Publicado por Chema Caballero en |
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Camerún tiene abiertos varios conflictos violentos que afectan a distintas regiones, aunque el resto del país viva como si nada sucediera. Sin embargo, las personas que residen en las zonas afectadas sufren sus efectos en el día a día. Muchos experimentan la tensión que supone vivir con el temor de que sus ciudades y aldeas puedan ser atacadas y sus bienes robados o destruidos. Otros han tenido que abandonar sus hogares y buscar refugio lejos de ellos.
Los conflictos se prolongan en el Extremo Norte y en el Oeste del país. Y se han convertido en un medio de vida para muchas personas, no solo para los combatientes. Últimamente, una modalidad de extorsión sobre la población civil ha cobrado mayor protagonismo, ya que ayuda a financiar las actividades de los grupos armados: el secuestro de personas.
Así, el Ejército camerunés se ha visto obligado a desplegar cientos de tropas en la frontera con la República Centroafricana. El objetivo de esta operación es detener los secuestros realizados por rebeldes centroafricanos en el país. Según fuentes gubernamentales, en el último mes se registraron como mínimo 35. Además, en ese tiempo también se han sucedido los ataques a comerciantes, agricultores y ganaderos con el fin de robar dinero, mercancías y ganado.
En los últimos meses, se han producido enfrentamientos entre el Ejército centroafricano y grupos rebeldes que han sido expulsados de varias ciudades y zonas del país. En su huida, estos se habrían refugiado en los bosques cercanos a la frontera camerunesa e incluso la habrían traspasado instalándose en zonas no pobladas. Para sobrevivir han recurrido al pillaje y a los secuestros. Una fórmula utilizada ya por otros grupos armados en diferentes partes de África.
Las primeras acciones emprendidas por el Ejército camerunés para poner fin a esta situación no han tenido demasiado éxito. Los rebeldes consiguieron huir y varios de los prisioneros murieron a causa de los enfrentamientos. Solo cinco fueron rescatados. Mientras, la mayoría de los rehenes siguen en manos de sus captores. Familiares de estos afirman que los secuestradores les piden un rescate equivalente a unos 5.000 dólares.
De igual modo, en la zona oeste de Camerún ha aumentado el número de secuestros de personas. Los distintos grupos separatistas de Ambazonía han recurrido a ese método para financiarse también. Allí la violencia se prolonga desde 2017 y tanto el Ejército camerunés como los grupos armados han cometido graves violaciones de derechos humanos. En este conflicto, además del secuestro de ciudadanos cuyas familias puedan pagar rescate por ellos, se han producido otros de personajes públicos con el fin de forzar al Gobierno camerunés a negociar. El último de estos tuvo lugar el 1 de mayo, cuando la senadora Elizabeth Regina Mundi, de Rassemblement démocratique du peuple camerounais, el partido en el poder, fue raptada en la ciudad de Bamenda. Días después, el grupo Ambazonia defense force (ADF) reivindicaba en un vídeo la acción y pedía la liberación de 75 separatistas que están en prisión para soltar a la política. Igualmente, personal religioso y estudiantes universitarios han sido objetivos de esta práctica.
«Las quejas expresadas por organizaciones que representan a los anglófonos sobre su marginación política y la falta de reconocimiento de su identidad cultural son reales. Pero secuestrar y abusar de civiles hará poco para abordar esas quejas», afirmaba Human Rights Watch en un informe de julio de 2019. Desde entonces, los secuestros han aumentado considerablemente en la zona y la situación se ha deteriorado. Con sus acciones los combatientes por la independencia pierden apoyo popular y legitimidad. E igualmente el Ejército con las atrocidades que comete.
En el Extremo norte de Camerún es Boko Haram quien lleva a cabo el rapto de civiles, principalmente de jóvenes que pueden ser utilizados como soldados. Las acciones contra las aldeas de las zonas fronterizas con Nigeria y en la del lago Chad no cesan. Tras un corto periodo de inactividad, en los últimos meses, los terroristas incluso han osado atacar asentamientos militares, cosa a la que pocas veces se habían atrevido con anterioridad en el país. También están llegando a nuevas zonas y pueblos, expandiendo así su terror.
Los yihadistas arrasan aldeas, queman casas, roban ganado y cosechas y se llevan a los jóvenes que pueden emplear para engrosar sus filas. En este caso no existen reivindicaciones políticas, únicamente bandidaje. Tampoco piden rescate por ellos. Los necesitan para luchar.
Norte, Oeste y Este. En todas partes los grupos armados y bandidos recurren al mismo método para financiarse y atemorizar a la población civil. Mientras, el Ejército que debería protegerla no parece que lo haga.
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