Publicado por Javier Sánchez Salcedo en |
En Comoras ocurrió lo que todo el mundo esperaba. Azali Assoumani ganó en la primera vuelta de las presidenciales del 14 de enero con el 62,97 % de los votos, lo que le vale un tercer mandato consecutivo de cinco años. En la jornada electoral, que convocó a 338.940 votantes –los comorenses en la diáspora no pudieron votar tras el rechazo en 2023 por parte de los tribunales de un recurso–, participó solo el 16,30 % del censo. La oposición denunció irregularidades como el llenado de urnas con votos no válidos.
Para los analistas, las posibilidades de los rivales de la Convención para la Renovación de las Comoras (CRC), partido que contaba con los recursos del Estado y el control de los organismos electorales, eran escasas. Su histórico oponente, el expresidente Ahmed Abdallah Sambi, que sucedió a Azali en 2006, cumple cadena perpetua por corrupción y alta traición. El exvicepresidente Mohamed Ali Silih, juzgado por el mismo caso, está exiliado en París. A tres candidatos en la diáspora se les negó la posibilidad de presentarse por no residir a tiempo completo en el archipiélago o por tener doble nacionalidad. El único que parecía tener alguna posibilidad era Salim Issa Abdillah, de Juwa, el partido de Sambi, que quedó segundo en el recuento con el 20,26% de los sufragios.
Tras el anuncio de la Comisión Electoral, el vencedor pidió a la oposición que utilizara los cauces legales para protestar: «La paz, la estabilidad y el juego limpio deben prevalecer». Assoumani llegó al poder en 1999 a través de un alzamiento cuando era jefe del Estado Mayor. En el poder hasta 2006, tras los Gobiernos de Sambi e Ikililou Dhoinine, ganó las elecciones en 2016. Dos años después organizó un referéndum para modificar un sistema electoral único por el cual la presidencia de Comoras la ejercía por turno un nacional de cada de una de las tres islas: Anjouan, Moheli y Gran Comora, la suya. Aunque boicoteado por la oposición, la abrumadora victoria en el referéndum, que anuló la rotación del poder entre islas, le permitió presentarse a la reelección, que logró en 2019. En la actualidad es presidente de turno de la Unión Africana (UA). Según él, su mayor éxito es «mantener la paz y la seguridad». El día de la votación, en una rueda de prensa conjunta, los cinco candidatos de la oposición negaron que se hubieran producido unas elecciones reales: «Pensamos que al estar al frente de la UA cambiaría, pero no. Hoy los comorenses no tenían derecho a elegir al presidente a su elección».
El presidente ha conseguido lo que repetía en sus mítines de campaña: «Azali nabaki» (‘Azali se queda’). En sus manos seguirá un país con el 45 % de su población por debajo del umbral de la pobreza, con una fuerte inflación, un sistema educativo que no funciona, problemas de suministro eléctrico y una sanidad deteriorada.
En la imagen, varios comorenses rompen en Moroni un cartel electoral de Azali Assoumani después de que la Comisión Electoral anunciara su victoria en los comicios del 14 de enero. Fotografía: Olympia de Maismont / Getty