Donatien Nshole: “La salida de Kabila ayudaría a calmar la situación”

Opposition supporters hold yellow cards and a stone as the Congolese capital Kinshasa was gripped by a strike called 'Villes mortes' (Dead cities) on October 19, 2016 in a protest over plans by the president to stay in power beyond the end of his term in December. The opposition called for the action to protest a deal signed on October 18 which would keep President Joseph Kabila in power in the Democratic Republic of Congo until April 2018 by postponing this year's scheduled presidential vote. The country's main opposition party, the UDPS, called the deal signed between authorities and fringe opposition groups a "flagrant violation" of the constitution and said the strike would show Kabila "the yellow card". / AFP / Eduardo Soteras (Photo credit should read EDUARDO SOTERAS/AFP/Getty Images)

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Donatien Nshole, secretario general de la Conferencia Episcopal de RDC.

 

Por Enrique Bayo desde Kinshasa (RDC) 

Fotografías: Getty Images

 

El 19 de diciembre finaliza el segundo mandato del presidente de República Democrática de Congo, Joseph Kabila, sin que se haya resuelto la posibilidad de que se presente a la reelección, algo que no recoge la Constitución. En este contexto,  la Conferencia de los Obispos congoleños (CENCO) intenta la mediación entre los actores políticos para restablecer el orden institucional y evitar la violencia. 

 

¿Cuándo comienza la crisis política actual?

Un poco antes de las elecciones de 2011. En febrero de ese año hubo una tentativa para cambiar el artículo 71 de la Constitución, que estipula que las presidenciales se celebren a dos vueltas. La mayoría en el poder quería modificar el texto para que las elecciones fueran a una sola vuelta lo que disminuía la posibilidad de alternancia y facilitaba la reelección de Joseph Kabila, ante una oposición que se presentaba dividida. La tentativa fracasó y Kabila y Etienne Tshisekedi se enfrentaron en segunda vuelta. La victoria de Kabila fue contestada por numerosos organismos internacionales y también por la Conferencia Episcopal congoleña ­(CENCO). El 12 de diciembre de 2011 el cardenal ­Laurent ­Monsengwo dijo que “los ­resultados de las elecciones no son conformes ni a la verdad ni a la justicia”, lo que le valió una fuerte persecución mediática.

Ante la tensión y la crisis de legitimidad existente, el episcopado lanzó una primera llamada al diálogo inclusivo de todas las fuerzas políticas, que desgraciadamente no fue escuchada. Hubo que esperar hasta 2013 para que el propio presidente convocara las llamadas Concertaciones Nacionales, pero no fue un diálogo inclusivo porque los principales líderes de la oposición, como Tshisekedi y Vital ­Kamerhe, no participaron y las 679 resoluciones acordadas cayeron en saco roto por falta de seguimiento.

 

Debajo, Donatien Nshole, secretario general del episcopado congoleño, durante la entrevista. A la derecha, un operario barre las desiertas calles de Kinshasa el pasado 19 de octubre, durante una de las jornadas de protesta contra el tercer mandato de Kabila, convocada bajo el lema “Villas muertas”. /Fotografía: Getty Images

 

Parece que la Alianza para la Mayoría Presidencial (AMP) intenta fortalecer su posición.

En 2014 el poder intentó de nuevo cambiar la Constitución, concretamente el artículo 220, que estipula dos mandatos, y que permitiría al presidente Kabila optar a un tercero en 2016. Reconocidos profesores, como Evariste ­Boshab, pasaban regularmente por la televisión para preparar a la opinión pública para el cambio. Cuando el episcopado se percibió de la maniobra, se opuso y advirtió que la modificación del artículo suponía un retroceso en el camino de nuestra joven democracia y que comprometía gravemente la armonía de la nación. Nuestra Constitución, validada por referéndum en febrero de 2005, es fruto del consenso de las fuerzas políticas y sociales de la nación tras años de guerra. Afortunadamente, la presión social hizo recular a los promotores de esta tentativa.

El siguiente paso fue la adopción por la Asamblea Nacional de una modificación de la ley electoral para elaborar un censo permanente de electores. La gente comprendió que eso exigiría años de trabajo y que se trataba de un intento para retrasar las elecciones. Las manifestaciones violentas de enero de 2015, que se saldaron con decenas de muertos, provocaron la retirada de esta modificación de la ley.

 

Las presidenciales de 2016 hubieran permitido la alternancia, pero no se celebrarán. ¿Por qué?

Por falta de previsión y de voluntad política. El presupuesto para preparar los comicios se ha utilizado con otros objetivos y el censo no ha sido convenientemente actualizado. El principal responsable es el presidente, pero la oposición también lo es por haber descuidado su obligación de control al Gobierno. Nos encontramos, de hecho, ante la imposibilidad técnica de celebrar los comicios en 2016 y se impone la necesidad de dialogar.

 

El Diálogo Nacional se convocó en noviembre de 2015, pero no comenzó hasta septiembre de 2016.

Había que convencer a unos y a otros de la necesidad de sentarse juntos en una mesa, porque sin un acuerdo que aglutine a todos los congoleños, la violencia tomará el relevo. En abril, la Unión Africana (UA) nombró al togolés Edem Kodjo como mediador y finalmente el Diálogo Nacional comenzó en septiembre, pero sin la oposición radical de la plataforma política ­Rassemblement (Agrupamiento, en francés). Vital Kamerhe representó a la oposición moderada, mientras que Léonard She Okitundu y Alexis Thambwe Mwamba lo hicieron por la ­Mayoría Presidencial. Yo participé como delegado de la Iglesia católica. Al mismo tiempo, el episcopado continuaba sus esfuerzos para intentar sumar a otros opositores al diálogo. Por desgracia, la respuesta que tuvimos fueron los acontecimientos del 19 y 20 de septiembre, con decenas de muertos en Kinshasa.

¿Por qué se retira la Iglesia del Diálogo Nacional?

Constatamos, por un lado, que mucha gente, y entre ellos muchos católicos, no veían con buenos ojos la presencia de la Iglesia en el Diálogo, que consideraban una artimaña del presidente Kabila para legitimar su continuidad en el poder. Por otra parte, parecía claro que buena parte de la población no aceptaría sus resoluciones y no cumpliría su objetivo de preservar la paz. Si tomamos como referencia las elecciones de 2011, un 45 por ciento del electorado no estaba representado en el Diálogo Nacional y, probablemente, este porcentaje sería mayor en el contexto actual. La Iglesia decidió suspender su participación para seguir con su trabajo de acercar posiciones entre Rassemblement y la AMP.

A la derecha, un operario barre las desiertas calles de Kinshasa el pasado 19 de octubre, durante una de las jornadas de protesta contra el tercer mandato de Kabila, convocada bajo el lema “Villas muertas”. / Fotografía: Getty Images

 

El 18 de octubre terminó el Diálogo, fijando las presidenciales para abril de 2018 y un Gobierno de transición con un primer ministro de la oposición moderada y con Kabila como jefe del Estado hasta la elección del nuevo presidente. Esto concede a Kabila un tiempo extra en el poder. ¿Justifica esto la exigencia de la oposición radical para que Kabila deje el poder el 19 de diciembre?

Si el presidente Kabila dejara el poder el 19 de diciembre su gesto ayudaría enormemente a calmar la situación. Yo lo aplaudiría, pero la CENCO no se ha pronunciado sobre quién debe animar la transición. Rassemblement quiere una persona diferente a Kabila, los participantes en el Diálogo Nacional prefieren que se quede, la plataforma ciudadana LUCHA dice que debería ser el presidente del Senado, Léon Kengo Wa Dondo, quien presida la transición… Estamos ante una situación no prevista por la Constitución congoleña, que solo contempla los casos de dimisión, muerte o incapacidad del presidente para ejercer el poder, pero no dice nada en el caso de que las elecciones no tengan lugar. La CENCO piensa que todo es posible siempre que los políticos se pongan de acuerdo.

 

¿Y qué piensa la sociedad?

Ante la crisis que vivimos, la población acepta el radicalismo de la oposición, sobre todo para que ­Kabila deje el poder el 19 de diciembre. Piensan que el problema de todo es Kabila, aunque yo creo que es una ilusión. Yo no veo que un nuevo presidente pueda cambiar la situación con una varita mágica. Corremos el riesgo, a fuerza de concentrar el problema en un individuo, de complicar el objetivo principal, que es la paz. El derecho y la ley son importantes, pero hay que ser realistas: la AMP es un conglomerado de partidos que depende de Kabila para asegurar su unidad; después está el Ejército. Tenemos el Ejército que tenemos y una buena parte obedece totalmente al ­presidente…

 

¿Cómo juzga el rol de la UA y de la comunidad internacional en RDC?

La UA, otras organizaciones africanas como la Comunidad de Desarrollo de África Austral o la Cumbre de Jefes de Estado celebrada en Angola en octubre han sostenido unilateralmente al poder actual. Sinceramente, cuando escucho sus reacciones pienso en un proverbio: ‘Los lobos nunca se matan entre ellos’. Cuando ves que en esas organizaciones hay presidentes que han vivido situaciones parecidas, que han intentado o que han conseguido cambiar la Constitución a su favor, comprendes que no pueden ser objetivos. Todavía hay mucho camino que recorrer. Creo que la comunidad internacional, sobre todo la Unión Europea (UE), está más cerca de nuestra posición como Iglesia. Nosotros no tomamos partido ni por la derecha ni por la izquierda, solo tenemos interés en que la Constitución sea respetada y la paz asegurada.

 

El opositor Vital Kamerhe / Fotografía: Getty Images

 

Los esfuerzos de la Conferencia Episcopal congoleña para lograr un consenso, ¿avanzan en buena dirección?

La posición de la Iglesia es ayudar a crear un marco de concertación que sea aceptado por todos los agentes sociales y políticos del país, porque si no, insisto, la violencia terminará por imponerse. Por el momento estamos un poco inquietos porque hasta ahora –la entrevista se realizó a mediados de ­noviembre– no vemos signos claros de apertura ni de unos ni de otros: la oposición que ha participado en el Diálogo Nacional tiene la impresión de que abrir otro diálogo más inclusivo sería una humillación para ellos; la AMP solo habla en términos de adhesión, pidiendo a los demás que se adhieran a las resoluciones del Diálogo Nacional. Y la oposición radical hace honor a su nombre y se mantiene en esa actitud. Han sido muy intransigentes, si hubieran participado en el Diálogo Nacional se hubiera logrado un acuerdo mejor. De todos modos, estamos ante hechos consumados y solo esperamos que hayan aprendido la lección.

 

¿Cree posible un acuerdo antes del 19 de diciembre?

Somos optimistas, es cuestión de voluntad política. No hacen falta grandes estructuras ni demasiado tiempo para ese diálogo inclusivo que permita un consenso. Estamos trabajando sobre ciertas bases: que la Constitución sea respetada, sobre todo en los artículos que rigen la convivencia política; que se defina claramente que el presidente Kabila no se presentará a un nuevo mandato, incluso si continúa en su cargo durante el período transitorio; que las presidenciales y legislativas tengan lugar en 2017, acortando el tiempo de transición acordado en el Diálogo Nacional; y, por último, que se cree un comité de seguimiento que vigile a la aplicación de estas resoluciones. Sabemos que ni los unos ni los otros tienen demasiado margen de maniobra, así que esperamos que se llegue a una solución. De lo contrario, insisto por tercera vez, nadie nos librará de la violencia.

 

Una congoleña en Goma pasa delante de carteles electorales de Joseph Kabila durante la campaña electoral de 2011 / Fotografía: Getty Images

 


 

Cronología de una crisis
2015

14 de septiembre  Carta abierta de siete partidos de la Mayoría Presidencial al presidente Kabila exigiendo que las elecciones respeten los plazos marcados por la Constitución. Expulsión inmediata de esos partidos de la Mayoría Presidencial. Se constituyen como plataforma política, el G7.
29 de septiembre  Moïse Katumbi abandona el partido del presidente Kabila, el PPRD, y dimite como gobernador de Katanga. Poco después se une al G7.

2016

 30 de marzo  Katumbi es designado como candidato del G7 a la presidencia de RDC.
4 de mayo  Se abre una investigación contra Katumbi por haber reclutado mercenarios extranjeros.
 20 de mayo  Katumbi deja RDC en dirección a Sudáfrica para una revisión médica.
10 de junio  La oposición se reúne en Bruselas y crea la plataforma política Rassemblement, integrada por el UDPS de Etienne Tshisekedi, el G7 de Moïse ­Katumbi y otros ocho pequeños partidos y asociaciones. Fijan sus exigencias para dialogar en los siguientes puntos: respeto a la Constitución, apertura del proceso electoral, suspensión de la persecución judicial contra los miembros de la oposición, liberación del espacio mediático, liberación de prisioneros políticos y salida del poder de Joseph Kabila el 19 de diciembre.
22 de junio  Katumbi es condenado a tres años de prisión por un delito inmobiliario, lo que le impide regresar al país.
27 de julio Retorno a Kinshasa de Etienne Tshisekedi.
1 septiembre a 18 de octubre  Diálogo Nacional en la capital congoleña, Kinshasa.
4 octubre  Cónclave de Rassemblement en Kinshasa en el que reafirma sus posiciones de junio.
25 de octubre  Publicación de un sondeo electoral realizado entre mayo y septiembre de 2016, sobre una muestra de 7.545 congoleños: Moïse Katumbi obtendría la victoria con el 33 por ciento de los votos, seguido de Tshisekedi con el 18 por ciento, Joseph Kabila obtendría el 7,8 por ciento y Vital Kamerhe el 7,5 por ciento.
7 de noviembre  EE. UU. apoya los esfuerzos de mediación de la CENCO para conseguir un consenso de todas las fuerzas políticas.

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