NEGRO se ha reunido con cinco estudiantes universitarios afrodescendientes – Narayani, Tatiana, Mamadou, Willy y Thierno– para conocer de primera mano su experiencia. Los cinco pertenecen a Kwanzaa, una asociación universitaria de afrodescendientes que tiene su sede en la Facultad de Ciencias de Políticas y Sociología de la Universidad Complutense.


Narayanai Mends Deniali. Estudia Relaciones Internacionales. Nació en España. Su madre en Marruecos y su padre en Liberia. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo

MUNDO NEGRO: En el prólogo de la guía se define la universidad como «un espacio de acogida donde cada persona se visibilice y pueda mostrarse como es, donde todas las personas se comuniquen de forma respetuosa y convivan en diversidad y paz». ¿La veis así? ¿Detectáis alguna forma de discriminación por ser afrodescendientes?

Narayani: Una de las razones por las que escogí estudiar Relaciones Internacionales en la Complutense fue que el campus de Somosaguas se caracteriza por su diversidad y su implicación social, mayor respecto a otras. Por ese lado, bien. Pero a nivel académico, cuando damos ciertos temas, falta la perspectiva de raza y tener en cuenta al Sur  global. La perspectiva de clase y de género siempre están ahí, pero no la de raza.

Mamadou: A veces te preguntas si eres demasiado quisquilloso o si cuanto más te conciencias más ves el racismo en ciertas actitudes. Cuando se habla de las minorías, se habla del factor clase y del factor género, pero casi nunca se menciona el factor raza. En clase siempre tengo que estar llamando la atención sobre esto. Sin ir más lejos, el año pasado teníamos una clase de Relaciones Internacionales en la que hablábamos de las dictaduras poscoloniales  y el profesor se empezó a reír de los dictadores de aquel momento. Yo no le di la más mínima importancia. Pero al cabo de medio mes, dimos el fascismo. Cuando empezamos a hablar de Hitler y de Mussolini, mis compañeros se rieron, y el profesor saltó diciendo que no hacía ninguna gracia, por todo lo que esas dos personas habían provocado. Y yo tuve que levantarme para decir: «¿Por qué los otros sí hacen gracia y estos no?». Hay ejemplos como este a diario.

Willy: Personalmente en la universidad no he sufrido ningún caso de discriminación, pero a Kwanzaa ha acudido gente para contar problemas con algún profesor o con algún otro alumno.

Mamadou Yero Seydi. Nació en Senegal. Sus padres también. Emigró a España de pequeño. Estudia Ciencias Políticas. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo
MN: ¿Cómo abordáis esos casos?

Willy: Cuando llega un caso, nuestra sangre empieza a hervir y queremos hacer de todo, pero intentamos calmarnos y consultar materiales como esta guía antirracista recién publicada para ver si se puede actuar de algún modo más institucionalizado. Intentamos contactar con la Universidad, con el mismo profesor, y hacemos una labor de difusión para que el problema se visibilice más.

Mamadou: Nos hace falta un protocolo. Nos lo deben. Antes de que nosotros entráramos en la universidad ya se hablaba de él y aún no se ha hecho. No se entiende muy bien que la mayoría de los colectivos estén protegidos con un protocolo pero que las personas racializadas, que van a sufrir unas problemáticas parecidas, aún no tengamos un protocolo desarrollado. Eso nos da señales de en qué perspectiva trabaja la Universidad, dónde quiere hacer más hincapié, a quién da más importancia.

MN: Me gustaría saber cuáles son vuestras motivaciones para luchar contra el racismo desde una asociación como Kwanzaa.

Tatiana: Yo acabé en Kwanzaa de casualidad. Encontré a la asociación en redes sociales y me llamó la atención. Pregunté, acabé en una reunión y flipé un poco al encontrarme un espacio que no me esperaba en la universidad. Creía que iba a volver a ser la única afrodescendiente, pero en Kwanzaa encontré un ámbito con gente muy parecida a mí, con muchos intereses comunes y grandes aspiraciones. Kwanzaa me ha ayudado a crecer personalmente y a generar más conciencia racial, conociendo nuevos referentes y nuevos puntos de vista. No era consciente de lo colonizada que estaba mentalmente. Esta es una pequeña familia con la que aprendes. Un espacio totalmente necesario. Lo más cercano que tenemos para institucionalizar nuestras preocupaciones.

Mamadou: Es un espacio en el que puedes acortar esas cadenas que tienes puestas desde hace muchísimo tiempo por tu origen étnico. Las preocupaciones que tú tenías, y que en otros espacios no eran corrientes, aquí las puedes hablar sin encontrar ningún tipo de prejuicios, sin un choque cultural tan grande. Te sientes más igual a la gente con la que estás. Y eso es muy importante para salir con fuerza y poder afrontar lo que hay fuera de la mejor forma. También para poder entenderte a ti mismo y poder actuar como colectivo. Nuestra fuerza es mínima, pero la Universidad Complutense sabe que en el campus de Somosaguas hay una asociación de afrodescendientes que se llama Kwanzaa. Debe tener en cuenta que hay unos estudiantes que están velando por las libertades, los derechos y las necesidades de las personas negras. Eso no ocurre en todos los espacios. ¿En qué universidades la gente cuenta con esta oportunidad?

Willy: Kwanzaa tiene dos partes. Una más reivindicativa, teórico-práctica, en la que intentamos conformar una forma de pensar común, y otra más social. Hay ciertas conversaciones que necesitamos tener con una persona negra. Yo he vivido prácticamente toda mi vida rodeado de blancos. Mis mejores amigos son blancos, mi equipo de baloncesto… todo. Y según pasa el tiempo te das cuenta de que en un espacio como este te puedes expresar más libremente porque te van a comprender mejor. No vas a encontrar silencios raros, sino todo lo contrario, risas cómplices. Creo que si eres afrodescendiente con nuestra edad y esto no lo has hecho, tienes un hueco que aún no has cubierto. En estos últimos años se han celebrado 8M  con mayor participación (Día Internacional de la Mujer). Y yo decía, ¿qué pasa con esto de la raza? ¿Por qué este tema no está tan reivindicado como otros? Nació en mí la necesidad de implicarme. Yo quiero ser político, y esta perspectiva es necesaria para un político negro.

Mamadou: También es una obligación. Y a veces siento mucha presión, porque sé que no me estoy representando únicamente a mí. Es un orgullo y una presión muy grande. No sé a vosotros, pero a mí a veces me resulta difícil de llevar. ¿Y si fallas? ¿Y si no estás a la altura de lo que se espera de ti? ¿Cuántas negras y negros somos en la universidad? Cada fallo de uno de nosotros está más acentuado.


Willy Gibbs Alonso. Estudia Ciencias Políticas y Derechos. Su padre es negro y nació en Estados Unidos. Su madre, blanca, en España. Él nació en España. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo

MN: ¿Cuántos sois?

Thierno: En Kwanzaa somos unos 11.

Mamadou: En el campus de Somosaguas si somos 30, da gracias.

Thierno: Yo estoy en la Facultad de Económicas y allí creo que somos cuatro. Como desde pequeño siempre he estado con blancos, nunca me di cuenta de que ciertos comentarios y actitudes eran racistas y ofensivas. Kwanzaa me ayudó a cambiar mi punto de vista. Y también a involucrarme más en mi cultura, que solo había vivido dentro de mi casa. En Finanzas los profesores siempre se enfocan en Europa y en América del Norte, y cuando intentan salirse de ese ámbito, se van a Asia, nunca hablan de Sudamérica ni de África. Y duele bastante. Si les preguntas por qué, tus compañeros se ríen de ti o ponen caras raras, y los profesores se limitan a decir que es que «son países en desarrollo», cuando todos sabemos que son futuras potencias mundiales. En Kwanzaa me han recomendado libros para ampliar mi conocimiento y poder transmitírselo a otra gente afrodescendiente.

Willy: La bibliografía es muy importante. Los profesores siempre nos dan bibliografía blanca, aunque sea sobre temas de raza o colonialismo. Siempre autores blancos.

Thierno: Es como si siempre que se habla de cualquier tema tuviera que estar el blanco presente. Y no tiene por qué.

MN: Cuando habláis con vuestros compañeros blancos sobre racismo, ¿qué respuesta encontráis?

Thierno: Yo he cambiado mi actitud. Antes, cuando trataba de explicar cualquier cosa me preocupaba porque no se ofendiesen y que me entendiesen. Me sentía como si fuera yo el que estaba haciendo algo mal, que yo era el extraño. Ahora ya les digo: «Esto está mal y punto».

MN: ¿Te funciona?

Thierno: A veces sí, a veces no. Hay gente más abierta de mente y te comprende, y otra que no.

Mamadou: Yo a mis compañeros ya les tengo «adoctrinados», saben de qué va la película. Pero cuesta. En primer lugar, no por ser negro o negra sabes de racismo. Yo sabía lo justito. Si ahora sé más es porque fuera de clase me pongo a investigar como si no hubiera un mañana. Es algo que me toca, me gusta y para mí es un deber. Aunque no solamente tienes que saber de racismo, también tienes que saber si Aristóteles, Descartes o Nietzsche han hablado de raza y desde qué perspectiva lo han hecho. En el ámbito universitario se te pone en tela de juicio cuando no empleas argumentos intelectuales y solo hablas desde tu experiencia personal. Pero cuando reviertes esa situación, les dices que el problema es que solo conocen a autores blancos, les invitas a que vengan a tu zona y les hablas de Angela Davis, de Achile Mbembe, de Chikh Anta Diop… y ahí cambia la perspectiva. Hay mucha gente con interés intelectual y si tú les das un poquito, van a querer ir más allá. Yo tengo la suerte de que en mi clase hay mucha concienciación, principalmente gracias al trabajo hemos hecho Alegría, una compañera que está en la asociación de estudiantes latinoamericanos Abya Yala, y yo. Cada día traemos libros nuevos, los prestamos, y eso les hace cambiar la perspectiva, que no todo es Europa. Hace poco tuvimos un problema con un profesor. Estaba hablando del conflicto de Ucrania y algunas compañeras le comentaron que estaba muy bien hablar de ello, pero que en cuanto al factor humanitario hay conflictos que llevan muchísimo más tiempo, como puede ser en Somalia, Etiopía o Palestina. Y la contestación fue que Europa es Europa, y que los demás son «otros países». Así lo soltó. Y yo me levanté y me fui. Pero de lo que más orgulloso me sentí fue de que se levantó toda la clase conmigo, excepto dos personas, y también  salieron de clase. Pensé que algo había cambiado.

Thierno: Eso pasa en tu facultad porque hay más intención de aprender. Pero en la mía no.

Mamadou: Claro, es que tú estás solo en Económicas. Te has metido en una trinchera complicada.

Thierno: Cada uno hace lo que puede. Aunque sí tengo compañeros que antes pensaban de una forma y han cambiado. Algunos me han sorprendido porque han empezado a escuchar afrobeat. De rechazar lo negro a empezar a interesarse por la cultura, la gastronomía y que sepan diferenciar a una persona de Etiopía de una de Nigeria, en mi opinión, hay un cambio importante.

Narayani: Siento que a veces la gente solamente se preocupa por no ofenderte. Te preguntan qué términos tienen que utilizar pero no adoptan la perspectiva de raza que se necesita. Si hablamos del conflicto de Ucrania, ¿qué pasa con el resto de conflictos? En mi clase alguien dijo que eran «otro tipo de refugiados». ¿Qué significa ser otro tipo de refugiados? No basta con cambiar el vocabulario para que no nos ofendamos o para que el resto de la gente piense que no son racistas. Se trata de incorporarlo de verdad en tu mentalidad. Yo también he crecido en un entorno blanco y cuando en clase nos daban la oportunidad de hacer una presentación voluntaria yo hablaba de Angela Davis, del Congo belga o de algún tema para que la gente se informara sobre lo que pasa en el sur global. Si hablábamos de economía, yo me enfocaba en las relaciones entre privilegiados y no privilegiados. Eso sí, yo puedo enseñarte cosas que sé y hablarte de mi experiencia personal, pero si no sale de ti informarte para dejar de lado esa ignorancia, no va a servir.


Thierno Ibrahima Bah. Estudia Finanzas, Banca y Seguros. Nació en la República de Guinea y llegó con cuatro años a España. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo

MN: ¿Están abiertos los profesores a incluir temas que les podéis plantear?

Tatiana: Es que para que fuera fácil esa implementación en clase esos profesores tendrían que hacer por deconstruirse ellos mismos para ser capaces de ver la importancia de ese temario. Y uno no se deconstruye en un día. Es un trabajo que tiene que hacer uno solo a base de pensar mucho y cuestionarse. Queremos que un profesor que lleva muchos años dando clase con el mismo temario salga de su zona de confort y lo cambie por algo que para él es novedoso y que no le beneficia en nada. Es chungo. Estamos yendo contra lo establecido. Pero bueno, hoy yo molesto un poquito, Mamadou molesta otro poco… y dentro de unos años quizá veamos el cambio. A mí el año pasado me pusieron en clase a la autora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie y para mí eso fue flipante. ¡Por fin alguien que se parecía a mí! Pero si te toca estar con personas que solo han tenido contacto con lo eurocéntrico, es muy difícil. Y cuando reclamas lo tuyo, parece que siempre estás fuera de lugar y que tú misma te pierdes en tu lucha. ¿Estaré en el camino correcto? ¿Estoy otra vez en el papel de negra exagerada?

Mamadou: Es jodido. Pero es importante. Tenemos el deber de dar herramientas a esas personas para que sepan qué están haciendo mal. El racismo es malo, ¿pero por qué es malo? ¿De dónde viene? Nosotros no es que tengamos que estar siempre reivindicándonos, tenemos también otras cosas que hacer, pero nos encontramos en esta situación, y si somos capaces de dar esas herramientas, mejor. Un compañero me lo decía ayer: «Desde que estoy contigo he incorporado ideas que me facilitan saber por qué algo es racista». Así es como se deconstruye.

MN: ¿Os cansáis a veces? ¿Os fallan las fuerzas para reivindicar?

Willy: En general, no nos rendimos, porque entendemos que si no somos nosotros y si no es en este momento, no lo va a hacer nadie. Hay que tener en cuenta cada contexto, si estás en clase, en la universidad pero fuera de clase, con tus amigos, conociendo a alguien en una fiesta… y adaptar el discurso a cada situación. Pero cada oportunidad que tengamos para explicarnos, para reivindicarnos, yo creo que es buena. Aunque también hay momentos en los que te cansas.

Tatiana: Es que parece que por el hecho de ser negro tienes que estar todo el rato reivindicándote, y es cansado, porque al final estás en un mundo de blancos dando explicaciones una y otra vez. Muchas veces culpabilizo a mi madre porque la veo como rendida ante el mundo. Su contexto es otro, viene de África, tiene más años, y no veo en ella la fuerza que yo siento para esta lucha. Pero también hay momentos en los que pienso que quizá tiene razón, que la lucha tiene límites y hay que saber cuándo algo te puede perjudicar más de la cuenta. Ser negro en un mundo de blancos tiene una implicación política quieras o no. Al final, el negro que no lucha por lo suyo, que al final no es lo suyo sino lo de todos, nos está perjudicando a todos. Con lo cual, te canses o no, deberías estar ahí mientras puedas.

Mamadou: A mí, así como me cansa también me da energía. Yo lo he interiorizado como parte de mi deber, algo que me corresponde, porque sé de dónde vengo. Mis padres y mis tíos se han esforzado y al final soy yo el que ha llegado a la universidad y quien tiene esa concienciación que no tienen mis hermanos. Para mí es una obligación. Por eso es tan importante un espacio como Kwanzaa. Sabes que aquí las bases están sentadas, que nadie te va a discutir el racismo. ¡Es que sales fuera y hay gente que te discute el racismo! Te dicen cosas como: «¡Hombre, si ya no hay esclavos!».

Tatiana Ndombasi Bokuy. Estudia Trabajo Social. Nació en España. Su madre nació en Guinea Ecuatorial. Su padre en República Democrática de Congo. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo

Willy: Lo más cansado es tener que transmitir toda esa información y que, en vez de ser la persona a quien se lo estás explicando la que se pone en tus botas, tengas que ser tú quien se pone en su lugar para que lo entienda. Eso sí que consume energía mental y física. ¡Intenta entenderme tú a mí, no me hagas intentar entenderte yo a ti, que soy yo el que está quejándose de algo! ¡Soy yo el que tiene una reivindicación, a ti no te pasa nada! A veces es muy difícil ser un negro rodeado de personas blancas. En mi caso, la mayoría de mi familia es muy conservadora, y es muy difícil comentar estas cosas, porque hace que se cuestionen estas cosas.

MN: La nueva guía que se acaba de publicar pone el foco en las alumnas afrouniversitarias. ¿Qué problemas sufrís además de los que tienen vuestros compañeros?

Tatiana: El género y la raza actúan siempre de manera transversal. Sufrimos en parte por el factor racial y en parte por el género.

Narayani: En el libro Mujeres, raza y clase, de Angela Davis, se explica bastante bien. Hay un montón de cosas que sufrimos de las que te vas dando cuenta a medida que creces. Por ejemplo, sobre los estándares de belleza. Cuando yo era pequeña nunca vi que la gente de mi entorno dijera: «Qué guapa es esta mujer negra». Era como si no se concibiera que una mujer pudiera ser guapa si era negra. Nos encontramos con muchos impedimentos que están ahí, aunque no se hable de ellos. Por el hecho de ser mujer tienes que lidiar con el machismo y el sexismo, y por el hecho de ser negra con el racismo. Cuando se juntan, te preguntas: ¿y a mí quién me protege?

Tatiana: En esta facultad yo siento que el feminismo blanco no nos representa. Se notó mucho en el último 8M. Organizaron un encierro y se dedicaron a hacer mogollón de pintadas por toda la facultad y a poner carteles. Al día siguiente, quien tuvo que limpiar todo eso fueron señoras de la limpieza, todas racializadas. Cuando ves eso piensas que esta lucha necesita un giro.

Narayani: También sufrimos una invisibilización. Cuando las mujeres negras empezamos a hablar de todos los problemas a los que nos enfrentamos día a día, se toman como que no son importantes, como que estamos exagerando. Recuerdo la primera vez que llevé el pelo afro, en 2018. Para mí fue algo súper importante, porque desde pequeña se me había inculcado que mi pelo natural era feo, que no era adecuado llevarlo así. Y cuando empecé a llevarlo así, me decían que parecía un chico. Es como si tuvieras que estar justificando constantemente tu existencia. No, yo estoy aquí y soy así. Deja de invisibilizarme y silenciar mis discursos. Yo también tengo una historia que contar.

MN: Me sorprende que seáis tan pocos en Kwanzaa. Que no haya más estudiantes afrodescendientes de otras facultades que aprovechen la existencia de un espacio como el vuestro.

Mamadou: Somosaguas está lejos si estuviéramos en Ciudad Universitaria seríamos más. Aparte, a la gente afrodescendiente, a las personas negras y migrantes les cuesta mucho politizarse. Lo institucional les ha decepcionado tanto que les cuesta creer en ello.

Willy: Y también porque la vida es dura para poder dedicarle tiempo a esto. Pero necesitamos más manos.

Mamadou: Hacemos un llamamiento a todos los estudiantes para que vengan a Kwanzaa, a esta red de protección para todos los afrodescendientes.

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