Enterrador y partera

João Lourenço, presidente de Angola

La historia le tenía reservado a João Lourenço un protagónico pero peliaguado papel. Impulsado por un sólido prestigio de combatiente y por su lealtad sin fisuras al MPLA, fue el elegido para suceder a José Eduardo dos Santos en 2017 y liderar a los suyos en esta nueva etapa. Sin embargo, casi medio siglo había pasado de aquellas guerras cada vez más lejanas y el mundo de hoy era otro. Lourenço cogió entonces el toro por los cuernos y se aprestó a librar la última de sus batallas: sanear un régimen podrido por la corrupción y el nepotismo y conducir a su país por el incierto camino de la apertura económica. Enterrador y partera a la vez. 

Hijo de un enfermero y una costurera compro­metidos con la independencia de su país, guerrillero, estudiante en Moscú y luego general del Ejército y alto cargo del partido. Todos los caminos de Lourenço, sumados a su ambición, le conducían a algo grande. Pese a que un error de cálculo le alejó de la primera línea política durante una década, resistió todos los embates y en 2014 ascendió a ministro de Defensa. Poco locuaz y disciplinado, el veterano militar transmitía la confianza de hombre del régimen que Dos Santos necesitaba para ver en él al sucesor idóneo. El perfil ideal en el lugar adecuado en el momento justo. 

En agosto de 2017, Lourenço ganaba las elecciones con el 61 % de los votos y se dedicó sin demora al desmontaje del entramado empresarial que había convertido a la familia de su antecesor en una de las más ricas de África. La destitución de la hija del expresidente, Isabel dos Santos, de su puesto a la cabeza de la sociedad estatal de petróleo fue el Rubicón que Lourenço se atrevió a cruzar. Su combate contra los monopolios y su apertura a la inversión extranjera, así como a un mayor reconocimiento de las libertades, confirmaron un golpe de timón que le ha otorgado el plácet de Occidente. La pobreza creciente, sin embargo, le pasó factura en 2022: logró seguir en el cargo pero tan solo obtuvo un 51 % de los votos. Tres años le quedan para consolidar su legado.

Fotografía: Andrew Caballero-Reynolds / Getty