África en 2019: un año de grandes transformaciones

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El continente a examen

 

Este año el pulso democrático podrá medirse en dos de los comicios más importantes que tendrán lugar en las principales economías del continente: Nigeria y Sudáfrica. Pero la respuesta de la calle, con protestas masivas en determinados puntos de la región, así como la reconfiguración geopolítica en el Cuerno de África, tras el empuje diplomático de Etiopía, marcarán la agenda los próximos meses.

El calendario ha querido que el futuro del continente africano pase la prueba de unos comicios generales en los dos principales motores económicos regionales: Nigeria, el mes que viene, y Sudáfrica, en mayo. Ha sido mera casualidad, pero es que la estabilidad política, económica y social en estas dos naciones tiene un efecto multiplicador en el resto de países limítrofes. Sin duda, un buen termómetro para tomarle el pulso a la democracia en África en un año que tendrá como uno de sus principales focos mediáticos la reconfiguración del Cuerno de África. Entre tanto, la Unión Africana continuará en su proceso interno de apuntalar la nueva estructura financiera de la organización que propusiera en 2018 Paul Kagamé, presidente de Ruanda.

Y la calle. Los ejemplos de una ciudadanía contestataria y sin miedos tanto en Togo, República Democrática de Congo (RDC), o en la parte anglófona de Camerún, se presentan como una amenaza para las viejas guardias políticas que, cada vez más, se ven amenazadas por una masa juvenil que utiliza –y bien– plataformas sociales como Facebook, Twitter o WhatsApp. Unas herramientas de transformación que volverán a ser un referente en las elecciones de febrero de Senegal. Pero parece que más allá de las dinámicas internas del continente, los viejos actores continúan insertos en la realpolitik, es decir, la política o diplomacia basada en intereses prácticos y acciones concretas, sin atender a la teoría o la filosofía.

Este es el caso de Estados Unidos que planea contrarrestar la creciente influencia económica y política de China y Rusia en África, según John Bolton, el asesor de seguridad nacional de la administración Trump. El propio Bolton ha calificado las prácticas comerciales de estas dos naciones como «corruptas» y «depredadoras», pero la última palabra la tendrán los gobiernos africanos que son, en última instancia, los que firman los tratados comerciales y de cooperación con estos.

Un 2019 que volverá a subrayar que el continente africano plantea alternativas y soluciones a muchos de los problemas de la vieja Europa, aunque también visibilizará algunos de los desafíos acuciantes como la fortaleza de determinados grupos armados, el refuerzo de la seguridad en el Sahel, el impacto del cambio climático en las poblaciones nómadas y costeras, o la correcta implementación del reciente Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular de la ONU aprobado en diciembre en ­Marrakech (Marruecos). Un año que comienza celebrando el 50 aniversario del Festival Panafricano de Cine y Televisión (FESPACO) de Burkina Faso. Un evento que aportará algunas claves para comprender hacia dónde se mueve el continente desde las artes y las culturas africanas.

 

Fotografía 123RF

Los retos de la Unión Africana

El presidente egipcio, Abdel Fattah el-Sisi, asumirá la presidencia de la Unión Africana (UA) en febrero. La temática del año será «Refugiados, repatriados y desplazados internos en África: hacia soluciones duraderas para el desplazamiento forzado». Un período marcado por el 50 aniversario de la adopción de la Convención de la OUA de 1969, que rige los aspectos específicos de los problemas de los refugiados en África.

La UA avanza en un proceso iniciado en enero de 2017 que incluye una revisión completa de su estructura y de las responsabilidades de sus líderes principales. Actualmente hay 14 naciones implementando el impuesto del 0,2% que apoya las operaciones de paz y seguridad, con otros 23 países en proceso de hacerlo, y este es el verdadero reto: alcanzar una emancipación presupuestaria plena de los países europeos o de Estados Unidos para 2021.

 

Fotografía 123RF

El ascenso de Etiopía a las estrellas

La paz entre Etiopía y su antigua provincia costera, Eritrea, ha volteado los mapas geopolíticos de la región ya que ha permitido la reapertura de las rutas de transporte y el aumento de oportunidades para la inversión extranjera. Etiopía es uno de esos gigantes económicos en el continente que tras su –parece que acertada– maniobra diplomática de tener un Gobierno reformista y a Sahlework Zewde, como primera presidenta, pretende privatizar parcialmente las empresas estatales con la esperanza de atraer dinero de países como Emiratos Árabes Unidos y China.

Una hoja de ruta mediática, pero cuyas consecuencias y no solo en África, se han dejado ver cuando van mal dadas: reducción del músculo del Estado que pierde su margen de control sobre los motores productivos. Está claro que Etiopía es una estrella en ascenso en el Cuerno de África, pero los factores económicos y étnicos podrían hacer de 2019 un año crucial para su capital Adís Abeba.

Sin embargo, mucho depende del grado de transparencia en el proceso, así como de la rentabilidad de los megaproyectos completados. Además, la necesidad del país de continuar las reformas económicas estructurales, junto con la escasez de reservas de divisas, dificultará el crecimiento en el corto plazo. El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, tendrá que manejar con cuidado estos temas clave, así como las duraderas divisiones étnicas, si su país se convierte en un potente impulsor del cambio en la región.

 

El Cuerno de África como el nuevo Dorado

No cabe duda de que la gran competencia de poder en los países del Cuerno de África será una característica de 2019. Y, en parte, el ascenso de Etiopía ha sido el que está generando este interés en las naciones vecinas. Somalia y la autoproclamada República de Somalilandia intentarán aprovechar ese empuje para fortalecer el comercio y las cadenas de suministro. Para Eritrea, por ejemplo, la paz con Etiopía significa que podrá dedicar más recursos que los destinados en las últimas décadas a su economía, y que el sector manufacturero, la minería o el turismo serán más propensos a atraer inversiones. El levantamiento de las sanciones de la ONU aumentará los intereses de inversión y seguridad de Washington –y otros–, pero las preocupaciones por los derechos humanos permanecerán, al menos durante un tiempo, para cualquier aumento de la inversión.

Es probable que los actores, hasta ahora muy ausentes en la arena africana, como Rusia, aumenten los lazos con Eritrea, y Moscú promete construir un centro logístico en uno de los dos puertos del país. Mientras tanto, el presidente sudanés, Omar El-Beshir, cooperará con ­Washington en las medidas contra el terrorismo anunciadas por Trump para escurrir el bulto mientras busca extender su tiempo en el cargo más allá de 2020. Aun así, mantendrá el equilibrio al profundizar los lazos con el Kremlin y Pekín, que buscan una mayor influencia en todo el continente. Yibuti continuará aprovechando su importante posición geoestratégica en el estrecho de Bab el-Mandeb para influenciar y obtener ganancias financieras. Sin embargo, no hay que olvidar que China, que posee aproximadamente el 80% de la deuda externa del país, mantendrá la sartén por el mango.

 

El CNA de Sudáfrica se prepara para las elecciones

¿El Congreso Nacional Africano (CNA), el partido de Nelson Mandela, perderá su poder en 2019? Hace un año parecía posible. El ya expresidente Jacob Zuma se enfrentó a una larga lista de acusaciones de corrupción y no cumplió las promesas de hacer de Sudáfrica una sociedad más segura y equitativa. Aunque el papel principal del CNA en la lucha contra el apartheid le permitió dominar algunas políticas inclusivas, el desempeño de Zuma tuvo un efecto negativo en la reputación del partido. De hecho, es evidente cómo ha crecido el apoyo a las dos fuerzas opositoras principales, la Alianza Democrática (DA) y los Combatientes por la Libertad Económica (EFF), aunque ambos continúan rezagados con respecto al CNA a nivel nacional.

Más tarde, en febrero de 2018, el CNA expulsó a Zuma a favor del vicepresidente Cyril Ramaphosa. Un movimiento que parece inteligente en retrospectiva. ¿El motivo? La popularidad del partido se ha recuperado como resultado de la llamada Ramaphoria, lo que hace que Ramaphosa pueda ganar los comicios. Si eso sucede, es posible que tenga barra libre por el merecido reconocimiento del partido. Sin embargo, un problema inmediato es la recesión económica en la que se encuentra la nación que busca terminar, en parte, solicitando miles de millones en inversión extranjera directa de países como China y Arabia Saudita. Algo que obligará al presidente a implementar políticas populistas como la expropiación de tierras sin compensación para apuntalar el apoyo electoral entre la bases tradicionales. Eso sí, el país continuará lidiando con los problemas de desigualdad, racismo y corrupción que han perdurado más allá del final del apartheid.

Nigeria, la fama del petróleo ¿a costa de quién?

En estos comicios hay mucho en juego. Nigeria es el país más poblado de África con casi 190 millones de personas, su mayor economía y su mayor productor de petróleo. Sin embargo, la tasa de desempleo ronda el 19% y la nación sigue estando plagada de focos de violencia provocados por el grupo terrorista Boko Haram (nordeste), los Vengadores del Níger (sureste), o por los enfrentamientos entre agricultores y pastores fulani que han dejado más de 3.600 muertos desde 2016, según ha denunciado Amnistía Internacional. La caída de los precios del petróleo solo está intensificando esos problemas.

Cuando los nigerianos voten en febrero, elegirán entre dos norteños que lucharán por la oficina principal del país, una disputa que garantiza el dominio de esta región sobre la lucrativa industria petrolera del sur. El presidente Muhammadu Buhari continuará sus esfuerzos para institucionalizar la lucha del país contra la corrupción, pero su principal oponente, Atiku Abubakar, probablemente pondrá el tema en un segundo plano si es elegido. Regionalmente, el próximo líder finalmente firmará el Acuerdo de Libre Comercio Continental Africano, cuyo principal obstáculo es Nigeria quien todavía no ha firmado. A pesar de la presión de la industria manufacturera nacional y de los sindicatos para evitar el acuerdo, Abuya teme que se quede atrás si no ratifica el tratado, lo que impulsará significativamente el comercio intraafricano.

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