Publicado por Chema Caballero en |
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El cambio climático, especialmente la agudización de los fenómenos de sequía e inundaciones, está forzando a muchas personas a migrar en busca de comida, agua y nuevos medios de vida por toda África. La escasez de recursos empuja a una mayor competencia por su control, lo que desata conflictos, especialmente en zonas con tensiones preexistentes.
Hace unas semanas, en el centro de Nigeria, en el Estado de Plateau, un nuevo enfrentamiento por el control de pastos y agua entre comunidades agrícolas y ganaderas, originó numerosos muertos y decenas de desplazados. El estrés climático obliga a los pastores a buscar nuevas tierras para apacentar a su ganado. Cada vez se ven obligados a viajar más lejos de los territorios donde tradicionalmente se movían. Este es un ejemplo concreto de cómo el cambio climático lleva al enfrentamiento a comunidades por el control de los recursos.
Esta situación, que se repite por toda África, se suma a otros conflictos y a la degradación de tierras que se vive por todo el continente. Una de las principales consecuencias de todo ello, es el aumento del número de personas desplazadas y refugiadas en África. La mezcla de cambio climático y conflictos está en el origen de esta crisis.
El 20 de junio, Día Mundial de las Personas Refugiadas, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) publicó su informe anual de Tendencias Globales. En él se afirma que, a finales de 2024, 123’2 millones de personas se encontraban desplazadas en el mundo. Un aumento de siete millones en un año. La mayoría de los africanos desplazados permanecen en sus países de origen o en países vecinos, muchos de los cuales también carecen de recursos y sufren conflictos.
El número de personas desplazadas internas (PDI) en África se ha triplicado desde 2015, alcanzando los 35,4 millones en 2024. Sudán y la República Democrática del Congo representaron casi la mitad (45%) de todos los desplazados internos provocados por conflictos en todo el mundo el año pasado.
Sudán presenta la mayor crisis humanitaria y de desplazados del mundo. La guerra civil ha obligado a 14,4 millones de personas a abandonar sus hogares y ha dejado dos tercios de la población en necesidad de ayuda humanitaria. La mayoría son desplazados internos y 2’8 millones se encuentran en otros países. A finales de 2024, el conflicto del este de la RDC había generado 1’22 millones de refugiados y solicitantes de asilo y 6’9 millones de desplazados internos.
Mientras el número de personas desplazadas y refugiadas aumenta en África, ACNUR detecta un ligero descenso en otras partes del mundo, por primera vez en una década. 1’6 millones de personas volvieron a sus países, especialmente en Siria, Afganistán y Ucrania. Muchos tomaron esta decisión después de años luchando para acceder a derechos y servicios en los países en los que se encontraban.
Solo un país de África ha experimentado un retorno considerable de algunos de sus ciudadanos, se trata de Sudán del Sur. Muchos sursudaneses se habían refugiado en Sudán, por causa del conflicto en su país, y con el comienzo de la guerra civil sudanesa, se han visto obligados a regresar a sus casas. Y ello, a pesar de que la situación en el país no es la más favorable, ya que existen un fuerte peligro de que el conflicto se recrudezca en él.
El Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) también ha publicado su informe anual en el que se encuentra una lista con las 10 crisis de desplazamiento más desatendidas a nivel mundial en 2025. Ocho de ellas se encuentran en África: Camerún, Etiopía, Mozambique, Burkina Faso, Malí, Uganda, República Democrática del Congo y Somalia.
De todas ellas destaca la de Camerún, a la que el NRC califica como la crisis más desatendida del mundo, con una calificación de cero sobre 30 por la falta de voluntad política y la escasa cobertura mediática. Este país centroafricano acoge a 480.000 personas que huyen de los conflictos internos y la violencia que se vive en la cuenca del lago Chad y la República Centroafricana. Además, alberga 1’1 millones de desplazados internos, mayoritariamente provenientes del conflicto en la zona anglófona y la violencia yihadista del norte del país. Un total de 2’8 millones de personas se enfrentan a una grave situación de inseguridad alimentaria.
No solo las personas refugiadas y desplazadas que se encuentran en Camerún se exponen a la inseguridad alimentaria. Prácticamente todas las personas en el mundo que se hallan en esta situación son víctimas de lo mismo. Muchos de los programas de ayuda a refugiados y desplazados dependían del apoyo de USAID, la agencia estadounidense de cooperación que ha sido cerrada por la actual administración del presidente Donald Trump. El corte instantáneo de suministro ha sumido en la desesperación a muchas de las organizaciones que en terreno tratan de aliviar la situación de estas personas. Por ahora, los gobiernos de los países africanos que acogen a población desplazada o refugiada no han hecho nada para suplir la falta de ayuda.
El cambio climático se está convirtiendo, cada vez más, en una de las causas más potentes de los conflictos en África. Millones de personas se verán forzadas a abandonar sus hogares a causa de las armas o los fenómenos climáticos extremos. Los países africanos tendrán que redoblar sus esfuerzos para acoger a estas personas. Y cada vez más tendrán que hacerlo sin la ayuda que antes les prestaba la todopoderosa USAID.
En la imagen superior, una mujer sudanesa camina por un sendero en Jartum. Fotografía: Aytug Can Sencar / Getty
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