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La novena entrega de los Cuadernos MN nos acerca por vez primera a un país insular, Cabo Verde, con poco más de 600 000 habitantes en sus 10 islas bañadas por el Atlántico. Una de ellas, Santo Antão, es el punto más occidental del continente africano.
Cuando el 5 de julio de 1975 Cabo Verde obtuvo la independencia de Portugal, todo eran malos presagios. Atrasado, empobrecido, sin apenas recursos naturales y con graves deficiencias en educación y salud, el país fue catalogado de «improbable». Sin embargo, gracias al buen hacer de los caboverdianos, hoy es un referente de estabilidad política en el continente y también de éxito económico: de los 190 dólares de PIB per cápita en el momento de la independencia se ha pasado a los 4 851 actuales. Uno de los logros fundamentales del país ha sido la universalización de la educación, con un 91 % de alfabetización de adultos en la actualidad, la cuarta mejor cifra de África. Respecto al sistema sanitario, aunque sigue siendo mejorable, presenta el mejor dato continental de médicos por cada 10 000 habitantes: 44,60.
¿Cómo se explica el milagro? El contexto de paz que vive el país desde su independencia parece el factor más determinante. Los conflictos internos o externos producen desastres y lastran el desarrollo, como vemos tantas veces, pero Cabo Verde, favorecido tal vez por su posición insular, no ha sufrido la lacra de la guerra desde la independencia.
Otro factor importante ha sido la madurez de los líderes políticos. En 1991, el país abandonó el sistema de partido único. Una vez adoptado el multipartidismo, ha consolidado la normalidad con varias alternancias pacíficas en el poder. Cabo Verde no es ajeno a la corrupción, por lo que la satisfacción ciudadana sobre el funcionamiento de la democracia mengua desde 2011, aunque se mantiene un alto sentimiento de libertad para elegir a sus políticos y la libertad de prensa está garantizada.
Es imposible hablar de Cabo Verde sin hacer referencia a la emigración. Las estadísticas más fiables constatan que la mayoría de los caboverdianos viven fuera del archipiélago, con presencia significativa en más de 40 países. Su fuerte identidad se mantiene en las generaciones nacidas en la diáspora, que contribuye a través de las remesas con el 12,5 % del PIB.
Pero la emigración es un fenómeno ambiguo, con aspectos positivos y negativos. Para el cardenal Arlindo Furtado, esta realidad está detrás de la desestructuración familiar, junto a la que surge «una explosión de familias monoparentales». Estas realidades colocan a la pastoral familiar como el principal desafío de la Iglesia caboverdiana. Otro de los retos del país es el aumento de la prostitución en zonas turísticas, en especial en la isla de Sal. Para hacer frente a esta lacra, la Iglesia católica, a través del proyecto Kreditá na Bô, de las Religiosas Adoratrices, trabaja en el acompañamiento y la integración de mujeres en Sal, Assomada y Mindelo.
Este Cuaderno MN incluye entrevistas a personas relevantes del país como el presidente de la República, José Maria Pereira Neves, la periodista Rosana Almeida o el escritor Germano Almeida. Otros textos se acercan a la vida cultural, social, política y religiosa de este pequeño país que goza de una merecida estabilidad social e institucional.
Puedes recibir el Cuaderno MN 9: Cabo Verde aquí.
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