Conakry, capital mundial del libro

Library. Ilerama center. CDI Togo Association. (Photo by: BSIP/UIG via Getty Images)

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La promoción de la lectura y el auge de la industria editorial, objetivos

 

Por Sonia Fernández Quincoces

 

Desde el 23 de abril de 2017 al 22 de abril de 2018, la capital guineana llevará a cabo un intenso programa para promover la lectura y divulgar y fomentar el mundo del libro en el país.

 

Guinea ha alumbrado a escritores de la talla de Tierno Monénembo (Premio Renaudot 2008 con su obra Le Roi de Kahel), Williams Sassine (Céroe, no eres un cualquiera), Camara Laye (El niño africano) o Djibril Tamsir Niane que escribió Sundiata Keita o la epopeya mandinga. Autores todos ellos reconocidos, dentro y fuera del país, y que han inspirado a generaciones de guineanos.
Intentar preservar el rico legado literario y cultural que estos nombres dejaron y lograr que la lectura ocupe un lugar prioritario en la vida del país, han sido algunos de los motivos que encontraron ­Sansy ­Kaba Diakité, director de la editorial L´Harmattan Guinea, y un comité compuesto por guineanos provenientes de diversos sectores –escritores, editores o libreros– para presentar la candidatura de la ciudad de Conakry a la capitalidad mundial del libro 2017. Iniciativa que cuenta también con el necesario respaldo de instituciones locales, nacionales e internacionales.

El título, de carácter anual, lo otorga la UNESCO en reconocimiento a la calidad de los programas presentados para promover la difusión del libro, fomentar la lectura y la industria editorial. La selección se realiza por tres organizaciones internacionales que representan los tres principales sectores de la industria del libro: la Unión Internacional de Editores (UIE), la Federación Internacional de Libreros (IBF) y la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA).

Conakry es la decimoséptima capital mundial del libro. La pionera fue Madrid, en 2001, siendo Alejandría (Egipto) la primera del continente africano en distinguirse con la capitalidad. En 2014 se la concedieron a Port Harcourt (Nigeria), y en aquella ocasión el evento vino acompañado por el proyecto #Africa39 que recogía una lista con los 39 más prometedores escritores de África subsahariana por debajo de los 40 años.

El comienzo del mandato siempre coincide con una fecha muy señalada para los amantes de la lectura: el 23 de abril, Día Internacional del Libro. Pero con anterioridad a esta fecha, que dará el pistoletazo de salida al amplio programa preparado, se ha ido recorriendo un largo camino de promoción a la lectura y difusión del libro, a través de programas y eventos que se han consolidado en el tiempo y que han conducido a Conakry a la nominación.

 

El escritor guineano Tierno Menénembo, fotografiado en La Habana, en 2008 / Fotografía: Getty Images

 

Libros y lectura en Conakry

En algunos aspectos, el perfil de la situación del libro y la lectura en Guinea no difiere mucho de la que se puede observar en otros países africanos. Así, el presupuesto que se destina a la cultura sigue siendo el más bajo de todos (ver porcentaje del PIB en gasto público en educación en el continente en Especial África 2016, de Mundo Negro número 616, mayo 2016, página 63 del cuadernillo central), convirtiendo de inmediato a todo lo relacionado con esta en el pariente pobre. Una historia por desgracia bastante conocida.

El tejido económico de Guinea, de hecho, nos habla de un lugar con una tasa de pobreza del 55,2 por ciento y con un nivel adquisitivo de la gente, por fuerza, muy bajo, por lo que la literatura se contempla como un artículo fuera del alcance real.

Además, la industria del libro sigue siendo muy embrionaria, apenas 20 editoriales arrojan alrededor de 50 títulos al año, a lo que se une el todavía escaso compromiso por parte de las instituciones para incentivar la creación de un mercado editorial fuerte que también explore otras vías para lograr un mayor acceso al público lector.

En un país donde la tasa de alfabetización está en torno al 43 por ciento (en otros países de la zona como Malí, Senegal o Costa de Marfil, por ejemplo, está alrededor del 60 por ciento), y donde la escolarización no es obligatoria, la capitalidad se presenta como una oportunidad. La escuela es el único lugar real en el que los niños y jóvenes tienen acceso a la lectura en este país, por lo que uno de los objetivos de la capitalidad es lograr que en 2017 la escolarización sea obligatoria hasta los 16 años en Guinea.

Sin duda, gran parte del éxito del logro de la capitalidad se encuentra en el hecho de que el programa presentado girara en torno a la infancia, la juventud y la alfabetización. Sus promotores creen que este año puede ser un hito que haga que los libros se acerquen a los más jóvenes, lean más y descubran a los autores guineanos.

Pero, sobre todo, contemplan como un reto el lograr una mayor tasa de alfabetización (dos de cada tres no saben leer ni escribir), situación que requiere también un análisis de las formas en las que los guineanos plasman sus conocimientos.

 

Salón Internacional del Libro de París 2016, en el que Guinea participó con un pabellón propio / Fotografía: Getty Images

 

En Guinea el alfabeto latino y el árabe son los más conocidos, pero el alfabeto n’ko, inventado en 1949 por el guineano Solomana Kante, desarrollado para la transcripción fonética de las lenguas mandé de África occidental, goza de gran popularidad. En la actualidad su uso está muy extendido y varias instituciones (entre ellas la Universidad guineana ­Kofi Annan) han realizado otro aporte más a la capitalidad poniendo en funcionamiento la Biblioteca Digital N´Ko, que permite disfrutar de la literatura, cada vez más abundante, escrita con este abecedario.

Conakry propone integrar la extensión y el desarrollo de alfabetos alternativos (n’ko y ajami) como parte de las herramientas para la alfabetización.

Junto a las trabas anteriores, el tejido que rodea al libro también es muy endeble, faltan lugares adecuados y habilitados para la lectura, tanto dentro de la capital como en el resto del país. La carencia de un entramado fuerte de bibliotecas y mediatecas –fruto de la falta de una política nacional en torno al ­libro– impide el acceso a los libros de gran parte de la población, que carece de los ingresos necesarios para ello. Tampoco hay personal formado, la necesidad de contar con trabajadores cualificados es vital para que los futuros lectores obtengan la información y orientación que precisan.

Pero, a pesar de lo que pueda reflejar la situación anterior, muchas personas, asociaciones e instituciones desde Guinea están empeñadas en darle la vuelta y vuelcan toda su energía en tratar de continuar dando empuje a todo lo relacionado con el mundo del libro.

 

Universalizar la lectura

Junto a acontecimientos aislados pero de gran significado –como el hecho de que el país participó por primera vez, el año pasado, en el Salón Internacional del Libro de París con pabellón propio– se unen otros eventos, que están dotados de periodicidad, y que van componiendo un núcleo robusto sobre el que trabajar. La editorial L’Harmattan Guinea organiza desde 2008 las “72 horas del libro” durante tres días (del 23 al 25 de abril). Se trata de una cita anual, siempre con una temática determinada y con un invitado de honor.

El evento, año tras año, se ha consolidado como un punto de encuentro entre profesionales (escritores, libreros, editores, bibliotecarios y artistas) y lectores, y ha visto cómo su aforo ha ido creciendo de manera notable (desde los 1.000 visitantes de la primera edición, a los más de 50.000 de la séptima).

Este encuentro se diversifica en debates, exposiciones, foros, presencia de autores y venta de libros. Además, conscientes de la importancia de que tales acontecimientos lleguen al mayor número de personas, los trasladan hasta puntos remotos del país.

La de 2017 será la novena edición de las “72 horas del libro” y tendrá a Senegal como país invitado. Dentro del programa se han trazado dos itinerarios: uno para conocer la industria del libro y su realidad en Guinea, y otro diseñado como un descubrimiento escrito y oral para adentrarse en la rica vida sociocultural del país. Junto a este evento, que abrirá y clausurará en 2018 la capitalidad, una feria internacional acabará por poner el libro en el centro de la vida guineana.

 

Senegal será el país invitado en las «72 horas del libro» de 2017. En la imagen, Bilial Faly, cofundador de la librería Mansour Toure, en Dakar / Fotografía: Getty Images

 

Un presupuesto escaso

La capitalidad cuenta para cubrir los eventos, la comunicación y los diversos actos programados con un presupuesto de 4 millones de euros. Cantidad insuficiente para conseguir poner en marcha algunas de las acciones que se contemplan, sobre todo en relación a la creación de infraestructuras.

La carencia de bibliotecas y mediatecas en todo el país deriva, según el comité organizador, de la falta de una auténtica política nacional comprometida con el libro. Esta falta de compromiso se remonta, tal y como ellos señalan, a la no ratificación en su día de instrumentos internacionales promulgados por la UNESCO, tales como el Acuerdo de Florencia, de 1950, y el Protocolo de Nairobi, de 1976, para facilitar la importación de objetos de carácter educativo, científico y cultural. Dicha ausencia de una apuesta real por la cultura ha llegado hasta nuestros días, en los que se están empezando a dar pasos para cambiar la situación.

Para paliar la falta de compromisos mostrada hasta el momento, el Ministerio de Cultura guineano, y fuera del presupuesto mencionado, está completando la Biblioteca Nacional, que comenzó a construirse en 2005, y ha promovido la creación de la Biblioteca Djibril Tamsir Niane.

Sin embargo, los organizadores esperan obtener más apoyos para poder completar esa insuficiencia de lugares de reunión, conocimiento y encuentro con el libro, que es uno de los grandes obstáculos que aleja la lectura de la población.

Tras evaluar las necesidades, consideran que debería haber una mediateca en cada uno de los distritos de Conakry. Y apuestan por la creación de los denominados puntos de lectura (con una zona de lectura con capacidad para 15 lectores y con un espacio de exposición de libros). Han calculado que se necesitan 129, uno por cada barrio de la capital. Junto a ellos, Conakry prevé la creación de un centro de recursos para el aprendizaje que ponga a disposición de la comunidad libros (en formato papel o electrónico), revistas especializadas e información accesible sobre una variedad de temas.

En los tres casos anteriores se buscan patrocinadores para poder acometer estas necesarias infraestructuras –que exceden del presupuesto contemplado– que estén dispuestos a apostar por la erradicación del analfabetismo y el fomento de la lectura.

 

Un hombre ayuda a cruzar la calle a tres niñas a la salida del colegio / Fotografía: Getty Images

 

Un programa tentador

De esta manera, el pasado 11 de enero la maquinaria preparada a conciencia comenzó a rodar con la convención ”J-100”, que señalaba los días que quedaban para que comience de manera real la capitalidad a funcionar. Se trata de un evento comunicativo que pretende hacer llegar este acontecimiento al mayor número de canales informativos posibles, pero sobre todo movilizar a la sociedad guineana para que se implique y participe de manera activa durante los 12 intensos meses que quedan por delante, a partir del 23 de abril, fecha que marcará el comienzo del variado programa que desde ya mismo se puede consultar.

Los contenidos de la capitalidad mundial del libro se centrarán cada mes sobre una temática y una obra concreta. Los títulos elegidos van desde los que han escrito los conocidos autores guineanos citados al principio de este artículo, a los que se quiere rendir homenaje (se presentará la obra de Williams Sassine en Kankan, su lugar de nacimiento), hasta obras que han suscrito personajes como Nelson Mandela o Ana Frank.

En Conakry habrá cabida para todo tipo de géneros, con una representación teatral mensual, entre la que destaca Kouroukan Fouga, a cargo del Teatro Nacional de Guinea, y con festivales de poesía. Se realizarán exposiciones sobre las lenguas africanas y sobre el cómic, se entregarán premios para tratar de incentivar la aparición de nuevos valores y habrá simposios, clubs de literatura y conferencias sobre multitud de temas.

El mes de la juventud será agosto y para disfrutar del de las mujeres tendremos que adentrarnos en marzo de 2018, cuando se leerá y comentará la obra de Nadine Barry, cuyo marido falleció tras ser torturado bajo el régimen de Sékou Touré. La elección de Grain de sable, que es la historia de los 11 años de investigación que Barry vivió hasta conocer la verdad, nos habla de un país que mira al futuro sin olvidar el pasado.

Solo un mes después se clausurará la capitalidad, pero todo el mundo en Conakry sabe que ese será el verdadero comienzo.

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