Adiós al fatalismo

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Colegio Universitario Tangaza (Kenia)


El Instituto de Transformación Social (IST) de Nairobi es líder en formación para el emprendimiento social en África. Fundado por los Combonianos en el seno de la universidad católica de Tangaza, acoge a más de 330 estudiantes de diversas nacionalidades deseosos de contribuir a la mejora de la sociedad.

El 25 de agosto de 1986 nacía en Nairobi, la capital keniana, el Colegio Universitario Tangaza (TUC, por sus siglas en inglés). Cinco institutos misioneros, entre ellos los Misioneros Combonianos, se vieron casi obligados a asociarse para fundar un centro de formación teológica ante la negativa de los obispos del país a seguir acogiendo a sus estudiantes en el Seminario Mayor de Nairobi debido a la falta de espacios adecuados. Aunque nació como consecuencia de una crisis, el TUC ha evolucionado con un dinamismo sorprendente.

Conformada en la actualidad por un consorcio de 22 congregaciones religiosas, el TUC se ha convertido en una de las principales universidades católicas del este de África. De los poco más de 100 estudiantes de Teología con que abrió sus puertas, ha pasado a acoger a más de 1.700 alumnos y alumnas laicos y a cerca de 800 religiosos y religiosas de diferentes congregaciones. Entre todos, suman 35 nacionalidades.

Durante sus 37 años de existencia, más de 30.000 jóvenes han obtenido alguna de las 59 titulaciones con reconocimiento estatal que ofrece actualmente la universidad. Ofertan un doctorado de Filosofía en «Transformación Social», el primero de su género en África; nueve programas de máster; 10 licenciaturas; 21 ciclos de grado superior y 18 ciclos de grado medio.


Reunión de un grupo de trabajo de la Universidad Mtaani. Fotografía: Archivo IST


Carismas


El crecimiento del TUC, tanto en titulaciones como en alumnos matriculados, se explica por su idea fundacional de ser un espacio académico abierto. Este planteamiento ha permitido la creación en su interior de diferentes iniciativas. Aunque algunos, como el Instituto de Comunicación Social, han tenido un origen compartido por varias congregaciones, la mayoría de los institutos fundados en el seno del TUC tienen una orientación carismática.
La necesidad de dar una formación adecuada a los profesores de sus escuelas en África del este, llevó a los Hermanos de las Escuelas Cristianas –La Salle– a crear el Instituto de Educación, el primero que vio la luz en el TUC, al que seguirían en el tiempo otros muchos. Los Misioneros de Maryknoll impulsaron uno para el Estudio de la Cultura Africana; los Salesianos el de Estudios de la Juventud, con el objetivo de ofrecer formación académica a las personas que acompañan a los jóvenes; los Misioneros de África –PP. Blancos– abrieron uno especializado en el Diálogo Interreligioso y la Cultura Islámica; los Carmelitas el de Espiritualidad, mientras que la Familia Vicenciana puso en marcha un Centro de Liderazgo y Gestión que proporciona habilidades y conocimientos prácticos en la gestión de todo tipo de instituciones.

Cada instituto está gestionado de forma autónoma por sus fundadores, que establecen la metodología más apropiada para los fines perseguidos. Además, ofrecen diferentes titulaciones, lo que enriquece la oferta académica del TUC.


El Hno. Jonas Dzinekou, director del IST. Fotografía: Enrique Bayo


Un proyecto comboniano

En el caso de los Misioneros Combonianos, en 1994 fundaron el Instituto de Ministerialidad Social, que en 2008 cambiaría su denominación a Instituto de Transformación Social (IST, por sus siglas en inglés). Su actual director, el misionero comboniano togolés Hno. Jonas Dzinekou, considera que esta iniciativa es «una expresión del carisma comboniano, dado que el concepto de transformación social que utilizamos hoy actualiza el sueño de regeneración de África que tenía Comboni, cuya inspiración sigue viva en nuestro trabajo». El objetivo fundacional del IST se ha mantenido vivo en el tiempo, fiel a la formación de líderes capaces de ponerse al servicio del desarrollo en África, como componente esencial de la evangelización que da respuesta al conocido lema del fundador de la congregación: «Salvar África con África».

La I Asamblea Especial para África que tuvo lugar en Roma en 1994, el Sínodo Africano, invitó a la Iglesia del continente a ofrecer una formación cualificada a sus agentes pastorales para que fueran agentes evangelizadores y transformadores de sus comunidades. Además, el Sínodo insistió en la necesidad de mejorar la autofinanciación de la Iglesia africana, demasiado dependiente de las ayudas externas. El IST nació como respuesta a estas dos invitaciones.
El P. Francesco Pierli, superior general de los Misioneros Combonianos entre 1985 y 1991 y primer director del IST, abrió las puertas del Instituto con un curso de dos años lectivos con un fuerte enfoque teológico completado con las ciencias sociales. Este contenido formativo estaba pensado para las religiosas y los religiosos no ordenados, primeros destinatarios del curso, pero el aumento progresivo del alumnado laico hizo que surgieran nuevos programas formativos con un enfoque más centrado en las ciencias sociales, sin olvidar la base teológica y espiritual. Como señala el Hno. Dzinekou, «estamos convencidos de que para ser un agente de transformación social es necesaria la comunión con lo divino, una espiritualidad donde encontrar las fuerzas y la orientación para un compromiso social serio, por eso todos nuestros programas ofrecen asignaturas que ayudan a comprender el estrecho vínculo entre Biblia, espiritualidad y transformación social».


Muhammed Yunus durante el encuentro organizado por el IST el 8 de mayo. Fotografía: Archivo IST

Aplicación sobre el terreno

En 2004, el P. Pierli fue sustituido en la dirección del IST por el Hno. Alberto Parise. Este joven comboniano había trabajado en el barrio de Kariobangi (ver MN 680, pp. 144-150) después de su formación en el Instituto. «Durante mi experiencia de campo –señala el Hno. Parise– pude descubrir la utilidad de todos los contenidos recibidos, pero también me di cuenta de que había que reforzar más la dimensión práctica. Los agentes de transformación social son como los artistas, que además de tener ideas creativas deben también saber manejar el pincel o el escarpelo, es decir, conocer las técnicas que les permitan expresar sus ideas».

Bajo la dirección del Hno. Parise, la formación del IST pasó a tener un fuerte componente teórico-práctico que todavía continúa. Este hecho supuso una auténtica «reeducación del profesorado, acostumbrado a hacer largos discursos en clase. Hubo que prohibir ese tipo de metodología para hacerles entrar en una dinámica más participativa y de investigación conjunta entre profesores y alumnos», señala el Hno. Dzinekou. Con esta nueva perspectiva, y bajo la supervisión del profesorado, los alumnos de todos los niveles del IST, desde el doctorado a los ciclos de grado medio, tienen que elaborar proyectos de transformación social y empresariales que luego aplican sobre el terreno. El Hno. Dzinekou insiste en que «tienen que ser proyectos que funcionen, no una construcción teórica que no ofrezca resultados verificables».

Un ejemplo «que está funcionando» es Mango Tree Trust-Kenia, una organización creada en 2006 en el condado keniano de Homa Bay para la integración comunitaria de los huérfanos y familias afectadas por los efectos del VIH-sida. El proyecto cuenta en la actualidad con la ayuda de voluntarios que se ocupan de la atención directa o indirecta a cerca de 3.000 huérfanos. Otros proyectos exitosos de los antiguos alumnos del IST se han desarrollado en ámbitos tan diversos como la resolución de conflictos interétnicos, el desarrollo agrícola y ganadero, la reinserción de personas marginadas, la producción de energías renovables o proyectos de incidencia política, como la defensa de los derechos de las personas con discapacidad en los transportes públicos de Kenia.

La educación popular es otro aspecto presente desde el inicio en el IST. Todos los años, el profesorado organiza numerosos encuentros y seminarios fuera del campus universitario. Una de las iniciativas más conocidas es la Universidad Mtaani, iniciada en septiembre de 2012 en el barrio Huruma de Nairobi.

Por primera vez en el país, una universidad se deslocalizaba de las aulas para formar estudiantes en su propio medio de vida y capacitarlos como agentes de transformación social. Los profesores acuden a los barrios varias semanas al trimestre para la formación teórica, ofreciendo herramientas concretas de educación cívica y emprendimiento social. El resto del trimestre, los estudiantes están sobre el terreno identificando los problemas y concienciando a sus comunidades. Gracias a esta pedagogía práctica, el impacto transformador está siendo muy grande. En la actualidad, 25 alumnos siguen el curso académico, aunque son muchas más las personas que indirectamente se están beneficiando de la iniciativa.

Plantación del jardín ecológico de Kajiado. Fotografía: Archivo IST



Emprendimiento social

La crisis mundial de 2008 alertó a los responsables del IST sobre los límites de los proyectos de desarrollo, muy dependientes de la financiación externa. Además, como señala el Hno. Parise, «la dinámica del proyecto exige decidir los objetivos antes de iniciar el camino, y esa lógica no encajaba bien con nuestro enfoque ministerial, más participativo. Por eso, empezamos a enfocarnos más en un modelo de proyectos de emprendimiento social, animando a nuestros estudiantes a ser emprendedores en la creación de empresas sociales». Estas no se apoyan en el binomio donadores-beneficiarios ni tienen un plazo determinado de ejecución, sino que apuntan a una sostenibilidad económica extendida en el tiempo.

También aquí se podrían citar numerosos ejemplos de empresas sociales creadas por antiguos alumnos del IST que están teniendo un impacto positivo en la sociedad. Una de ellas, Sanpad Kenya Limited, es una empresa especializada en compresas creada por la exalumna Lucy Kapkirwok.

La orientación más empresarial del IST, iniciada durante la gestión del Hno. Parise, se potenció con la llegada en 2014 del Hno. Dzinekou, doctor en Ciencias Económicas y buen conocedor del mundo empresarial. «¿Cómo es posible que algunos jóvenes africanos arriesguen sus vidas cruzando el Mediterráneo en busca de una vida mejor y no vean las enormes oportunidades que atesora su propio continente?», se pregunta el Hno. Jonas. Sin ocultar los muchos obstáculos que la juventud africana debe afrontar asegura que «África necesita el compromiso de los jóvenes para crear muchas ­microempresas porque las grandes y las multinacionales no resolverán los problemas de pobreza en el ­continente».

Para ayudar a los jóvenes estudiantes a desarrollar su capacidad empresarial, el IST ha creado el Social Innovation Sandbox, un centro integrado en la red Yunus Social Business Centre, fundada por ­Muhammed Yunus, galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su contribución al desarrollo de las microfinanzas y los microcréditos como medios para luchar contra la pobreza. El Social Innovation Sandbox dispone de un fondo económico para apoyar las ideas más innovadoras de los estudiantes del IST y, según el director del centro, «además de constituir una novedad en el sistema educativo keniano, representa la buena fórmula para luchar contra el desempleo entre los jóvenes africanos». En colaboración con el Yunus Centre, el IST organizó el pasado 8 de mayo, una cumbre sobre emprendimiento social, la primera en su género en África del este, que contó con la presencia de Yunus.


Seguir adelante

Desde su creación hace 29 años, el IST ha sabido adaptarse a las necesidades sociales del continente africano aportando programas formativos prácticos y realistas desde una visión cristiana de la realidad. Recientemente ha integrado la Plataforma de acción Laudato Si’, promovida por el papa Francisco a través del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, y responsable de la organización de acciones a favor del cuidado de la casa común. La última, hace apenas dos meses, ha sido la creación de un jardín ecológico en una escuela de Kajiado, en territorio masai, que está ayudando a los escolares de la zona a desarrollar una conciencia más ecológica.

El futuro no está escrito y es difícil prever la evolución que tendrá el IST, pero siempre mantendrá su vocación de educar para la transformación social. «Observo mucho a nuestros estudiantes y cuando pasan dos años en el centro ya no son los mismos que cuando llegaron. Se vislumbra en sus ojos la alegría de verse capaces de mejorar la realidad, escapando del fatalismo que a veces atenaza a la juventud africana», afirma el Hno. Dzinekou.

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