Mucho se ha escrito sobre las causas de la emigración de jóvenes africanos hacia Europa. Basta con introducir en el buscador Google “inmigración africana” y toparse con una lista interminable de entradas, no solamente sobre crónicas de las travesías inhumanas en el mar, aventuras al límite en el desierto, largas estancias esclavistas en los países del Magreb, todas acompañadas de desgarradoras imágenes, sino también con estudios sobre sus causas y motivos.