Carlos Bajo Erro recomienda «Pequeño país», de Gaël Faye

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Es periodista especializado en literaturas africanas y en tecnologías de la información y la comunicación para el cambio social en África. Colabora con MUNDO NEGRO y también con El País, El Salto y 5W, entre otros medios.



Entre cada libro y lector se establece un vínculo particular que puede sobrevivir mucho tiempo al final de la lectura. En el caso de Carlos Bajo Erro y Pequeño país, esta relación especial pasa por la entrevista que hizo al autor. «Es un tipo con magnetismo, que se explica muy bien y, sin embargo, da la sensación de no darse demasiada importancia. (…) Luego lo vi participando en una actividad con estudiantes. Ahí me di cuenta de que se mete en el bolsillo a quien haga falta. Era un auditorio lleno de estudiantes de instituto y estaban todos con la boca abierta. Acabó sacando a dos chicas a rapear y estaban todos fascinados. Piensas: “Lleva hablando hora y media del genocidio en Ruanda y Burundi y todos estos chavales están enganchados…”».

Gaël Faye es músico y rapero, pero al publicar Pequeño país en Francia se convirtió en uno de los fenómenos literarios del año 2016. El libro habla de una pandilla de críos que están saliendo de la infancia en el momento del genocidio de 1994 en los Grandes Lagos, «y lo hace desde Burundi, que no es el lugar desde el que se cuenta habitualmente ese episodio». «El esquema narrativo –continúa el periodista– es conocido, se trata de una historia de pérdida de inocencia. Son chavales que tenían una vida relativamente cómoda hasta que de repente todo se sacude y el suelo desaparece bajo sus pies». Es imposible no escuchar la voz narradora sin pensar que habla de una parte íntima del autor –primera persona, misma edad, misma procedencia…–, sin embargo, Bajo Erro nos confirma que Faye siempre ha «jugado» a decir que no es autobiográfico.

«Una de las cosas que más me llamó la atención es que hay una transición de la que no te das cuenta. A mí me recordaba a esas novelas de adolescentes de mucha bici y verano azul, pero cuando te quieres dar cuenta estás en una espiral de genocidio. Transmite la sensación de los protagonistas, que jugaban como niños en su cabaña, en una furgoneta abandonada, cuando de repente están en una guerra brutal que no saben ni de dónde les viene», dice nuestro entrevistado.

Además del genocidio, cuenta Bajo, el libro es capaz de explicar desde «la historia con minúscula, del lado de la gente corriente», y salen otros temas en torno al hecho migratorio, y no solo por la salida del protagonista a Francia cuando su familia logra escapar de la guerra: «Hay movimientos a un lado y otro de la frontera. La madre es una ruandesa que vive en Burundi y va a Ruanda a ver cómo está su familia. Es un momento de mucha tensión». Por encima de todo vuela esa idea de irracionalidad de la guerra. «Hay un intento de llamar la atención sobre las víctimas reales de los conflictos y, al tiempo, se hace evidente que son una sinrazón. El niño pregunta por qué pelean hutus y tutsis, y el padre responde que por la nariz. Ese detalle cuenta mucho de las intenciones del autor», dice Carlos Bajo Erro, que recomienda siempre este libro a quien le pregunta por lecturas africanas: «Es fantástico para quienes queremos que la gente se interese por las literaturas africanas. Los lectores del Norte nos sentimos cómodos con su forma de explicar», dice.

La recomendación no viene sola. Antes del libro, Faye hizo una canción con el mismo título. «La canción te lleva al libro y, si la conoces, lees el libro escuchando todo el rato la canción. También hay una película». Libro, canción, película. Hablar de libros nunca es solo hablar de libros.

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