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En tiempos de señuelos a golpe de clic –con la supervivencia de la prensa como única obsesión–, Le Monde Diplomatique es una auténtica rareza. La publicación francesa, con más de 60 años a sus espaldas, analiza la política internacional sin concesiones. Su directora de ediciones internacionales, Anne-Cécile Robert, ha hablado con Mundo Negro a su paso por Madrid, donde ha ofrecido una conferencia en la Casa Encendida sobre las tendencias para África en 2025.
Por Gonzalo Gómez
Fotos de Javier Sánchez Salcedo
¿Qué ha cambiado en África?
Ha cambiado mucho en todos los planos. Se trata de unaaceleración histórica. Para empezar, hemos visto tasas de crecimiento muy elevadas, superiores al cinco o al diez por ciento. Hay una explosión demográfica: pronto habrá mil millones de africanos. La urbanización se acelera: en 2050 habrá más africanos en ciudades que en el campo… África cambia y la cuestión es si esta evolución dará lugar a un futuro autónomo independiente de todos los imperialismos. Los africanos forman hoy sociedades muy dinámicas en las que los ciudadanos se movilizan y quieren obtener los beneficios del crecimiento y de la democracia. ¿Conseguirán los pueblos hacerse con el poder y cambiar las cosas conforme a sus deseos?
¿Es crucial el cambio climático para el futuro de África?
El cambio climático tiene consecuencias muy graves en África. Los estudios dicen que sus efectos son y serán mayores allí. Veremos el avance del desierto, que ciertos lagos, como el Chad, se van a retraer… Vamos a ver las consecuencias en la agricultura, con una reducción de tierra cultivable muy importante en los próximos diez o veinte años, la alimentación se verá afectada… Así sabemos que para los africanos el cambio climático es algo crucial, que sufren, además, sabiendo que los responsables del cambio climático son fundamentalmente los europeos, los estadounidenses o los chinos y no sus países.
La Conferencia Climática de París –se celebrará del 30 de noviembre al 11 de diciembre– será la ocasión para escuchar la voz del sur, a través de la intermediación africana, y de las asociaciones que quieren que, más allá de grandes declaraciones, se tomen decisiones que permitan que lospaíses africanos se unan y luchen contra la transformación del clima.
¿Cómo ve el papel de China en África?
China se ha convertido en el primer socio comercial deÁfrica por delante de la Unión Europea (UE). Por un lado aporta capital e infraestructuras al continente. Los chinos, cuando negocian los contratos, por ejemplo dicen: “A cambio de explotar una mina, vamos a construir un hospital, una carretera”. Practican el trueque, por así decirlo. En términos deinversiones y de capital es positivo. Por otro lado, es problemática la parte de los derechos humanos, porque los chinos no están interesados en ellos. Pueden comerciar con Sudán, que tiene un régimen militar que viola los derechos humanos, sin ningún problema. Sostendrán regímenes dictatoriales, contribuirán a la difusión del armamento… Los chinos aceptan con muchas reservas las leyes internacionales. Consideran que pueden hacer lo que quieran si es acorde a sus intereses. Es un verdadero problema.
Los africanos están preocupados porque a los chinos les importa poco el tema del empleo. Invierten pero sin contratar a gente. Llegan a República Democrática de Congo para construir carreteras que dan acceso a una mina y traen sus mandos, sus empleados chinos, sin contratar congoleños. Altiempo, ellos traen todo tipo de productos de bajo coste que compiten con las artesanías locales. En el mercado africano hoy en día tenemos productos de plástico chinos mucho más baratos que los locales. Así que la presencia china produce un gran impacto: aporta muchas cosas pero también plantea muchas cuestiones vitales para el continente.
¿Y las relaciones entre Europa y África?
La UE tenía un sistema de estabilización del precio de las materias primas que garantizaba ingresos regulares a los países africanos. Desgraciadamente se abandonó esta política en el año 2000 con los acuerdos de Cotonú bajo la presión de la Organización Mundial del Comercio para hacer un libre intercambio sin intervención en los precios. Hoy en día la UE hace como todo el mundo: un liberalismo camino del ultraliberalismo. En vez de una verdadera política de desarrollo hacemos negocios, y luego lo llamamos así:cooperación internacional. Los resultados son variados. Por un lado hay cosas que funcionan: la cooperación permite mantener proyectos culturales o de saneamiento de agua… De acuerdo, pero a nivel global la ayuda no es desinteresada. Para que los países africanos se beneficien de la ayuda internacional europea deben satisfacer políticas económicas que son las prescripciones políticas neoliberales. Nosotros, en Le Monde Diplomatique, pensamos que estas políticas neoliberales no son buenas para los países africanos. No son buenas para nadie, pero a ellos les obligan a someterse a una competencia internacional desleal. Malí o Senegal, por ejemplo, económicamente débiles, se encuentran en competencia con Alemania, Japón, Estados Unidos… Es una competencia de los poderosos contra los débiles. Por eso creemos que habría que pensar en políticas alimentarias para los países africanos, por ejemplo, con la protección del mercado interior. La ayuda internacional debería tener este propósito.
Así que usted piensa que el modelo occidental del capitalismo no está adaptado a África…
Occidente ha construido su desarrollo sobre dos valores: el individualismo y la acumulación de riquezas. África es, desde hace siglos, un poco lo opuesto. En vez de individualismo, desarrolla el sentido de la comunidad; en lugar de optar por la acumulación de la riqueza, se opta por la repartición y la redistribución. Todas las sociedades tradicionales africanas desde la Edad Media están basadas en el sentido del grupo y en la idea de que la acumulación de riquezas es válida únicamente cuando se reparte entre toda la comunidad. Autores como Aminata Traoré dicen que el problema de África podría ser que el capitalismo no le conviene, ya que no es acorde a los valores africanos y, por tanto, no logra desarrollar África. Se percibe que en África hay un cuestionamiento sobre los valores, y la cuestión de qué es el desarrollo, qué significa y cuáles son sus consecuencias en las sociedades y en la vida de la gente.
¿Qué piensa de la política migratoria europea?
La política europea en materia de inmigración es consecuencia de lo que no hacemos en materia de desarrollo. Es precisamenteporque los países del sur tienen problemas económicos por lo que la población va a emigrar a la UE. La solución no es hacer una gran fortaleza sino tener una verdadera política de ayuda y desarrollo que haga que la población africanapueda quedarse en casa y no tenga la necesidad de emigrar. Es una política de seguridad egoísta y, sobre todo, una visión a corto plazo.
¿Qué puede enseñar África al resto del mundo?
La Unión Africana (UA) tiene la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos con un capítulo sobre los deberes del individuo frente a la colectividad. Es algo muy específico del continente africano: junto a los derechos del individuo, que están garantizados, hay una idea de que este tiene deberes hacia los demás y hacia la colectividad. Tal vez podríamos aprender de África este sentido de la comunidad, el deber hacia los demás y hacia el medio ambiente. En Occidente nos enfrentamos al aumento de la desigualdad, de la soledad de muchas personas, sobre todo de la gente mayor. Podríamos estar interesados en observar los valores africanos tradicionales en sus aspectos positivos ya que, por supuesto, todas las sociedades tienen valores positivos y negativos.
¿Cuál es la situación en el Magreb tras las revoluciones árabes, la contrarrevolución, el islamismo?
Desde Oriente se ve que llega al continente africano, al Magreb, un islam más duro, y más fundamentalista que desestabiliza las sociedades y que, por ejemplo, produce regresiones en los derechos de las mujeres. En el Magreb, desde los años 60, las mujeres no llevaban el velo amenos que lo deseasen ellas mismas. La gente practicaba su fe tranquilamente.
Por otra parte, en medio de una desestabilización muy fuerte, el reto es saber si los movimientos revolucionarios, como el que derrocó a Ben Ali en Túnez, van a modernizar estas sociedades. Allí se ha entrado en un proceso político democrático en el que coexisten movimientos radicales fuertes, unas tensiones sociales muy duras y un proceso creíble con personas que se pueden expresar libremente. No es la misma situación en Egipto donde la presencia del Ejército es una tradición con un rol muy marcado desde los años 50 y la tentación autoritaria es muy fuerte. A esto hay que añadir el papel nefasto que juegan Catar o Arabia Saudí, que financian los movimientos extremistas en África. Los países occidentales continúan siendo muy amigos de Arabia Saudí y de Catar. Francia o Estados Unidos saben muy bien que estos países son peligrosos y sostienen al Estado Islámico. Menciono a Francia porque ahora tiene un convenio con Arabia Saudí que financia la compra de nuestrosaviones y ya ha dejado de decir nada a Arabia Saudí. Catar también compra muchas cosas en Francia, con lo cual tampoco se dice nada a Catar. Es una cobardía extremadamente peligrosa. Los países de la UE deben ser valientes para decir a Arabia Saudí y a Catar: “No podéis jugar a todo, dejad de financiar los movimientos radicales.
¿Será el terrorismo una amenaza en el futuro?
Es una amenaza porque tienen dinero de Oriente Medio yporque en el Sahel los Estados son débiles. No tienen medios para hacer frente al extremismo. Occidente se ha de preguntar sobre su responsabilidad en el hecho de que los Estados africanos se hayan debilitado por sus políticas económicas desde hace treinta años.
Otro aspecto muy preocupante es que en el Sahel hay criminales que por razones de oportunismo dicen “Somos Al Qaeda en el Magreb Islámico”. Es una manera de ponerse una etiqueta y de transformar un tráfico criminal en un problema religioso. Pero no son más musulmanes que usted o que yo. Es extremadamente inquietante la transformación de la criminalidad en el Sahel en un problema religioso cuando no es en absoluto religioso.
El Sahel se ha vuelto una especie de bomba donde las fronteras ya no existen; es el paraíso de los traficantes de armas, de drogas y de seres humanos. Y Occidente, frente a este problema, solo tiene respuestas militares. El desarrollo de estos movimientos extremistas tiene causas profundas debidas a la pobreza de las poblaciones y al debilitamiento de los Estados. Si se quiere luchar contra la desestabilización de los países africanos hay que hacer frente a las causas profundas; es decir, transformar las políticas económicas y permitir un verdadero desarrollo de los países africano. Se ve en el caso de Malí, donde la intervención francesa hace dosaños resolvió el problema durante algunos meses y luego volvió a surgir porque las causas profundas todavía permanecían.
Créditos del vídeo:
Entrevista, montaje y vídeo: Gonzalo Gómez
Cámara y fotos de Anne Cécile Robert: Javier Sánchez Salcedo
Música: Tchakere Kanyembe
Fotografías: Archivo Mundo Negro
Traducción: Lwanga Kakule, Carmen Chacón
Agradecimientos a: Le Monde Diplomatique, La Casa Encendida, Fundaciión Mondiplo, Ferrán Montesa.
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