Publicado por Gonzalo Vitón en |
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¿Un curso que vaya más allá de un club de lectura sobre escritoras africanas? La idea partió de Alina, la coordinadora de la iniciativa y, además, regente de la librería La Fabulosa, en Madrid, a quien Soraya Aybar, directora de África Mundi, le otorga todo el mérito: «Fue ella la que se puso en contacto conmigo para proponerme este tipo de curso». Un concepto que «dista un poco de los típicos talleres de lectura donde solamente se ahonda en la novela como tal o en el sentido más literario del trabajo». El curso, que prevé sesiones mensuales, tanto presenciales como virtuales, abarca un poco más, ya que, según cuenta Aybar, «reservamos casi la mitad de la clase a la contextualización sobre el país en el que está basada la historia que leemos». Esto es algo que agradecen los participantes, como Javier, a quien le encanta el formato porque «permite obtener una visión más completa de la realidad africana».
El curso, en el que se leen casi una decena de novelas de países diferentes, destaca porque todas han sido escritas por africanas. La idea también fue de Alina, pero Soraya rápidamente se adscribió a ella, pues «si ya cuesta hablar de literatura africana en general, independientemente del género, es mucho más complicado si hablamos de mujeres», aunque, como resalta, «las hay, y las hay de gran calidad, y deben ser reconocidas». Entre las novelas de esta segunda edición se pueden encontrar En compañía de los hombres, de Véronique Tadjo; Neighbours, de Lília Momplé (ver MN 693, pp. 52-53), La albina del dinero, de Trifonia Melibea; o Ève de entre sus escombros, de Ananda Devi. Cuestionada por cuál recomendaría para iniciarse en la literatura africana, Soraya lo tiene claro. Por un lado, propone la trilogía El país de los otros, de Leila Slimani, «una de mis autoras favoritas», y, por otro lado, la ghanesa Yaa Gyasi –en la fotografía– y su libro Volver a casa, «un librazo». A ellas dos, suma a Kopano Matlwa (ver MN 669, pp. 52-53).
Más allá de que haya varias alumnas que han participado en las dos primeras ediciones y que se apuntarían a una tercera, lo que destaca Aybar es que los alumnos «están aprendiendo de verdad, porque sus preguntas beben mucho de conceptos, países o autoras que hemos ido viendo en las sesiones anteriores». Detrás hay un trabajo importante ya no solo de contextualización histórica y política de cada una de las novelas, sino también de selección de las mismas. Aquí reside uno de los mayores desafíos, «encontrar literatura africana traducida al castellano de alguno de los países del continente». Si bien es cierto que hay algunos como Nigeria, Marruecos, Sudáfrica, Kenia o Tanzania sobre los que es más sencillo encontrar obras, Aybar apunta que «hay otros países con muchísima relevancia continental y geopolítica sobre los cuales es más complicado, como los países sahelianos o los de África central».
Sin embargo, ese esfuerzo da sus resultados porque Javier, asistente al curso, resalta que una de las cosas que más le ha marcado de la literatura africana «es la profundidad y variedad de temas que tratan las escritoras que hemos trabajado». Destaca Mi carta más larga, de Mariama Ba, que fue parte de la selección de la segunda edición. Aunque publicada en 1979, «atesora una ingente variedad de ideas políticas y sociales muy avanzadas para la época», lo que, para Javier, es una muestra de que el continente africano es «un lugar rico en posicionamientos políticos e intentos de avances sociales que conviven con una vastísima fuente de tradiciones locales».
En junio termina la segunda edición. Y ya están pensando en la tercera, aunque aún no saben si será en septiembre o en enero, porque, como afirma Aybar, «me quedan tantos países sobre los que hablar, que no podemos parar ahora la maquinaria».
Fotografía: Paul Marotta/Getty
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